Nacido en Melilla el año que concluyó la Segunda Guerra Mundial, Jorge Hernández Mollar lleva viviendo más de tres décadas en Málaga, ciudad a la que siempre le ha unido una gran relación –como a muchos melillenses– por motivos personales, profesionales y políticos. El último ... cargo que ocupó este veterano afiliado del PP tras casi treinta años en la primera línea política fue el de subdelegado del Gobierno en la provincia, puesto que dejó en septiembre de 2015 cuando le llegó la edad de jubilación como funcionario de la Tesorería de la Seguridad Social.
–¿Qué ha hecho desde que dejó el cargo de subdelegado?
–Aquello que cuando estaba dedicado a la vida pública no podía hacer. Por un lado, atender a mi familia, que tambiéna ha estado sacrificándose por razones de mi actividad política. Y, por otro lado, es lógico que uno se dedique a aficiones para las que antes no ha tenido tiempo, como la música, la lectura y, especialmente, algo que siempre lo he practicado, pero no tanto como ahora, escribir. La escritura es como el que pinta, una forma de expresión de ti mismo. Le dedico tiempo a la escritura a través de mi blog –www.johermol.es–, artículos en medios de comunicación y, especialmente, en las redes sociales, a la que soy muy aficionado. Me gusta, dentro de un orden y con la prudencia necesaria, opinar en las redes sociales y procurar que mis reflexiones sirvan para calmar ciertas tensiones que se manifiestan ahí. Además, hasta hace poco participé en el consejo de administración del grupo Attendis, que gestiona colegios como El Limonar y Sierra Blanca en Málaga.
–En su trayectoria, ¿qué cargos públicos ha ocupado?
–Me afilié a UCD en 1979 y a Alianza Popular en 1982. Mi primer cargo fue el de senador por Melilla y, luego, diputado. Este último cargo, en 1989, lo conseguí tras una batalla jurídica y política importante porque fue la primera vez que se repitieron las elecciones en España en una circunscripción y fue en Melilla; aquel escaño rompió la mayoría absoluta del PSOE y Aznar me tenía mucho aprecio por eso. Como diputado fui portavoz de Sanidad del PP unos años. Luego pasé al Parlamento Europeo, donde estuve entre 1995 y 2004 y llegué a presidir la comisión de Justicia e Interior. Tras mi etapa europea volví a Málaga, a mi puesto como funcionario de la Tesorería de la Seguridad Social, donde fui nombrado subdirector hasta que Elías Bendodo me llamó un día en 2011 para que volviera a la vida política pública para ser subdelegado. No estaba en mi pensamiento volver a la política, estaba muy a gusto con mis compañeros de la Tesorería y ahí tenía puestos mis objetivos hasta jubilarme, pero me sedujo la idea de que tras haber tenido una trayectoria política como la que había tenido podía ser un culmen muy bonito representar al Gobierno en Málaga.
–¿Sigue militando en el PP?
–Sí. Soy un militante de base.
«Sánchez se ha radicalizado y ha llegado a unos acuerdos que pueden poner en peligro el sistema democrático, la libertad y la unidad de España»
–¿Cómo son sus relaciones con la dirección provincial de Málaga?
–Con Elías Bendodo (presidente provincial del PP) siempre he tenido una relación muy cordial porque cuando era un 'bebé' en política lo conocía y tuvimos una relación muy afectiva tanto con él como con todos los que eran de Nuevas Generaciones en Málaga. También fueron muy buenas mi relaciones con los anteriores presidentes, Manuel Atencia y Joaquín Ramírez. Además, antes de la llegada de Atencia a la presidencia del partido viví el proceso del PP de Málaga, que era un partido bastante convulso. En estos años he formado parte de los órganos de dirección del partido en Málaga y ahora soy un militante de base que está para aportar lo que me pidan y para opinar y reflexionar con libertad pero también con lealtad a un proyecto político al que le he dedicado toda mi vida.
–¿Echa de menos la primera línea política?
