Iván Martén: «El reto del cambio climático es colectivo porque las emisiones son globales»
«Alemania dice que no quiere energía nuclear, pero se va al carbón, que es muy contaminante», destaca el economista sobre una de las contradicciones en la transición a energías más limpias
Innovación tecnológica, cambio climático, finanzas y economía, transición energética y futuro de la democracia. La palabra sostenibilidad se debate desde todos los ángulos en Málaga, ... en la primera edición del 'Seminario Aspen sobre Sostenibilidad' que se celebra este jueves y viernes en el Museo Pompidou. En total, estarán convocados 25 participantes de distintos sectores, edades y sensibilidades. El grupo seleccionado para participar en el programa es muy diverso y cuenta con participantes procedentes de todos los sectores de la sociedad civil con el objetivo de proporcionar un espacio de debate plural y equilibrado.
Uno de ellos es Iván Martén (San Sebastián, 1959). Economista de profesión, ha desarrollado una carrera profesional en distintas consultoras, una de ellas Boston Consulting Group, además de dar clases en la Universidad Autónoma de Madrid. Antes de participar en el seminario atiende a SUR para hablar sobre el cambio climático y cómo se afronta uno de los mayores retos colectivos imaginables.
–¿Qué es realmente sostenibilidad? Es una palabra que se lanza fácil al aire.
–Hay varios tipos de sostenibilidad. La sostenibilidad medioambiental es la que quiere un planeta en el que se minimicen las emisiones al máximo con el mínimo coste social. También es importante la sostenibilidad económica, que busca una energía lo más barata posible para, de esa manera, facilitar el desarrollo de los países y la mejora en las condiciones de vida.
–De tanto usar la palabra sostenibilidad, ¿corre el peligro de perder su contenido?
–Al final, es un tema de coherencia. No creo que haya nadie en el mundo que dude de la necesidad de luchar contra el cambio climático.
–¿Todo el mundo? Hay voces que no creen en el cambio.
–Pero son posiciones minoritarios. En el fondo, todo el mundo está convencido. El problema está en los contrasentidos de los comportamientos de los ciudadanos, de los políticos y de los países. Decimos mucho que no queremos plástico, por ejemplo, pero luego los utilizamos en nuestra vida diaria. Decimos que el gas es malo, pero estamos importando gas de Estados Unidos que viene de 'fracking' y todos tan contentos. Alemania dice que no quiere energía nuclear, pero se va al carbón, que es muy contaminante.
–¿Lo que haga el ciudadano no supone solo una pequeña gota de agua en el océano? ¿Cree que se le puede trasladar la responsabilidad?
–Esto es, precisamente, una de las inconsistencias que existen. Otro de los problemas es que no hay solo una transición energética, hay muchas. La transición energética depende mucho del entorno y las condiciones del país que tiene que transicionar. No tiene nada que ver la transición en los países europeos con los países asiáticos. El problema de las emisiones a futuro viene de los países en desarrollo y crecimiento. Las emisiones de un año del País Vasco son 18 horas de emisiones en China.
–El último informe del IPCC avisa de una elevación de la temperatura media drástica en los últimos años. ¿Ante qué magnitud de amenaza estamos realmente?
–Ya no se trata de sacar más informes y datos. Los números están ahí y son dramáticos. Tenemos que actuar lo antes posible. No sigamos diagnosticando algo que es evidente. Hay que actuar pese a que pueda haber voces contrarias.
–¿Cree que en España hay la voluntad política suficiente para imponer las medidas climáticas que se necesitan?
–Voluntad, sí. El problema que tenemos actualmente es el de no entender bien las consecuencias de una transición que no sea ordenada. Si yo digo que hasta el 2050 quitamos los motores de combustión, me estoy cargando toda la industria del automóvil en España. Tenemos que dar tiempo para hacer la transición.
–Alude a los costes que acaba pagando la población. ¿Los más débiles son otra vez los más perjudicados?
–Es uno de los contrasentidos que a mí me preocupa. Pongamos otra vez el ejemplo del vehículo eléctrico. El Gobierno está dando subvenciones que están yendo a ricos urbanitas para que se compre el segundo o tercer vehículo. Al que hay que ayudar es al pobre señor que tiene un coche de 20 años. Y ese vehículo contamina mucho más que un vehículo diésel o gasolina nuevo.
–En 2017, Donald Trump anunció que Estados Unidos se retira del Acuerdo del Clima de París. Trump ya no está, pero los avances siguen siendo lentos. ¿Por qué?
–Yo no diría que los avances son lentos. En 2018, los países que tenían un compromiso de 'net zero' (cero emisión líquida de carbono) representaban un tres por ciento de las emisiones. Europa se ha comprometido para el 2050 y China para el 2060. India se ha comprometido al 'net zero' para el 2070. Yo sí sería algo más optimista.
–¿Diría que el cambio climático es el reto más complejo para la actuación colectiva de países?
–Necesitas mucha cooperación. Aquí el problema es que necesitamos apoyar a aquellos países que no tienen la tecnología ni los recursos para hacer la transición energética. El reto del cambio climático es colectivo porque las emisiones son globales. Ojo. En Europa podemos decir que no queremos las industrias contaminantes. Pero el problema es que si tú no tienes la industria en Europa, desplazas la producción a otros países. Países cuyas emisiones específicas son mayores. ¿Qué has hecho? Desplazar emisiones a Asia.
–¿Qué sentido tiene que en Europa se impongan cada vez más restricciones mientras que en otras partes del mundo, por ejemplo China, India o Japón, se siga contaminando?
–Es que este es el gran problema. Yo no digo que Europa tenga que minimizar un ápice sus esfuerzos. Pero tenemos que actuar donde está el problema, que son los países en vías de desarrollo.
–¿Cuál es el papel que usted cree que debe jugar la energía nuclear? ¿Puede ser un aliado?
–La energía nuclear es una energía muy controvertida. Hay sitios donde la sociedad la considera aceptable. En España, la sociedad no lo considera aceptable en general. Pensar en nuclear, por lo tanto, lo veo muy difícil. Además, quien invierte en una planta nuclear está invirtiendo en una planta que dura 60 años. Una planta que dura 60 años son 15 gobiernos. En Francia, por ejemplo, ha habido una mayor aceptación de lo nuclear.
–¿Cómo ha influido la invasión rusa de Ucrania a la lucha contra el cambio climático? ¿Ha supuesto un gran paso atrás?
–Yo creo que refuerza la lucha contra el cambio climático. El conflicto no ha sido causa de nada, solo que ha evidenciado los problemas de política energética que teníamos en Europa. Queremos energía lo más verde posible, pero necesitamos garantía de suministro. Sabíamos de nuestra dependencia, otra cosa que no lo queríamos ver.
–La provincia de Málaga es una de las zonas con más días soleados por año de Europa. ¿La energía solar es una alternativa viable?
–Yo soy un firme defensor de las energías renovables. Pero la solar, por ejemplo, no funciona de noche. Necesitas una energía que te dé una garantía de suministro durante todo el día. El desarrollo solar que queramos hacer aquí en Málaga tiene que venir acompañado de un desarrollo tecnológico e industrial. El boom solar que hubo hace 20 años a los únicos a los que benefició fue a los creadores de paneles solares chinos y alemanes. No se creó ninguna riqueza aquí.
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