Camiñas: «La tortuga boba será como nuestro lince marino»
«Tenemos que trabajar para que la muerte de un sapo en una carretera sea tan importante como un ave electrocutada», afirma el investigador
Juan Antonio Camiñas fue el director del Centro Oceanográfico de Málaga y actualmente continúa viviendo frente a las costas que siempre ha estudiado; pero a ... la vez conectado con Madrid, donde preside la Asociación Herpetológica Española, una organización con 250 socios de 30 países, con sede en el Museo de Ciencias Naturales. Atiende a SUR tras la inauguración de una exposición sobre anfibios en la Sociedad Económica de Amigos del País.
–Este verano hemos visto a la tortuga boba reproducirse por primera vez en la Costa del Sol.
–Estamos asistiendo a la colonización de una nueva especie en Andalucía que será nuestro lince, el lince marino. La tortuga boba está en el mar pero nunca se había reproducido aquí. Lo ha hecho ya en Almería y en Fuengirola y seguirá con toda posibilidad debido a los efectos del cambio climático, que le llevan a buscar nuevas zonas de puesta. Si el agua sigue aumentando la temperatura superficial, que seguirá, esta especie buscará playas donde la temperatura de la arena le permita que la eclosión sea positiva. Si vuelve habrá que poner más interés que en el lince, puesto que tenemos sólo una hembra, hay que hacer un esfuerzo extraordinario porque está en peligro en el Mediterráneo.
–¿En qué situación están los anfibios en Málaga?
–Hay especies que están en muy buenas condiciones y otras muy mal. Sobre todo los sapos, y especialmente el partero ibérico, tienen un problema grave de quitridiomicosis, una enfermedad que se extiende no solamente por contacto entre los individuos de la especie sino también por la manipulación y por la presencia de visitantes en las charcas. Tenemos una gran preocupación sobre la transmisibilidad de este patógeno, como pasa con el Covid. Hay reglas sencillas, como no tocar los animales con la mano. Hay otras que están aisladas, por ejemplo, hay sapos de espuelas en las charcas del Campamento Benítez. Los expertos tenemos que discutir las soluciones y ofrecerlas para que se tomen las decisiones.
–¿Los anfibios están sufriendo también su propio 'coronavirus'?
–Sí, es muy anterior al nuestro y mundial. Parte de algún lugar de Asia y son dos quitridios fundamentalmente, hongos que producen grandes mortalidades. Además de transmitirlo entre ellos, si nosotros los tocamos o andamos por la zona, de una charca a otra, lo podemos extender.
–¿En Málaga tenemos especies en peligro de extinción?
–Sí, en esta situación está el sapo partero, y ello supone que hay que hacer un esfuerzo adicional para su conservación, porque son especies que no están en ningún otro sitio, son como la Catedral de Málaga. Los sapos parteros están aquí y si desaparecen, lo hacen del mundo y de la naturaleza. También tenemos en situaciones no muy buenas las salamandras, los gallipatos, algunas ranas... Muchas veces lo que está en peligro son las poblaciones locales, por eso el trabajo de la Diputación y de la Junta con los municipios es importante para mantener esos núcleos, que haya conectividad y que se puedan intercambiar genéticamente.
–¿Actúan los anfibios como indicadores de cambio climático?
–Sí, ese papel es muy importante porque son muy sensibles a la temperatura y la humedad, ya que no tienen una piel protectora como nosotros. Al aumentar la temperatura y bajar la humedad se ven muy afectados en su fisiología y en su capacidad de alimentarse y de reproducirse. Sabemos que está habiendo efectos en algunas poblaciones porque las altas temperaturas hacen que desaparezcan las charcas y se mueven hacia zonas más altas, de montaña. Con ese desplazamiento se produce un cambio en la biodiversidad de las zonas donde habitaban antes.
–¿Qué pasaría si desaparecieran?
–Habría reacciones en cadena que afectarían a otras especies y que no son fácilmente observables ni predecibles, como las aves.
–Y ya no nos librarían de las plagas de mosquitos.
–Claro, junto con las aves son los grandes eliminadores de lo que podrían ser plagas para nosotros. Por eso hay que mirarlos con otra perspectiva. Las aves ya se empiezan a ver como animales útiles para nuestra visión humana, y los anfibios hacen un papel tan importante como ellas. En cada ecosistema hay distintas especies que están adaptadas, y si se desequilibran esos ecosistemas algunas pueden desaparecer.
–Qué beneficios tienen los anfibios para el medio ambiente?
–Los anfibios son un eslabón extraordinariamente importante en la cadena de transmisión de energía y alimento entre el agua y la tierra. Las especies que viven en el medio acuático son muchas de ellas consumidas por anfibios, que equilibran estas poblaciones, y a su vez ellos sirven de alimento para aves y otros vertebrados. Por eso es tan importante evitar que desaparezcan las poblaciones, porque cuando ocurre se produce una cascada de desapariciones de otras especies. Hay que ser muy cuidadosos con un equilibrio que ha costado millones de años conseguir.
–¿No es más importante proteger al lince que a un sapo?
–Una cuestión que siempre me ha preocupado es la capacidad de la educación ambiental de tergiversar la naturaleza. Siempre he trabajado con especies poco simpáticas, al contrario que los cetáceos, los osos, los linces y los lobos. Esa educación se transmite y es muy difícil romper con la visión sesgada que da un valor superior a algunas especies y muy bajo a otras. Tenemos que trabajar para que la muerte de un sapo en una carretera sea tan importante como un ave electrocutada.
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