–No. Las personas tenemos que ser muy conscientes de que a lo largo de nuestra vida vamos cubriendo etapas. No echo de menos la política, sería un error a estas alturas, sobre todo en unos tiempos donde también es difícil, mentalmente, adecuarte a unas generaciones que no tienen nada que ver con las generaciones con las que yo he vivido intensamente mi vida privada, familiar y pública, como fue la dictadura y la Transición.
–De su paso por la política, ¿de qué es lo que se siente más orgulloso?
–He tenido la fortuna de no estar en la vida política un largo periodo de tiempo ocupando el mismo puesto sino que he ido rotando. De mi etapa en el Senado y el Congreso me siento muy orgulloso de haber participado activamente y conseguido que las ciudades de Ceuta y Melilla alcanzaran el Estatuto de Autonomía. Luego hay una segunda etapa en el Congreso donde participé muy activamente, porque era portavoz de Sanidad, en plantear una reforma a fondo del sistema sanitario y formé parte del grupo parlamentario y con un trabajo muy activo desde la tribuna y desde la dirección con nuestro portavoz Rodrigo Rato, quien, para mí y al margen de otras cuestiones que le han afectado después y no muy bien, fue un catedrático de la política porque nos enseñó mucho a todo aquel grupo parlamentario. Después, en el Parlamento Europeo se hicieron cosas muy interesantes como que negocié con el PSOE poner en marcha la euro orden como parte de una estrategia en la que actuábamos conjuntamente, el PSOE y el PP, en la lucha contra el terrorismo. Y como subdelegado me siento muy orgulloso de haber sido el jefe de la Policía Nacional y de la Guardia Civil, de los que aprendí mucho.
–¿Se ha quedado con alguna espina clavada políticamente?
–Los Baños del Carmen. Cuando entré en la Subdelegación era algo que me empeciné en desatascarlo y al final no se pudo. Yo diría que tengo cubiertas todas mis satisfacciones personales en la política. Si hoy me preguntan, ¿qué hubiera hecho? Pues lo mismo que hice. Hasta en un momento determinado, siendo portavoz de Sanidad, estuve en las quinielas de la prensa como posible ministro de un hipotético Gobierno de Aznar.
–De los que ha conocido en su partido, ¿con qué político se quedaría?
–Diría que con etapas de algunos de ellos porque he trabajado y tenido relaciones personales con Fraga, Hernández Mancha, Aznar y Rajoy. Cada líder ha tenido sus cosas buenas y sus menos buenas. Como me ha preguntado por uno, me quedaría con el José María Aznar de la primera legislatura, donde me sentí muy vinculado con él, trabajamos muy a gusto, tenía las ideas muy clara de adonde iba, y me encantó su fuerza para sacar adelante el proyecto del centro-derecha.
«Hay personas en Ciudadanos como Inés Arrimadas o Edmundo Bal que harían un gran papel en un PP refundado»
–¿Cómo ve a día de hoy la política?
–Con asombro, con preocupación y, al final, con la esperanza de que todas las cosas vuelvan a su cauce. Estamos en una democracia y espero que sigamos en un sistema como el que se puso en marcha en la Transición y con el mismo clima de democracia y libertad.
–¿Dice esto porque lo ve en peligro?
