Un Málaga muy gris suma y sigue invicto en Segunda (0-0)

Con siete bajas (Moussa, Ramón, Álex Pastor, Víctor García, Lobete, Kevin y Larrubia) y jugadores que no están en plenitud como Haitam o Castel, Pellicer se vio obligado a reajustar su once inicial, y lo hizo con las novedades de Galilea, Dani Sánchez, Luismi y Rahmani, este debutando en su segunda etapa de blanquiazul, pero no fue ni mucho menos el Málaga anoche un equipo competitivo, ni la sombra del que tuteó al Albacete hasta con un jugador menos en el campo.

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Para empezar la pareja de medios centro, con Manu Molina y Luismi, no casó bien. Aunque el onubense se adelantaba más en la salida del balón, el Málaga no enlazó cinco pases en todo el primer tiempo, superado por la fuerte presión del Córdoba que siempre tuvo las ideas mucho más claras, quizás acuciado por la necesidad, en su condición de colista provisional del torneo.

A poco del descanso, las estadísticas ponían en duda que estuvieran compitiendo dos equipos, si el Málaga había comparecido realmente. Hubo nueve remates locales, por ninguno visitante. Tuvo que intervenir dos veces Alfonso Herrrero con ciertos apuros, y en ambos casos a sendos tiros de Sala. El primero, en realidad parecía un centro con su zurda, la pierna menos buena del 'pivote' ex del Girona, y palmeó a córner, y en el otro despejó de forma poco ortodoxa con el pecho a un duro disparo desde fuera del área.

Pero además, Carracedo, apareció por muchas zonas del campo, siempre punzante, y Calderón obligó a Antoñito a correr hacia atrás. No hubo apenas noticias del canterano (sólo un mal control en el área) y menos aún de compañeros suyos como Dani Lorenzo, Rahmani o Dioni.

El mejor de los malaguistas fue Puga, en varios despejes acertados en el área y en una cabalgada individual, con autopase para desbordar a Jacobo (que jugó esta vez en la izquierda), pero estuvo poco atinado en el centro-chut. El Málaga concedía centros desde los costados, llegaba tarde a muchos balones divididos,pero afortunadamente mostraba cierta contundencia en el área antes de impedir más opciones peligrosas en su contra.

El paso por los vestuarios no serenó al Málaga. Realmente era difícil completar cuarenta y cinco minutos peores que los mostrados en la primera mitad y fue extraño que Pellicer no introdujera cambios, pero lo que llegaron fueron los momentos de más agobio. En un fuera de juego de Casas, muy ajustado, encaró el mano a mano ante Herrero, que detuvo entre piernas. Después desvió a saque de esquina un tiro de Jacobo y la más clara llegó después, en un centro que prolongó Lapeña y Casas, delante de la portería no pudo corregir el gesto con el cuello y su testarazo se le fue alto. La volvió a tener el ariete en otro remate a la media vuelta...

Habían transcurrido apenas unos minutos, pero parecieron un mundo. El tiempo no avanzaba y el Málaga achicaba agua. Pellicer hizo un triple cambio, con Baturina, Ochoa (que se volcó a la banda izquierda) y Sangalli (de medio punta) por Dioni, Dani Lorenzo y Rahmani, y al fin el Málaga pudo tomar aire. Empezó a aparecer más Antoñito y también comenzó a notarse cierto cansancio en las piernas de los locales. Sin acercarse casi al área rival, más que en un par de tiros sin mucha maldas de Cordero, el cuadro vestido anoche de color oro pudo afrontar con más calma el final del encuentro, sin chutar más que una vez entre los tres palos, pero con la lectura positiva de seguir invicto, de no perder en las malas, que no es moco de pavo para un recién ascendido y después de cuatro jornadas en Segunda.

El último arreón local dejó un pase impreciso del omnipresente Carracedo a Casas y una dura entrada de Theo Zidane (con su padre en el palco) que pudo ser roja. El hijo de Enzo pudo marcar también en el 93 muy cerca de la línea de meta, pero estaba claro ya a esas alturas que tampoco era el día de inspiración del Córdoba.