Juan Manuel Ortiz: «El Seminario tendrá el futuro que el Señor quiera»
El rector del centro de formación reflexiona sobre la vocación sacerdotal en la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, patrona de la institución
ENCARNI LLAMAS
Málaga.
Domingo, 8 de diciembre 2024, 01:00
Hoy es un día grande para toda la familia del Seminario, a las puertas de comenzar los actos con motivo del Centenario de su construcción, ... en el que tradicionalmente los nuevos seminaristas reciben la cruz del Buen Pastor como muestra de acogida. Este año será Álvaro Dawid de Vera quien la reciba. Un joven de 25 años, de la parroquia de San Fernando, en la barriada del Cónsul, que ha entrado en el Seminario tras estudiar Periodismo e Historia y hacer un profundo proceso de discernimiento.
En la Eucaristía de las 11.30 horas, presidida por el obispo, Jesús Catalá, el seminarista David Mezcua recibirá el ministerio de lectorado y Huberto Owono el de acolitado, lo que supone un paso más hacia la ordenación sacerdotal de ambos.
«El Día de la Inmaculada nos reunimos para celebrarlo junto a nuestras familias, a nuestro obispo y a muchas de las personas que colaboran con nosotros cada día para hacer realidad el «milagro» de la existencia de nuestro Seminario Diocesano», afirma el rector, Juan Manuel Ortiz Palomo.
El número de seminaristas ha bajado en los últimos años y en la actualidad son 11, contando con los tres que recibieron el diaconado el pasado mes de octubre y recibirán la ordenación como sacerdotes el próximo mes de junio. Se podría pensar que el futuro del Seminario es oscuro pero el rector afirma que «el Seminario tendrá el futuro que el Señor quiera, está claro. Y también, el que todos nosotros, como diócesis, le permitamos. La crisis vocacional es una realidad que se ha instalado en nuestra Iglesia desde hace años. Y este hecho se ve mucho en la cuestión de las vocaciones al ministerio. Pero, por desgracia, algo parecido ocurre con la vida religiosa o con los jóvenes que quieren vivir su vocación al amor como matrimonio. De ahí que sí, que el número de seminaristas es pequeño. Especialmente en una diócesis como la nuestra que se ha hecho muy grande».
Pero esto tiene varios peligros, añade el rector, y «el papa Francisco, cuando se ha dirigido a los formadores de algún Seminario, les ha pedido que sean mucho más cuidadosos en la elección y el acompañamiento de los candidatos, que «no todo vale» para incrementar el número de aspirantes. Es una tentación que luego sufre el Santo Pueblo de Dios. Como nos dejó escrito san Manuel González en nuestra Capilla: «Pastor Bueno, haznos buenos pastores, dispuestos a dar la vida por las ovejas». No hay atajos en el camino de seguir al Maestro. Nunca hemos dejado de trabajar en este ámbito, pero ahora hay que hacerlo con más ganas e ilusión, si cabe. Es una tarea ardua, y parece que no hay muchos frutos. Pero el 'ven y sígueme' de Jesucristo tiene que seguir resonando en la vida de los jóvenes, debemos consagrar a ello nuestros mejores esfuerzos».
Álvaro Dawid de Vera lleva sólo unos meses en el Seminario pero está feliz con la decisión que tomó. «Ha sido un proceso muy gradual», explica. «Soy el pequeño de seis hermanos de una familia creyente. En mi casa, la fe se ha vivido siempre con normalidad. En mi adolescencia sentí el primer pellizco vocacional: ¿y si lo mío fuese ser cura?, pero ahí quedó. Y, estando ya en la Universidad, estudiando el doble Grado en Periodismo e Historia, se me removió aquel pellizco y retomé mi vida de fe, mi encuentro de nuevo con el Señor. En realidad, la pregunta nunca había desaparecido, aunque yo hubiera estado muy alejado de Dios y de la Iglesia en algunos momentos. Y llegó un momento en que dije: vamos adelante», reflexiona Álvaro.
Es el único alumno nuevo que ha entrado este año al Seminario Diocesano de Málaga pero Álvaro está convencido de que no es porque el Señor no llame, «el Señor sigue llamando, pero nos cuesta escucharlo. Los jóvenes vivimos inmersos en mucho ruido y eso nos complica el encontrar a Dios en nuestra vida, pero es posible. Yo le recomiendo a los jóvenes que se sientan llamados a ser curas, que den el paso y sean valientes, porque la recompensa es grande. Yo vivo cada día como un regalo, y también sentí miedo al principio».
Y a los jóvenes, en general, recomienda «que se acerquen a Dios, que Dios existe, y nos sana de nuestras heridas, que todos las tenemos».
Por su parte, el rector está convencido de que «el Señor sigue llamando, sigue tocando el corazón de muchos jóvenes. Hay que pedirle mucho por ellos, para que respondan con generosidad a esa invitación que les hace el Maestro, para que descubran que su vida sólo merece la pena vivirla para darla, y que sólo el Señor puede darles la plenitud que buscan».
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