Maestros y gitanos, un referente para avanzar contra la discriminación y exclusión
Los hermanos Plantón Amador asumen la responsabilidad de ser ejemplo para los niños y niñas a los que enseñan en La Palmilla
De pequeña jugaba a ser maestra con sus muñecas. Ahora enseña a niños gitanos, como ella. También a magrebíes, sudamericanos o de Europa del Este. ... Lorena ha seguido los pasos de su hermano, Francisco, y de su padre, José Antonio Plantón, y ha encontrado en la educación la mejor manera de ayudar a su comunidad. Hermanos, maestros y gitanos, Francisco y Lorena son un referente entre su comunidad para avanzar en igualdad gracias a la educación. Ellos saben del poder liberador de la escuela, y asumen sin complejos esta responsabilidad. «Es la mejor herramienta que tenemos para mejorar la sociedad; los niños y niñas gitanos nos ven como a iguales y piensan, 'puedo llegar a ser como ellos'; esto es lo más importante de nuestro trabajo», afirma Lorena.
Activistas por los derechos de los gitanos desde muy jóvenes, Lorena y Francisco han tenido en sus padres el mejor ejemplo. Su madre es monitora escolar y su padre, uno de los primeros maestros gitanos de España e investigador y divulgador de la cultura gitana, con varios libros publicados sobre la lengua romaní.
Francisco, de 27 años, trabaja en el colegio nuestra Señora del Pilar, de Ciudad Jardín. Y Lorena acaba de graduarse en la Universidad de Málaga en Educación Primaria, mención Escuela inclusiva y diversidad social. Mañana viernes cumplirá 23 años e imparte refuerzo educativo en el centro ciudadano Jorge Macías de La Palmilla.
Hoy se cumplen 50 años del primer congreso internacional Gitano, celebrado en Londres en 1971, en el que adoptaron sus símbolos propios: la bandera azul y verde con una rueda roja y el himno, 'Gelem, Gelem'. Desde entonces es el Día Internacional del Pueblo Gitano. Es un día muy especial para ellos, afirman Francisco y Lorena, pues supuso el comienzo de un movimiento en la lucha por sus derechos y en la reivindicación de igualdad y respecto. En este medio siglo el avance social y cultura «ha sido enorme», reconoce Francisco, aunque también apunta que la imagen de la comunidad gitana sigue perjudicada por el «racismo estructural» en la sociedad española.
Crecieron entre libros, tizas y pupitres, por lo que no es extraño que su vocación les haya llevado a formarse y trabajar en la educación. Francisco se muestra seguro y convencido de la gran capacidad de cambio y transformación que supone la escuela. De hecho, sostiene que gran parte del profundo cambio que ha experimentado la comunidad gitana en estos últimos años ha venido de la mano de la enseñanza, de la escolarización y de la llegada a la universidad de muchos gitanos como ellos. Para Lorena, que los niños y niñas gitanos tengan en maestros gitanos como ellos un referente y un ejemplo es fundamental para que se sientan reflejados e identificados. Como mujer, siente además que las niñas sufren una doble exclusión, como gitanas y como mujeres. «Mi mayor satisfacción es que niñas a las que doy clase tomen conciencia de que pueden llegar muy lejos, donde se propongan. Para conseguirlo trabajo con ellas el referente de la mujer gitana en la ciencia, el arte o las matemáticas», explica.
Escuela inclusiva
El refuerzo educativo que imparte Lorena va dirigido a niños y niñas que necesitan este complemento en su formación. Con su hermano comparte a algunos de estos alumnos, y ambos aseguran que es un programa con el que se consiguen muy buenos resultados, pues el rendimiento de los alumnos mejora con estas clases por las tardes. En ellas, Lorena pone en práctica lo aprendido en la facultad y trata de «motivarles y que disfruten con lo que hacemos, aprender jugando».
Una historia de resistencia
La Fundación Secretariado Gitano ha difundido una declaración institucional con motivo de este día internacional. Asegura que la de los gitanos ha sido «una historia de resistencia, marcada por las persecuciones, el rechazo y la discriminación, pero también por gitanos y gitanas que han contribuido desde distintos ámbitos al desarrollo cultural, artístico, social y económico de nuestro país». Aplauden que la nueva Ley de Educación, «aunque tarde, viene a reparar de alguna manera una injusticia secular: la invisibilidad del pueblo gitano en la trayectoria histórica de nuestro país». La crisis sanitaria, además de las pérdidas de vidas, ha supuesto el agravamiento de las condiciones sociales y económicas para aquellas familias gitanas que ya estaban en situación de pobreza y exclusión social. «Les ha impedido ganarse la vida a través de la venta ambulante o se han visto expulsados de un mercado laboral que viven desde la precariedad. El alumnado gitano, ya por detrás de la media, se ha visto en gran medida relegado por la digitalización de la enseñanza». La declaración institucional reclama a los poderes públicos un compromiso efectivo con el pueblo gitano que debe traducirse en medidas concretas para reducir la desigualdad, luchar contra la discriminación, y avanzar en derechos y ciudadanía. «No esperemos otros 50 años para reparar esta injusticia histórica», señala.
Los jóvenes gitanos en la universidad han dejado de ser una excepción. Otra cuestión es su «visibilidad», indica Lorena, pues en algunos casos se usan expresiones como 'no pareces gitano' o directamente pasan desapercibidos. En la carrera, la mención de Escuela inclusiva es lo que más la ha motivado. «He aprendido mucho en temas de igualdad y diversidad, y es lo que ahora trato de llevar a la práctica». En La Palmilla hay una gran multiculturalidad, pues la mayor parte de la población ya no es gitana, como hace años, sino que han llegado de otros muchos países. «Hay mucha diversidad cultural, por lo que es fundamental trabajar la inclusión; lo bonito de este trabajo es enriquecernos entre todos y sacar lo mejor de cada uno, fomentar valores positivos, la empatía y crear vínculos con otras culturas. Compartir –sostiene Lorena– ese enriquecimiento».
Como activista por los derechos de los gitanos (Francisco preside la asociación Aire Nuevo Caló), considera que la educación es la herramienta para el avance de su comunidad, aunque propone que la escuela «se haga gitana, que estructuralmente la sintamos como nuestra», dice. Y pone como ejemplo que cuando se explica el Holocausto, los libros hablan de los 6 millones de judíos exterminados, «pero se silencia que entre medio y un millón de gitanos murieron en los campos de concentración». O que no se haga referencia a la aportación gitana en la cultura, la literatura, la poesía o el arte, y solo se les tenga en cuenta en el flamenco.
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