Psicosis por los avispones en Málaga: guía para evitar sustos

Aún siendo cierta la amenaza que esta especie invasora supone para la salud de los ciudadanos y, sobre todo, para el medio ambiente, tampoco se puede perder de vista que hay muchos otros avispones que son autóctonos (por tanto, no son peligrosos para el ecosistema) y no se pueden meter todos en el mismo saco. Con la ayuda de Raimundo Real, catedrático de Zoología de la Universidad de Málaga, este artículo pretende ser una guía básica para aprender a identificar unas y otras, al menos a grandes rasgos.

Como punto de partida, hay que decir que en España hay tres especies de avispas invasoras: la asiática (Vespa velutina), de la que aún no hay constancia científica en la provincia; el avispón bicolor (Vespa bicolor), que sí está en Málaga, sobre todo en la Costa del Sol, aunque no es muy común; y el avispón oriental (Vespa orientalis), que se ha desarrollado con mucha fuerza en los últimos meses.

En el otro lado, existe toda una gama de avispas autóctonas grandes, que siempre han vivido entre nosotros en equilibrio: el avispón europeo (Vespa crabro), habitual en las zonas boscosas; la avispa mamut (Megascolia), que es excepcionalmente grande; la avispa excavadora (Sphex); la avispa zapadora (Podalonia); la avispa depredadora de arañas (Cryptocheilus), la gama de avispas parasitoides (Scolia) y los abejorros (Bombus y Xylocopa).

De entrada, si estos días se cruza con una avispa de grandes dimensiones, lo más probable es que sea un avispón oriental. «Realmente, ha habido una explosión», advierte el catedrático de Biología Animal. «A raíz de las primeras que identificamos ha venido mucha gente preguntando con fotos y con ejemplares capturados en sus jardines, y todos eran orientales; nunca había visto una expansión poblacional tan rápida», sobre todo en la zona de Marbella.

El avispón oriental es bastante fácil de reconocer, porque es grande, delgado, largo, con una tonalidad en el cuerpo de color marrón tirando a rojiza, y tiene en el cuerpo un anillo o banda amarilla limpia, cerca del extremo del abdomen (pero no al final del todo); así como otra mancha amarilla en la cabeza. «Se distingue bien incluso volando».

En caso de ver su nido amenazado, atacarán varias decenas o cientos a la vez. Su origen está en el Mediterráneo oriental: Turquía, Israel, Egipto y Libia.

La segunda avispa invasora que ya ha llegado es la bicolor o de escudo negro (Vespa bicolor), que se distingue fácilmente porque es prácticamente toda de un color amarillo apagado, con unas franjas negras muy finas; mientras que detrás de la cabeza tiene una especie de 'capa' triangular negra.

En este caso procede de Asia (es común en China); si bien su peligrosidad radica en que, como las orientales, también caza abejas, con las que alimenta a sus larvas. Es muy habitual en la Sierra de Mijas, Marbella y resto de la Costa.

La avispa asiática o velutina es la peor amenaza para los ecosistemas (y para las personas) y está a las puertas, pero todavía no ha llegado a Málaga, al menos oficialmente. La más cercana se ha localizado en Jaén. «Está avanzando hacia el sur después de establecerse en el norte de España», indica Real, que la describe como «muy problemática».

Además de su gran tamaño, se distingue del resto porque los colores de su abdomen son anaranjados, mientras que las terminaciones de sus patas son amarillas. Estas son grandes depredadoras de abejas y especialmente dañinas para las colmenas, además de que atacan en grupos de miles de ejemplares, por lo que las picaduras pueden ser mortales.

Los anteriores no se deben confundir, sobre todo cuando se sale a pasear por el campo o a zonas boscosas, como Gibralfaro o Los Montes, con toda una gama de avispas autóctonas grandes: el avispón europeo (Vespa crabro); la avispa mamut (Megascolia), los abejorros (Bombus y Xylocopa) y, más raros de encontrar: la avispa excavadora (Sphex); la avispa zapadora (Podalonia); la avispa depredadora de arañas (Cryptocheilus) y la familia de las avispas parasitoides (Scolia).

Una reciente consulta de Nuria, vecina de la zona próxima a Gibralfaro, en Málaga, ilustra esta situación: «Se metió en casa una avispa muy grande, como de un dedo de largo, y pensamos que era un avispón de los que se habla ahora». Por la descripción del animal, a falta de alguna imagen, se llegó a la conclusión de que se trataba de una avispa mamut o puñal (Megascolia maculata), la más grande de su clase en Europa, pero muy rara de ver en zonas urbanas y que no da problemas.

Aparte de su gran tamaño, se reconoce porque su abdomen es negro con lo que parecen cuatro cuadros amarillos en la parte superior, pero son mucho menos coloridos que los otros. En este caso, es una parasitoide, por lo que alimenta a sus crías con larvas de otros insectos, sobre todo de escarabajos, por lo que no ataca a las abejas y tampoco forman avisperos.

El avispón autóctono (crabro) se identifica por su abdomen, casi completamente amarillo, con pintitas negras. De hecho, este factor será clave para diferenciarlo de la velutina (cuando llegue) que tiene el cuerpo de un tono anaranjado. El crabro también ataca a las abejas, pero lo ha hecho desde hace siglos y ha mantenido con estas un equilibrio ecosistémico. El problema es que las invasoras rompen esa estabilidad y añaden más presión sobre una especie que es vital para la polinización y, por tanto, para la supervivencia del ser humano.

En caso de duda, Raimundo Real recomienda a quien se encuentre con un ejemplar poco común que tome una foto con su móvil y la pase por la aplicación 'Google Lens'. Si la toma es suficientemente nítida podrá ofrecer imágenes parecidas que están en la nube, por lo que sería fácil identificarla. «De este modo, también podemos hacer ciencia ciudadana y ayudar a localizar las especies que llegan con más rapidez», concluye el investigador.

Una vez comprobado que son realmente avispones orientales, es el momento de avisar a las autoridades (ayuntamientos y bomberos) para localizar los nidos y retirarlos. En este punto, Raimundo Real advierte de que estamos en uno de los «momentos críticos» del año, cuando empiezan a salir las nuevas reinas que montan nuevos nidos, que además suelen estar escondidos (sobre todo, debajo de tejas en los tejados) y son muy difíciles de ver.

Por eso, estos días son propicios para hacer una campaña de presión y eliminar las reinas, lo que limitará la fuerte expansión de la especie. «Deben acudir a los servicios municipales para que se encarguen de retirarlas».