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Eloísa y Melchor, vecinos de Atajate, el pueblo más pequeño de la provincia.
Eloísa y Melchor, vecinos de Atajate, el pueblo más pequeño de la provincia. Ñito Salas

Los pueblos de Málaga se quedan sin relevo

En una década, un tercio de los 103 municipios de la provincia han perdido más de un 20% de su población menor de 30 años. Canillas de Aceituno es el caso más extremo: la mitad de sus jóvenes se han ido. Los ayuntamientos luchan con escasas armas contra un problema que amenaza su supervivencia

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Domingo, 29 de abril 2018, 00:47

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En Canillas de Aceituno faltan algo más de la mitad de los niños y jóvenes que había hace diez años. Había 809 en 2007 y quedan menos de 400. Se dice pronto, pero eso en un pueblo de menos de dos mil habitantes se nota, y mucho. El colegio, por ejemplo, ha pasado de tener dos grupos por curso a no llegar a los 10 alumnos en algún aula. «Es un problema muy grande. Nos jugamos nuestra supervivencia. Las Administraciones deberían ayudarnos porque no podemos hacerle frente a esto solos», clama el alcalde, Vicente Campos (PP). Es el caso más extremo de la fuga de población joven que se está produciendo en los pueblos del interior.

Un tercio de los 103 municipios malagueños (34, para ser exactos) han perdido a más del 20% de sus habitantes menores de 30 años en sólo una década, según revela la Estadística del Padrón. Todos son pequeñas localidades del interior a excepción de Ronda, única cabecera de comarca afectada de forma tan intensa por la despoblación joven. En once de esos municipios la sangría supera el 30% y en cinco, el 40%: Igualeja, Alpandeire, Alfarnatejo, Comares y el ya mencionado Canillas de Aceituno.

La caída de población joven es, en realidad, una tendencia general en España, relacionada con la caída de la natalidad. En el conjunto de la provincia, este grupo de edad ha perdido un 6,9% de efectivos en los últimos diez años y en Málaga capital, la caída es del 13,1%. En toda la provincia sólo 13 localidades escapan a esta sangría, encabezadas por Benahavís, donde el número de vecinos menores de 30 se ha multiplicado por dos (aunque hay que tener en cuenta que la población total de este municipio también se ha duplicado). Pero lo que ocurre en las zonas rurales es diferente y trasciende de esta tendencia generalizada de envejecimiento; entra de lleno en la categoría de éxodo.

Una iniciativa para recuperar la identidad de los pueblos

El próximo 12 de mayo se celebrará en Cuevas del Becerro el I Foro Pueblos en Movimiento. Acudirán representantes de ayuntamientos y colectivos sociales de toda Andalucía, además de expertos como Jaime Izquierdo, Gustavo Duch o María Luisa Izquierdo para hablar sobre un problema que está en la raíz de la despoblación en las zonas rurales: la pérdida de la identidad de los pueblos. «Hay muchas cosas positivas de vivir en un pueblo, pero ya no se ponen en valor. Y eso va haciendo mella en la gente, sobre todo en los jóvenes», explica el alcalde de Cuevas, Cristóbal González, que espera abrir un debate sobre los problemas de los pueblos «desde los pueblos».

La fuga de jóvenes está directamente relacionada con otros dos grandes problemas de las zonas rurales: la despoblación y el envejecimiento. Los mayores se quedan; las nuevas generaciones se marchan. Según María Luisa Gómez, profesora titular del departamento de Geografía de la Universidad de Málaga, «las zonas más afectadas en la provincia son el valle del Genal y el interior del Axarquía». Su compañero Enrique Navarro, profesor titular de Análisis Geográfico Regional, apunta a una tendencia que afecta de lleno a Málaga: la litoralización. «Hace tres siglos la costa era un lugar inseguro y pobre porque no servía para la agricultura y el ganado. Hoy son las zonas donde la gente quiere vivir porque hay medios de transporte más asequibles y son sinónimo de calidad de vida. Este proceso es mundial y se da de manera muy intensa en el Mediterráneo por la función turística e inmobiliaria destacada de esta costa. Y quizá Málaga sea de los ejemplos más extremos por el gran dinamismo que tiene su litoral». La Costa del Sol es un imán lleno de oportunidades que atrae a los jóvenes del interior, sobre todo a los más formados.

Falta de oportunidades

Y es que no hace falta hacer una investigación muy sesuda para saber cuál es el principal motivo por el que se van los jóvenes de los pueblos: no encuentran oportunidades de trabajo lo suficientemente atractivas. Este problema se ha intensificado a raíz de la crisis, pues la actividad constructiva que tenían algunos municipios se frenó en seco y no ha vuelto a recuperarse.