–Sinceramente, si el rumbo que se va a seguir es el que le ha dado este nuevo Gobierno se puede poner en peligro el sistema democrático, la libertad y la unidad de España. Un Gobierno que me resisto a llamarlo social-comunista porque creo que hasta ahora, Podemos, ideológicamente, ha fagocitado al PSOE, que no tiene nada que ver con aquel PSOE de Felipe González, que era un partido de centro-izquierda y socialdemócrata que tenía otra forma de ver la realidad y el Estado. Hoy esto se ha perdido. Sánchez ha tirado hacia una izquierda más radical, se ha radicalizado. Se ha abrazado con Podemos y ha llegado a unos acuerdos que pueden poner en peligro el sistema democrático, la libertad y la unidad de España. A los hechos me remito. Sánchez es un hombre que se miente a sí mismo. Y lo que está haciendo es una especie de jaque mate a la democracia y la libertad. Lo último es reformar el Código Penal para adecuarlo a la situación que en estos momentos se está viviendo en Cataluña y a los encarcelados. Me parece grave que se trate de reformar el Código Penal con ese objetivo; y que nadie dude de que ese es el objetivo y no otro. A ello se une el nombramiento de la fiscal general del Estado o las declaraciones de Iglesias diciendo que la justicia española está siendo castigada por la europea. Y ahora está todo este lío del 'pin parental' que nos conduce a lo que es la hoja de ruta muy clara que tiene Podemos. Hace unos días vi un programa de La Tuerka donde Iglesias entrevista a Castell. Una entrevista que deberían ver todos los españoles porque ahí está la hoja de ruta de Podemos y esta izquierda: conquistar las mentes. Y eso se hace a través de la educación. A mi juicio ha habido dos momentos de la etapa política española reciente que han sido importantes. Uno fue durante la dictadura cuando el asesinato de Carrero Blanco, donde empezó el declive del franquismo. El otro fue el 11-M, que permitió acceder al poder a Rodríguez Zapatero, que ha sido el gran muñidor de toda esta revolución. Él fue quien revolucionó esto con la ley de Memoria Histórica, el que empezó a cargarse la Transición, el que dijo textualmente que la legitimidad de este periodo la tenía que dar la II República y no la Transición y después el que ha tenido una hoja de ruta muy clara de aproximación a la izquierda radical que ha culminado Sánchez.
–En este contexto, ¿cómo ve el papel que está jugando el PP?
–A lo largo de mi vida he sido testigo y actor también de todo el proceso que ha vivido la derecha española desde su fraccionamiento con la caída de la UCD. La gran visión de la fusión la tuvo Manuel Fraga, que nos obligó a todos a fusionarnos y los resultados están ahí: cuando se logró, el PP se convirtió en un partido fuerte y llegó al Gobierno. ¿Qué le pasa a la derecha? Creo que las mayorías absolutas se le atragantan y gobierna mejor cuando tiene que pactar. Aznar tuvo mayoría absoluta en la segunda legislatura y no se repitió a las siguientes elecciones y, a Rajoy le pasó en la primera y en la segunda vino lo que vino. ¿Qué pasó con el Gobierno de Rajoy? Desde mi punto de vista fue un Gobierno muy exitoso para hacer frente a una situación crítica como la que tenía España desde el punto de vista económico y social y se evitó el rescate. Pero el partido, sin embargo, estaba debilitado. El hecho de ocuparse tanto del Gobierno y de las cuestiones económicas hizo que la parte política se abandonara. Soraya Sáenz de Santamaría acumuló mucho poder; es una mujer muy apta y muy preparada pero desde el punto de vista político le faltaba el feeling para coordinar el Gobierno y el partido. El Gobierno no estuvo unido y el partido tampoco estuvo unido, con lo que se produjo una fracción frente a una situación que iba siendo muy complicada y difícil cuando vino la caída del partido por otro elemento que fue importante como fue la corrupción que hizo mucho daño al PP; que también se la hizo al PSOE, evidentemente, y aún se la está haciendo pero son muy hábiles, unos artistas, para ir tapando sus propias vergüenzas como el caso de los ERE. Ahora mismo, como consecuencia de la crisis económica que provocó la caída en apoyos de los dos grandes partidos, el arco político se ha fraccionado. Entonces el PP tiene que ir ahormándose otra vez; el centro-derecha tiene que ir ahormándose otra vez. Creo que se tiene que llegar y volver a buscar una fórmula de refundación del partido.
–¿Casado es la persona idónea para acometer esa refundación?
–Tiene que hacer un gran esfuerzo y para eso necesita un equipo sólido. Y percibo una cierta debilidad en el equipo de Casado. Creo que hay personas en Ciudadanos, como es Inés Arrimadas o Edmundo Bal, que si siguen ahí se van a quedar muy solos y harían un gran papel en un PP refundado.
