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Vista panorámica del litoral de Málaga capital. Ñito Salas

Málaga, ante el junio con el mar más caliente de la historia: picos de siete grados sobre la media

Este fin de semana se alcanzaron los 25,7 grados en la boya del puerto. Desde el Centro Oceanográfico ofrecen claves y muestran su preocupación, aunque matizan que aún se pueden aplicar muchas acciones

Martes, 24 de junio 2025, 00:23

La temperatura media del agua de mar en junio en la Bahía de Málaga es de 18,5 grados centígrados desde que existe la serie histórica (1984). Este fin de semana, la boya del puerto marcó unos inquietantes 25,7. Es un fenómeno constante y al alza, favorecido por la inercia. Siempre un escalón por encima. Cada año un registro que se estima como excesivo. Desde el Centro Oceanográfico ven el fenómeno con preocupación, pero matizan: no hay que caer en alarmismos porque todavía se pueden desarrollar muchas políticas y cada uno de nosotros tenemos cosas que aportar.

25,7

grados ha medido la boya del puerto de Málaga este fin de semana. La media histórica es de 18,5 en junio. Desde principios de mes se han medido este año valores de 19 grados o más. Será inevitablemente el mes más cálido de la serie. Hasta ahora, lo era el de 2017, con 20,7 grados.

Manuel Vargas, experto del Centro, ya radicado en el puerto de Málaga tras décadas en Fuengirola, compara el desarrollo del arranque del verano con el de 2017, que ha sido el que ha arrojado valores medios más altos en el agua (20,7). Probablemente, este mes de junio termine por encima de aquel y se convierta en el más alto de la serie. Queda una semana pero las predicciones no parecen dar tregua.

A principios de junio, ya se registraban valores de 19 grados, ya por encima de la citada media de 18,5. Para el 10 de junio, la temperatura alcanzaba los 20,7. Hasta el pico reseñado del fin de semana. Vargas compara estas temperaturas con las de Baleares, en la franja que va desde el Cabo de Palos (Murcia) y las islas. Las Baleares de antes, claro. Porque a este fenómeno no escapa nadie. Incluso el Mar de Alborán sale mejor parado que otras latitudes debido a algún factor determinante como es el terral. Sí, al contrario de lo que pueda parecer, este viento produce un reseteo del agua, en nutrientes y temperatura.

27

grados es el récord medido en Málaga. Fue el verano pasado. Y se superaron los 26 del año anterior.

Lo de Baleares es caso aparte. Según el registro obtenido por la Red de boyas de Puertos del Estado, en la boya de la islote de Dragonera (Baleares), la temperatura del mar ascendió hasta alcanzar un nuevo récord con una temperatura de 31,87. Era el 12 de agosto del año pasado. Hacía dos años se había rozado el mismo registro.

Datos por múltiples fuentes

El Instituto Español de Oceanografía, a su vez integrado en el Centro de Investigaciones Científicas (CSIC) emprende cada verano una campaña en barco de medición de parámetros por todo el litoral mediterráneo. Estos valores, junto con los de las boyas, satélites y otros medidores como los perfiladores del proyecto Argo van alimentando el big data del estado de salud de la mar, incluyendo previsiones. Todos los registros se procesan y pueden consultar en el programa Copernicus de la Unión Europea. El objetivo general es proveer de información exacta, fiable y continua del medio ambiente. No sólo de la mar.

31,87

grados centígrados se midieron en la isla balear de Dragonera como récord absoluto nacional en agosto del año pasado.

En Málaga, también existe un observatorio submarino emplazado frente a los Baños del Carmen, el Mareto, dotado con todo tipo de sensores y cámaras de 4k y conectado al Centro Oceanográfico. Sin embargo, en su primer año de vida, de momento, da fallos frecuentes. Pero es un arma más en este arsenal para medirlo todo y extraer conclusiones.

Vargas explica de manera comprensible el uso de los perfiladores del programa internacional Argo, que se puso en marcha en 1999. Son unos aparatos que se lanzan al mar y se hunden unos 1.000 metros porque a esa profundidad no hay corrientes fuertes. Cada día descienden hasta los 2.000 e inician subida midiendo fluorescencia (clorofila), salinidad, PH, temperatura...

No puede decirse, por lo tanto, que cuando hablamos de olas de calor marinas como las que afectan a las costas malagueñas, sea algo carente de consistencia. Es que la media histórica en julio es de 20,3 grados en la provincia. Es menos de lo que ahora se viene midiendo un mes antes.

Estamos, por lo tanto, ante un mes de junio con temperaturas pico en el entorno de 7 grados por encima de la media. Y esta vez el clima terrestre y el marino sí van de la mano. Explica Vargas que el predominio de los vientos del sureste contribuyen a calentar la superficie del mar. El agua, por decirlo gráficamente, se acumula junto a la costa y coge temperatura.

El registro más alto de la historia de Málaga se dio el verano pasado, 27 grados en agosto. «Es una barbaridad. Son registros propios de Baleares. Pero es que en 2023 ya fueron un hito en la provincia los 26. Llevamos un tiempo que cada que hay una ola de calor batimos un récord», explica el científico.

Agosto y el fenómeno del terral

Las temperaturas más altas se dan por lógica en agosto. Y ahí la media es de 21,5. «Antes nos íbamos a 24 grados. Y luego bajaba con el terral a 17 ó 18. Si seguimos usando el referente de la serie histórica, los últimos años están fuera de rango», incide.

Vargas señala que el fenómeno global del cambio climático y el calentamiento de los mares incide en la recurrencia de fenómenos como danas potentes. No hace falta irse muy lejos para atestiguarlo tras un año hidrólogico accidentado en las Cuencas Mediterráneas. Y también puede incidir en la 'tropicalización' de las especies marinas. Sin embargo, en este punto, opina que no todo es atribuible al calentamiento. Ha aumentado mucho el tráfico marítimo: «Cada vez se van encontrando especies más propias de otros lugares, como el Mar rojo. ¿Puede tener que ver el cambio climático? No cabe duda. Pero al final hay otros factores. Esas especies no han llegado volando. La mano del hombre abrió el Canal de Suez y luego se ensanchó. Están los tanques de lastre de los barcos. Cuando van vacíos cargan con agua por flotabilidad. Suelen tener tratamiento para ser asépticos pero la realidad es la que es. Y se trasladan especies de una punta a otra del mundo. Y ya a partir de ahí incide la adaptación que puedan tener».

Y eso que el terral en Málaga aquilata el valor de un fenómeno conocido como 'afloramiento'. Vientos de componente oeste muy seguidos empujan las aguas costeras mar adentro y a su vez producen un circulante de las aguas profundas hacia la superficie. El resultado es que aguas que puedan rondar los 16 grados refrescan las más superficiales, que pueden alcanzar hasta los 27 en un día de récord. «Nuestras aguas son ricas en nutrientes. De forma natural, el terral 'abona' el mar. La materia orgánica que se descompone no nos sirve de nada en el fondo porque allí no hay luz, pero este ascenso de las aguas profundas consigue este efecto beneficioso», explica Vargas Yáñez, que además es miembro fundador del Grupo Mediterráneo de Cambio Climático.

El factor de cercanía al Estrecho también hace su función y mitiga en parte la temperatura del agua.

Vargas afina al indicar que desde el límite con la provincia de Cádiz hasta la zona de Calaburras se producen determinadas dinámicas de corrientes que protegen aún más del recalentamiento estas aguas. Las concentraciones de clorofila en este entorno son altísimas y llegan a alcanzar los 4,5 miligramos por metro cúbico. Este sustrato favorece la proliferación de la vida marina.

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