Málaga tiene futuro
La provincia ganará 128.000 habitantes en los próximos 15 años y salvará a Andalucía de perder población. Será gracias a la inmigración, ya que la natalidad seguirá bajo mínimos y el envejecimiento se acelerará: en 2035 habrá un 52% más de jubilados
La pandemia ha provocado un terremoto sin precedentes en unas estadísticas, las demográficas, que no están acostumbradas a sobresaltos, sino a tendencias constantes y variaciones ... sutiles a lo largo del tiempo. La anomalía más evidente que va a quedar reflejada en las curvas de evolución de la población es la de la mortalidad: hasta principios de diciembre en España hay acumulado un exceso de 72.705 fallecimientos en comparación con el mismo periodo de 2019 (un 18,6% más). Ese aumento en Málaga ha sido de 1.565 muertes, un 13,1% más que hasta la misma fecha del año pasado.
Tales dimensiones alcanza la tragedia que ha obligado al Instituto Nacional de Estadística (INE) a modificar sus previsiones demográficas para los próximos quince años. El principal cambio proyectado es la disminución de los movimientos migratorios con el exterior, que va a romper la tendencia de los últimos años y a su vez hará que la población crezca más lentamente.
Sin embargo, en el caso de Málaga, el INE no prevé que la pandemia ensombrezca un futuro que, en términos demográficos, es brillante. Málaga va a ser la provincia andaluza que más población ganará en los próximos quince años: nada menos que 128.107 habitantes, alcanzando así los 1.811.378, un 7,6% más de los que tiene ahora. De hecho, Málaga va a salvar a Andalucía de perder población: sin su crecimiento, la región perdería en conjunto 86.612 residentes entre 2020 y 2035. En lugar de eso, ganará 41.495.
De las ocho provincias andaluzas, solamente Málaga y Almería experimentarán un aumento vigoroso de población. Hay otras dos, Huelva y Granada, que crecerán, pero débilmente: la primera sumará 6.186 vecinos y la segunda, 1.658. Las cuatro provincias restantes sufrirán una verdadera sangría poblacional: la que más, Jaén (63.724, casi el 10% de su población actual), seguida de Córdoba (44.157, un 5,6%), Cádiz (29.600, un 2,4%) y Sevilla (19.380, un 1%).
El dinamismo demográfico proyectado para Málaga no sólo destaca a nivel regional. Es la cuarta provincia que más habitantes ganará de todo el país, por detrás de Madrid, Barcelona y Baleares. A Remedios Larrubia, directora del Departamento de Geografía de la Universidad de Málaga, no le extraña en absoluto esta predicción del INE «porque la trayectoria de la provincia viene siendo así a lo largo del sigo XX y lo que llevamos de siglo XXI: ha mantenido un crecimiento demográfico importante».
La crisis demográfica no es un problema del que Málaga tenga que preocuparse en los próximos 15 años, al menos en su conjunto (otra cosa es el proceso de despoblación que sufren los municipios más pequeños del interior de la provincia). ¿Por qué? «Málaga es una ciudad muy atractiva para vivir por su clima, su situación geográfica y el gran desarrollo del turismo, que necesita mano de obra de un espectro muy amplio de cualificación y eso la hace capaz de acoger a gente diferente. También por las mismas razones recibe población de edad avanzada de Europa occidental que busca un lugar de retiro«, explica Larrubia.
Si Málaga va a ganar tantos habitantes en los próximos años no va a ser, desde luego, por un auge de la natalidad, sino por la llegada de población foránea, tanto de otros lugares de Andalucía y de España como de otros países. El INE pronostica que a lo largo de los próximos quince años, la provincia irá engrosando su saldo migratorio, es decir, la diferencia entre las personas que vienen a vivir aquí y las que se van de aquí a otros lugares. Este año la previsión es que entren 29.500 residentes y salgan 21.150, así que el neto a favor de Málaga será de algo más de 8.000 personas, el mayor de Andalucía. Y esta cifra va a ir aumentando hasta rozar las 14.000 en 2034.
Un imán poblacional
Este saldo migratorio aumentará porque Málaga va a potenciar aún más su capacidad de atracción de población. Para dentro de quince años, el INE prevé que la provincia reciba anualmente más de 24.500 inmigrantes foránea , el doble de los que ha recibido en 2020. Málaga será para entonces la quinta provincia que más población extranjera acoja de todo el país. El 23% de sus vecinos serán de nacionalidad no española.
Y a este flujo migratorio internacional se suma el de población procedente de otras provincias, que es menor pero no desdeñable, pues aporta unos 18.000 nuevos residentes anuales. Hay que matizar que cuando habla de inmigrantes, el INE no sólo se refiere a los que vienen a trabajar, sino a cualquier persona que venga de otro lugar, lo que incluye también a jubilados, por ejemplo.
El crecimiento demográfico de los próximos quince años vendrá exclusivamente de la inmigración, ya que en la provincia va a morir más gente de la que nazca. Hasta 2019, Málaga se ha resistido a entrar en lo que se conoce como «crecimiento vegetativo negativo», que no es otra cosa que tener más muertes que nacimientos. Pero lo previsible es que se cruce esa barrera este año, en el que la mortalidad será récord como consecuencia de la pandemia. España en su conjunto lleva registrando crecimientos negativos desde 2015.
Esta falta de reemplazo generacional es fruto de varias tendencias sociales como son la caída de la natalidad, el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. Respecto a la primera, el INE no prevé grandes cambios. La tasa de natalidad bajará hasta tocar fondo en 2029 y, a partir de ahí, empezará a remontar, pero de forma muy lenta.
Larrubia lo tiene claro: no hay soluciones mágicas para subir la natalidad. «No creo que vaya a haber cambios importantes, se tomen las medidas que se tomen. Está demostrado que las políticas natalistas no suelen tener mucho éxito porque hay una causa de fondo: las personas tienen unas aspiraciones diferentes a las de antes. Ahora las personas, tanto hombres como mujeres, se quieren realizar profesionalmente y sólo se plantean tener hijos cuando se dan unas condiciones ideales. Hay que aceptar que la sociedad ha cambiado», reflexiona.
El reto del envejecimiento
Pero el mayor cambio social de los próximos quince años va a ser otro: el del envejecimiento, que se va a acelerar de forma muy visible. Para 2034, vivirán en la provincia un 53% más de personas mayores de 65 años de las que hay ahora. En el caso de los nonagenarios, serán el doble. Hoy el porcentaje de población jubilada en Málaga se acerca al 18%. En 2034 habrá rebasado el 25%.
Los retos que generará el envejecimiento poblacional son «múltiples y profundos», según Remedios Larrubia: «Para la estructura económica y del mercado de trabajo, para las pensiones y el estado del bienestar... Me preocupa especialmente este fenómeno combinado con el de la despoblación en los pequeños pueblos del interior, que van a tener una tasa de dependencia muy alta. ¿Quién va a atender las necesidades de estos mayores?«, plantea.
Otros cambios ya en marcha que van a acentuarse en los próximos quince años tienen que ver con la distribución territorial de la población malagueña. Continuará la concentración en la franja litoral, que no es nueva, pero también en municipios del área periurbana de la capital a los que Málaga 'expulsa' población, como Cártama, Alhaurín de la Torre, Alhaurín el Grande, Coín o Rincón de la Victoria, que actualmente son los que gozan de mayor vitalidad demográfica. Por contra, los municipios de menos de 1.000 habitantes de comarcas como el Genal, la Sierra de las Nieves o la Alta Axarquía verán agravarse su riesgo de despoblación «si no se toman medidas para remediarlo», advierte la experta.
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