–¿Y Vox?
–Vox es un fenómeno que procede de la desilusión de muchos votantes del PP. Vox, en estos momentos, representa a una derecha quizás algo parecida a lo que era Alianza Popular, con ciertas estridencias, que creo que al votante y el militante de un centro moderado le ponen en guardia, pero que le interesa al PSOE porque cuanto más empuje a Vox a estar en la primera línea oscurece más la figura del PP y de Ciudadanos. Ahí se necesita mucha inteligencia de los líderes para sentarse y hablar. Me parece que hoy se habla poco entre los políticos y hay un exceso de mensajes a través de Twitter, que están bien pero no puede sustituir a las horas y horas que los líderes deben gastar en comprenderse, conocerse y ver hacia donde van. Creo que hay que ir a una refundación del centro-derecha entre PP, Ciudadanos y Vox. Un proyecto donde Vox abandone esas estridencias, se modere, y Ciudadanos si quiere hacer algo práctico para la sociedad tiene valores personales muy aprovechables y que en un proyecto común darían mucho juego. Ese tiene que ser el camino ¿Quien lo tiene que hacer? Eso es responsabilidad de ellos. ¿Qué si lo puede hacer Pablo Casado? Adelante, pero le tienen que ayudar. Hay que unificar las fuerzas para hacer frente a un modelo social y a una izquierda radical que no nos está llevando por buen camino.
Sobre la gestión del Gobierno de la Junta: «Lo están haciendo bien, pero que se armen porque les van a poner muchos palos en las ruedas»
–Hay un debate abierto sobre cuál debe ser la línea del PP: moderación o un discurso más agresivo para contrarrestar el ascenso de Vox.
–La moderación es algo necesario para todo, no sólo para la política. Las posturas extremistas y radicales no conducen a ningún sitio. Pero tampoco hay que obsesionarse con la moderación en el sentido de que al margen de que es rechazable toda postura extremista y radical, la moderación es perfectamente compatible con la firmeza. Esa firmeza se demuestra en gestos personales, actitudes y convicciones personales. Es decir, si hay que defender principios, hay que defenderlos; si hay que derogar una ley, hay que hacerlo; si hay que aplicar la ley, se debe aplicar; si hay que defender al Rey, hay que defenderlo; si hay que defender la unidad de España, hay que defenderla. Cuidado con actitudes de tanta moderación porque al final lo que puede suponer son cesiones donde no debe haberla tanto en temas políticos como sociales.
–¿Qué le parece la gestión de Juanma Moreno en la Junta?
–Lo está haciendo bien. Está funcionando el Gobierno con la colaboración de Vox y se está notando. Más de treinta años de gobiernos socialistas han dejado muchos agujeros. El Gobierno de la Junta lo está haciendo bien pero que se armen porque les van a poner muchos palos en la rueda como vemos esto días cuando el Gobierno central dice que no le dará los 537 millones de euros del IVA.
–¿Qué le ha parecido el nombramiento de María Gámez al frente de la Guardia Civil?
–Le tengo un poco de envidia sana (risas). No oculto que a mí haber terminado como director de la Guardia Civil o de la Policía hubiera sido un culmen muy bonito. Tiene un puesto de mucha responsabilidad. La Guardia Civil es un Cuerpo muy querido por todos los españoles, pero que necesita mucho respaldo, mucho apoyo desde el punto de vista económico y humano y, sobre todo, defenderla de aquellos que, desgraciadamente, no la quieren y quieren debilitar su presencia en el territorio nacional. Entiendo que como mujer de Sánchez ponga el acento en el feminismo, me parece muy bien, pero creo que hay cuestiones muy serias e importantes que necesita la Guardia Civil. Ella tiene ahí un gran reto, lo que no sé es hasta qué punto tiene cierta autonomía o va a estar muy marcada por lo que le señale el ministro Marlaska y Pedro Sánchez, que la han puesto ahí.
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