La moda de los váper se extiende entre los jóvenes malagueños y genera problemas en los institutos
Prohibido en las normas de convivencia, su uso en recreos o en los baños es cada vez más frecuente y obliga a los equipos directivos a sancionar con la expulsión del centro
Vapear –definido por la Real Academia como «aspirar y despedir, en sustitución del tabaco, el vapor aromatizado que genera un dispositivo electrónico»–, se está extendiendo ... entre los jóvenes y en muchos institutos malagueños ya está generando problemas de convivencia. Los equipos directivos se están viendo obligados a abrir expedientes sancionadores, que implican la expulsión del alumno entre uno y tres días, en el mejor de los casos, o de periodos más largos en casos de reincidencia o si se acumula a otras faltas.
En sus normas de convivencia, los centros prohíben expresamente fumar dentro de sus instalaciones. Y, en este caso, aunque se trata de un dispositivo electrónico, tiene el mismo tratamiento que si se fumara un cigarrillo.
Aunque en muchos casos los jóvenes aprovechan la hora de recreo para salir a la calle a fumar, otros muchos lo hacen en los baños, e incluso en la misma clase. Es lo que ha ocurrido por ejemplo en el IES La Rosaleda esta misma semana. «Un alumno se puso a vapear en el transcurso de la clase y generó un conflicto con la profesora, a la que desobedeció en todo momento. Se le ha abierto un parte y ha sido expulsado», explica el director, José David Triguero. No muy lejos, en el IES Guadalmedina, lamentan que esta práctica se está extendiendo entre sus alumnos. «Un día llegué a clase, y como ahora tenemos las ventanas cerradas, de momento percibí por el olor que habían estado fumando», relata una profesora. En otros casos, explica, se buscan lugares apartados en el patio, o utilizan los baños para fumar. «Tenemos que estar constantemente en alerta y solo les dejamos ir al baño de uno en uno, y controlándolos, porque muchos tienen ya una dependencia total», señala.
El director del instituto Miraflores de los Ángeles, Jorge Arrabal, coincide en que se trata de una práctica que está registrando un aumento «indiscutible» entre sus alumnos. También, como en los casos anteriores, los jóvenes fuman incluso dentro de la clase.
«Es salir del instituto y ya están con el váper», lamenta Diego Palacios, director del Nuestra Señora de la Victoria (Martiricos), que advierte de los efectos perjudiciales de estos cigarrillos electrónicos. En su instituto han tenido de momento un par de casos de expedientes por fumar dentro del centro, pero teme que es un problema que «irá a más, porque está muy generalizado entre los jóvenes». La sanción supone en principio la expulsión de 1 a 3 días, por conductas contrarias a las normas de convivencia. Si se reindice pasa a ser considerada una conducta grave, con una sanción mayor.
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También en el IES Mediterráneo ya se han dado casos de alumnos fumando en el centro. Su director, Juan Ignacio Santos, explica que «actuamos al igual que si fuese un cigarrillo convencional: se lo retiramos, le apercibimos por escrito y se lo comunicamos a los padres». En función de las circunstancias, conlleva sanción consistente en la suspensión del derecho de asistencia al instituto durante un periodo superior a tres días lectivos e inferior a un mes, al calificarse como «actuaciones perjudiciales para la salud y la integridad personal de los miembros de la comunidad educativa del centro, o la incitación a las mismas» y por tanto, forma parte de las denominadas conductas gravemente perjudiciales para la convivencia en el instituto.
La directora del IES Santa Bárbara coincide con sus compañeros en que se trata de un problema que va a más en los institutos. Lorena María Pérez confirma que hasta el momento han impuesto seis sanciones por fumar en el centro, tanto en los baños como en el recreo, incluso en clase, delante del profesor, o en excursiones. La jefa de estudios, Amparo Moreno, señala que han tenido que reforzar las guardias para vigilar a los alumnos y cerrar zonas del patio más escondidas y advierte también del problema sanitario que supone la costumbre de compartir el váper entre los alumnos.
«También es frecuente verlos a la entrada y salida del centro», lo que supone un mal ejemplo para el resto de estudiantes, sobre todo los más jóvenes. La directora apunta que han pensado poner en conocimiento de la policía estos hechos, por si pudieran ejercer alguna acción persuasiva.
No lo ven un problema
Por su parte, los estudiantes ven en el cigarrillo electrónico una alternativa al tabaco tradicional. En la puerta del IES La Rosaleda, la media hora de descanso de la mañana es un hervidero de jóvenes, la mayoría con un cigarro en la mano y algunos con el váper. Javier, de 2.º de Bachillerato, dice no ser consciente de sus peligros, todo lo contrario, debate con sus compañeros que es menos perjudicial que el tabaco. Lorena, estudiante de FP, se sumaba a la teoría de que puede ayudar a dejar de fumar. Preguntados por la opinión de sus familias, la mayoría dicen que lo saben y que no les han prohibido fumar con váper.
El Reglamento de Organización y Funcionamiento de los centros recoge las conductas prohibidas. Así, por ejemplo, el del IES Campanillas considera conductas gravemente perjudiciales para la convivencia «consumir o incitar al consumo de tabaco en cualquier dependencia del centro». O en el Juan de la Cierva, de Vélez-Málaga, se indica que «de acuerdo con la legislación vigente, a ningún miembro de la comunidad educativa le está permitido fumar en el recinto escolar. Asimismo, está prohibida la venta y el consumo de bebidas alcohólicas». El ROF del IES Santa Bárbara es muy explícito: «No se puede fumar en ningún espacio del instituto».
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