«Podemos llegar a traer el material sanitario desde China cargado hasta en los asientos del avión»
Pilotos malagueños se ofrecen como voluntarios para seguir volando y permitir que lleguen a su destino las mercancías urgentes
Cuando la compañía Iberia estableció un atípico «puente aéreo» entre España y Shanghai y solicitó voluntarios para esta tarea, Adolfo Florido dio un paso al ... frente. El servicio es vital: permite a cualquier empresa o institución traer el material sanitario que compran, en un entorno plagado de dificultades por la guerra comercial abierta para hacerse con los suministros. El comandante malagueño (afincado en Madrid) de 62 años forma parte de uno de los equipos que cada tres días une dos mundos, con viaje de ida y vuelta en unas 28 horas (según el viento). La necesidad logística es tanta que no sólo se llenan las bodegas, sino que «incluso se ha autorizado a llevar carga en los asientos de los pasajeros, amarrado con los cinturones de seguridad» (aunque de momento en estos vuelos no se ha hecho). En cualquier caso, siempre se busca algún hueco libre para algo más.
Este mes están programados 18 comandantes y 18 segundos. El mes próximo serán otros tantos y así hasta que se termine la situación de alarma motivada por el coronavirus. Mañana le toca volver a ponerse a los mandos de un Airbus A-350, una aeronave muy rápida, que cubre esas 10.000 millas a una velocidad de unos 900 km/h. Generalmente, el plan de vuelo consiste en unas doce horas de ida, una escala de apenas una hora y cuarenta, y vuelta en 13 horas. «Más rápido es imposible, Control se está portando muy bien». Viajan cuatro tripulaciones –ocho pilotos– en cada expedición, de las que dos trabajan a la ida y otras dos a la vuelta. Una despega y vuela casi la mitad de las horas; luego entra el refuerzo para la otra mitad, hasta que llega el momento de aterrizar, que le corresponde de nuevo a la primera.
La parte visible de una cadena indispensable de profesionales
Los pilotos son quizás la cara más visible de un colectivo, el de los trabajadores de las aerolíneas y aeroportuarios, que es indispensable en su conjunto para mantener el flujo de mercancías en las terminales. El comandante Adolfo Florido hace una mención especial al personal de Iberia: «Sentimos mucha tranquilidad por la parte técnica. Detrás hay personal de planes de vuelos, hojas de carga, mantenimiento y control de red, por nombrar algunos departamentos. Y todos haciéndolo con mucha profesionalidad y cariño, y eso se nota», afirma. Asimismo, el piloto malagueño pide que se ponga en valor al colectivo de los auxiliares de vuelo, «que han estado trabajando en nuestra primera línea, que son los vuelos de repatriación llenos de pasajeros».
«Más necesarios que nunca»
Adolfo Florido no cree que esté haciendo nada especial. «Este es el granito de arena que podemos poner, pero tan importante es quedarse en casa como traer el material sanitario de China». A su juicio, no es una mayor responsabilidad volar que la que tienen «las familias que viven en 50 metros cuadrados, los adolescentes a los que se les han terminado los caprichos, el esfuerzo de los padres para entretener a los niños... Esos son los héroes silenciosos». Y reitera: «Los médicos son héroes pero el resto también; tan orgulloso hay que estar de llevar las bodegas llenas como de permanecer en casa». Sólo hay una cosa que le da rabia de la tarea que se le ha encomendado: «No poder traer más material en cada vuelo».
El comandante malagueño Manuel Arias, de la compañía de transporte de mercancías DHL, con base en Leipzig, vuela en una semana a seis ciudades de otros tantos países (Rumanía, Eslovaquia, Polonia, Francia, Reino Unido y Alemania, «y en algunos un par de veces»). Allí le reciben aeropuertos y hoteles desiertos, en una imagen que quedará como un icono de esta crisis sanitaria.
El piloto también se ha presentado voluntario y está a disposición de la empresa, y de hecho ya ha visto incrementada su carga de trabajo. De una parte, el parón de los vuelos comerciales de pasajeros ha hecho que mucha mercancía que habitualmente viajaba en sus bodegas se quede ahora «en el suelo», como él dice, por lo que hay trabajo extra. Para colmo, como en todos los colectivos también hay pilotos afectados por el coronavirus o aislados por sospechas. «La empresa pidió voluntarios y me he ofrecido, ahora somos más necesarios que nunca», afirma. De hecho, la respuesta de sus compañeros ha sido masiva y más del 50% se han ofrecido a ayudar. «Se hace con gusto, aunque también estaría bien confinado en mi casa en Málaga», bromea. «La forma de trabajar es la misma pero ahora la afrontas con más responsabilidad, somos flexibles al 100% y nos pueden requerir para transportar cualquier cosa, incluido el material médico tan necesario ahora». Sus rutinas también han cambiado y se ha tenido que acostumbrar a pilotar con mascarilla y guantes.
Pasar por tantos países también le da una visión de conjunto de la situación en Europa, y en este punto rompe una lanza en favor de los españoles: «Veo el gran esfuerzo que se está haciendo aquí con respecto al confinamiento, la gente no tiene ni idea de cómo están en otras partes». En Alemania, por ejemplo, todavía está permitido salir a pasear y hacer deporte. «Salvo por unos pocos energúmenos, me quedo impactado al compararlo con otros países, donde más se respeta es en España», asegura el piloto, que hace un reconocimiento especial para los sanitarios y las fuerzas de seguridad.
Los pocos aviones que estos días vuelan lo hacen a los mandos de pilotos como estos, que han dado un paso adelante para que ningún material de primera necesidad se quede en tierra. Aunque tengan que ir a la otra punta del mundo.
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