¿Cuándo arrojaron la toalla las instituciones con el proyecto del Mundial para Málaga?
La pasividad de los últimos meses, pese a las declaraciones a favor, y la escasa previsión en algunas exigencias, que hasta forzaron al Málaga a intervenir, evidenciaban unas dudas que algunos políticos expresaban en privado
Ningún proyecto de cierta magnitud puede salir adelante sin convicción ni ambición, y mucho menos uno como la compleja remodelación de La Rosaleda para el ... Mundial 2030. Apenas avanzaba, más allá de informes de distinto tipo y algunas catas de tierra. Las obras debieron empezar ya, aunque fuese en las inmediaciones del estadio, pero nada de nada. Luego se añadió la necesidad de sacar al Málaga de Martiricos dos años, con la dificultad añadida de buscar una ubicación. Y para mayor inri, el nuevo destino, el estadio de atletismo, también presentaba problemas extras por el firme y los accesos. Sólo aparecían inconvenientes, con pocas soluciones.
Ante esa pasividad evidente, las preguntas son ahora claras: ¿desde cuándo habían arrojado la toalla las instituciones sobre el proyecto del Mundial en Málaga? ¿Al final se intentó justificar algo que estaba decidido con anterioridad? No se puede concretar el momento exacto en el que el proceso ya no tenía posibilidades, pues casi se había consumido ya el tiempo previsto para que los plazos impidieran definitivamente, con la mencionada complejidad de casi todo, llegar a tiempo.
Hay dos elementos claros, entre otros, que permiten analizar esa apatía que siempre se transmitió en esta gran iniciativa para Málaga y sobre todo para el club de Martiricos. Por un lado es imprescindible analizar la evolución del proyecto, los planos, en el estudio de arquitectura elegido, que era Morph. Una de las pruebas de la impasibilidad en este sentido es claramente evidente, pues el propio alcalde, Francisco de la Torre, apenas contabiliza gastos en este sentido. No se estaba haciendo casi nada, sólo pequeños y necesarios elementos.
Los técnicos no tienen constancia de que se avanzara en el proyecto desde meses atrás. Al final de enero, sin embargo, las tres instituciones hicieron una declaración institucional contundente en la que defendieron la celebración de este evento y se comprometieron nuevamente para su celebración, enumerando todos los beneficios que supondría para la ciudad y la provincia desde la perspectiva del turismo y el deporte. Y este escrito acababa así: «Por todo ello, el éxito del Mundial 2030 en Málaga, un escaparate perfecto, está garantizado». Y, a la vez, muchos responsables públicos, en privado, expresaban sus dudas. ¿Qué ocurrió a partir de entonces? Pues sólo se pusieron en marcha medidas superficiales y de escaso coste, como se puede observar.
Pero hay otras evidencias que demuestran un escaso 'cariño' al proyecto del Mundial. Una más puede ser las veces en las que el Málaga fue invitado a intervenir para que se cumplieran los plazos o las exigencias de los organismos oficiales, los futbolísticos. Según ha conocido este periódico, uno surgió hace algo más de dos años y el otro, sólo algunos meses atrás. En ambos casos era necesario presentar algo más que un dibujo del proyecto, como se hizo en su momento con las famosas imágenes del fallido estadio. Era imposible cumplir los plazos para una institución pública, lo que obligó el club a mediar para resolver estos problemas, siempre incluidos en el plano técnico, donde los avances, por lo que se está conociendo, eran casi inexistentes.
Las instituciones se centraron más al final en el estadio de atletismo, pues era el segundo problema. Hicieron consultas, estudios y poco más, llegando a la conclusión de que no podían cumplir con el número de espectadores de aforo que habían anunciado con anterioridad. Los nuevos inconvenientes, entendiendo que no podían trasladar al Málaga otro lugar para levantar este campo alternativo durante dos temporadas (eso aseguraron por la falta de terrenos que reunieran las condiciones), frenaron todavía más el proyecto general. Los arquitectos estaban a la espera para ponerse en marcha, pero no fue necesario al final.
La gran duda está en concretar el momento exacto de la rendición. Pudo llegar de una forma progresiva, pero, en cualquier caso, los movimientos generales no tenían la suficiente profundidad como para que nadie estuviera seguro de que existía convicción para llevar a cabo esta iniciativa. Seis meses atrás era evidente que los obstáculos estaban siendo insuperables y el tiempo apremiaba. Al final llegó el momento de la confesión, si bien para ello las instituciones se apoyaron en el Málaga y en su afición, con un relato para no perjudicarlos. Ya estaba decidido, no seguirían adelante, para alegría de muchos (más de los previstos). Por distintas circunstancias, sólo acudió uno de los primeras espadas de las instituciones a esta renuncia histórica a un Mundial para Málaga y un estadio para el club, el alcalde Francisco de la Torre. Sin explicación. Nunca se podrá olvidar. Increíble.
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