Amigos para siempre

Pero cambio de tercio. No se puede pasar de largo ante un nuevo descalabro de las estructuras básicas del fútbol español. Y que en parte proceden del mismísimo CSD con la suspensión cautelar en el 'caso Olmo'. El año no ha empezado con propósito de enmienda. Al menos, en cuanto al funcionamiento de la maquinaría operativa de los clubes más señeros de la Liga española. Y lo peor es que la política se ha metido por medio. No puede entenderse de otra forma que se el Consejo Superior de Deportes, organismo del Gobierno, que suele brillar por su ausencia en temas candentes del deporte español, sorprende ahora que haya saltado tan diligente y resolutivo con el Barcelona, lo que ha supuesto la protesta e indignación de casi todos los clubes, el Málaga entre ellos.

Sólo el Real Madrid se abstuvo, de momento, quizás porque unos días después los presidentes Laporta y Florentino Pérez en una comida prepartido y otra vez sobre el césped. Allí debieron hablar del nuevo 'show' del madridista Vinicius y sus afrentas con un jugador del Mallorca, y no hacía falta hablar, porque se pudo ver en todo el mundo, de esa insultante explosión de alegría del presidente catalán al saber de esa noticia que dejaba vía libre a Olmo. 'La peseta' desde el terreno de juego y la trifulca que armó en el excelso palco presidencial allí quedan como recuerdo del ganador de la última Supercopa de España. Luego llegarían las comidas ya referidas. Y la final , una humillante paliza del Barcelona al Madrid, pero, cuidado, aquí no pasa nada. Laporta y Florentino son amigos para siempre. Al menos mientras la ambicionada Superliga siga en el horizonte de ambos.