Los alcaldes de los pueblos afectados señalan otro factor importante que juega en su contra: las graves carencias en servicios públicos. Desde la escasa frecuencia del transporte público –hay pueblos, como Atajate, donde el autobús sólo pasa una vez al día– hasta la precaria asistencia sanitaria –hay municipios donde el médico va sólo algunas mañanas, donde no hay pediatra y si hay una urgencia, hay que conducir durante casi una hora hasta el hospital más cercano–, pasando por el progresivo cierre de sucursales bancarias. No es el escenario más cómodo para una familia con hijos pequeños, desde luego.

Los datos

  • 13 localidades de la provincia de Málaga escapan a la pérdida de población joven.

  • 34 municipios sufren una caída superior al 20% de habitantes menores de 30 años.

En el caso de los colegios, es la pescadilla que se muerde la cola: cuantos menos niños van quedando, más riesgo de agrupación de cursos o, en último término, de cierre. En Cuevas del Becerro, por ejemplo, hace un par de años surgió la amenaza de juntar cursos. «Hubo protestas y al final no lo hicieron, pero la espada de Damocles está ahí», cuenta su alcalde, Cristóbal González (independiente). En el colegio de Atajate, con sólo 11 niños, la agrupación ya es una realidad. La preocupación en este pueblo es que el próximo curso no entrará ningún niño nuevo a la escuela, con la consecuencia de que van a empezar a desaparecer cursos. «Con este panorama, hay varias familias que prefieren llevar sus hijos al colegio a Ronda», opina Lorena Peña, empleada municipal, que señala la importancia de mantener el colegio «para que el pueblo esté vivo».

¿Cómo retener a los jóvenes?

Pese a sus estrecheces económicas, varios ayuntamientos han puesto en marcha medidas para potenciar la natalidad y atraer familias jóvenes. Hace dos años Cartajima hizo un llamamiento que saltó a los medios de comunicación: ofreció trabajo y casa –más concretamente empleo temporal y alquiler a bajo coste– a familias con hijos pequeños. Fue una medida desesperada ante un peligro concreto: el cierre de la escuela por falta de alumnos. Encontraron respuesta y sortearon la amenaza. Este consistorio ofrece además un cheque de 3.000 euros por cada bebé nacido y ayudas mensuales de 50 euros a las familias con hijos matriculados en su colegio.

Cuevas del Becerro, Iznate, Almáchar, Arenas o Cómpeta son otras localidades que ofrecen sus propios cheques-bebé, a los que se suma la convocatoria de ayudas a la natalidad de la Diputación para municipios de menos de 5.000 habitantes. Pero los regidores de los municipios más castigados por el éxodo juvenil saben que sin oportunidades laborales, estas subvenciones son sólo un paliativo. «La clave es el trabajo», sentencia el alcalde de Canillas de Aceituno. «Desde el Ayuntamiento estamos fomentando el turismo y tocamos a la puerta de todas las administraciones supramunicipales para que pongan en marcha planes de empleo», afirma.

¿Cómo retener y atraer población joven? Los ayuntamientos ofrecen cheques bebé, pero son sólo un paliativo: la clave, según los expertos, es generar oportunidades laborales y potenciar el emprendimiento

En Cuevas del Becerro, donde la población joven ha caído un 24% en diez años, el Ayuntamiento lidera una «revuelta al campo». «Es una revuelta en doble sentido: que vuelva la gente al campo y que cambiemos el prisma», explica su alcalde. Su estrategia pasa por fomentar el emprendimiento, la diversificación de cultivos, la agricultura 'bio', los canales cortos de comercialización y la artesanía.

¿Cómo? Brindando formación gratuita a los jóvenes y cediendo instalaciones municipales a quienes se animan a emprender. Ya se ven resultados: jóvenes del pueblo han impulsado el Proyecto Extiércol de agricultura ecológica, la cooperativa de aceite Los Llanos y una iniciativa de cría de caracoles. Lo próximo: dar un nuevo uso al invernadero municipal y construir una incubadora de empresas. «A los jóvenes se les está echando de los pueblos. Muchos quieren quedarse pero no tienen elección; queremos que sí la tengan», opina González.

En esta línea, el profesor Navarro habla de la necesidad de potenciar el «desarrollo endógeno», que es más lento pero más eficaz a largo plazo para fijar la población, y pone como referencia la Italia rural, que está repleta de pequeñas industrias con alta capacidad exportadora. «Hay que invertir en captar conocimiento para llevarlo al interior, en tener bien conectadas las zonas rurales a todos los niveles y en potenciar las actividades que sean más rentables», explica.

María Luisa Gómez, que además de su labor docente e investigadora está muy implicada en iniciativas de desarrollo rural y es presidenta de la Junta Rectora del Parque Natural Sierra de las Nieves, aplaude iniciativas como la de Cuevas del Becerro y critica que las administraciones supramunicipales no apoyen el emprendimiento en las zonas rurales. Y expone el siguiente ejemplo: «A un joven de 23 años de Casabermeja le han denegado la ayuda para montar una explotación ganadera porque no tiene las suficientes cabras: el mínimo son 180 y él tiene 15».

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