«Llegan en una situación muy precaria y en 'shock'»
Trabajadores sociales advierten de la necesidad de mantener la ola de solidaridad en el tiempo: «Hacerles sentir como en casa es trabajo de todos»
«Llegan en una situación muy precaria, en 'shock'». Así lo resume Miguel Ángel Castillejo, de Accem. No es una experiencia nueva para quienes llevan ... años trabajando en asociaciones especializadas en atención a refugiados: «Nunca te acostumbras. Es duro escuchar lo que cuentan». En los pisos de acogida de estas organizaciones viven personas procedentes de Siria, Venezuela, Colombia, Mali, el África subsahariana y otros territorios ahogados por los conflictos: «Muchos son padres o madres que vienen solos con sus hijos o víctimas de trata, torturados, personas que sufren traumas derivados de las situaciones que han vivido... No hay un perfil concreto. Ucranianos, por ejemplo, hemos tenido varios en los últimos años porque el ataque a las fronteras con Rusia lleva tiempo produciéndose».
La avalancha de ayuda registrada estos días le recuerda a Francisco Cansino, de CEAR, al caso del pequeño Aylan, el niño sirio de origen kurdo que apareció ahogado en una playa. Sólo tenía tres años. Aquella imagen conmocionó al mundo y movilizó a la comunidad internacional. Pero luego el asunto, el drama que escondía esa fotografía, acabó evaporándose. Por eso considera que la ayuda de mayor utilidad es «hacerles sentir como en casa, y eso es trabajo de todos». Porque a los refugiados les espera un largo camino: vencer la incertidumbre, enfrentarse al impacto inicial y asimilar lo que está ocurriendo, además de empezar una nueva vida que incluye la búsqueda de un empleo o la escolarización en un país lejano del que no conocen el idioma ni las costumbres. «Podemos acogerlos en las calles, en los colegios, en los parques, en los supermercados, siendo amables, poniéndolo fácil», incide Cansino.
Naciones Unidas elevó ayer a 1,7 millones el número de ucranianos que han huido del país por la invasión rusa, escapando de la guerra. La mayoría se mantiene de momento en países limítrofes como Polonia, aunque cada vez son más los que ponen tierra de por medio hasta destinos como España. Se trata sobre todo de mujeres y niños que han cruzado la frontera solos por la obligatoriedad de que los hombres se queden en Ucrania para batallar. «Garantizamos toda la solidaridad», se comprometió el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, hace unos días. Ahora es momento de demostrarlo.
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