Joven y jefe | Alcanzar la cima con menos de 30
Los trabajadores de estos tres empresarios malagueños podrían ser sus padres. Juventud y emprendimiento. ¿Un camelo o una historia de éxito?
El éxito viene con la experiencia laboral. Pero estos malagueños demuestran que puede funcionar de otra manera. Son jóvenes, han ascendido y tienen mucha responsabilidad. ... También sobre otras personas. ¿Cómo es eso de ser jefe y no haber cumplido ni los 30? ¿Cómo se es líder aunque tus trabajadores podrían pasar por tus padres?
José González tiene 22 años, es el menor de seis hermanos y dirige Pilarbox, una empresa fundada por él que produce servilleteros interactivos. Lo que empezó con una mera pantalla en los laterales para mostrar publicidad, se ha convertido a día de hoy en un aparato tecnológico capaz de tomar comandas y gestionar pagos. «No es tanto la idea como el saber cómo se pone en marcha», señala.
De poner en marcha empresas sabe bastante. La primera la creó cuando apenas tenía 14 años. Youlightparty era una plataforma y una creadora de eventos especializada en el ocio juvenil. Fiestas para menores de 18 años. Sin alcohol ni drogas, pero sin ahorrar en diversión. «Después de un tiempo comenzamos a organizar los eventos de Coca Cola en Andalucía», añade. Para entonces apenas era mayor de edad.
Luego vino la creación de una red social. El ascenso y la caída de ésta fueron igual de fulgurantes. El golpe fue sonado, pero supo levantarse. José detesta el estigma que se le impone en España a aquellos que algunas vez han tenido que cerrar una empresa. «Con cada fracaso también se aprende», sostiene. Le gusta contar anécdotas del pasado. Pese a su corta edad ya atesora varios logros. A los de su generación les recomiendo creer en sus sueños. De otra manera, él nunca habría alcanzado sus ambiciosas metas.
Pasión por el trabajo
En Pilarbox tiene a 15 personas trabajando por el bien de la compañía. José, de estatura fuerte, pelo arreglado, sonrisa perenne, habla con verbo fluido y transmite la pasión que siente por su trabajo en cada palabra. El despertador suena a las seis de la mañana. Luego va para la oficina, donde tiene su agenda programada a tres semanas vista. Doce horas es el tiempo medio que le dedica al día a su empresa. Lo dice sin orgullo. Simplemente, con menos, no le da para cinco o seis reuniones diarias y para planificar el futuro. Aunque nunca se logra desconectar del todo, él lo intenta obligándose a hacer deporte. «También me gusta salir a cenar los fines de semana con amigos o con mis hermanos», precisa.
La voluntad de ser alguien algún día, de poder influir en la sociedad, de valerse por sí mismo, lo ha heredado de sus padres. «Mi padre es empresario y mi madre también es emprendedora», señala. José acaba de convertirse en el presidente de AJE Málaga, la asociación que aglutina a jóvenes empresarios de la provincia. Lo de ser jefe, asegura, es más un concepto para él que un estilo de vida. «La jerarquía vertical ya no se lleva. A mí me gusta que todo sea horizontal», subraya.
Antonio Manuel llegó a Málaga procedente de su Burgos natal. «Quería estudiar un máster en dirección de empresas y me gustaba la ciudad», recuerda. Previamente, se había licenciado como ingeniero agrónomo. Los conocimientos adquiridos confluyen ahora en Tupl Agro, empresa que fundó a finales de 2017. Aplicar la inteligencia artificial al agro. Ese era el propósito.
Traducido a la realidad significa, por ejemplo, que el agricultor recibe un aviso en el móvil cuando tiene que regar o se le advierte de posibles riesgos para la cosecha por un cambio meteorológico. «Los primeros meses de emprendimiento son como una montaña rusa de emociones. Dependes de un cliente, de un pago. Llegan las dudas. Lo importante es que las ganas superen esas dudas», enfatiza. Aunque sus trabajadores son todos mayores que él, Antonio señala que nunca se ha sentido infravalorado. Tampoco cree en la figura del jefe clásico, muy dado al ordena y mando. «Uno tiene que hacerse valer, claro. Tienes tu postura y la defiendes. Pero escuchar a los demás me hace funcionar mejor», expresa.
Hay tópicos que sí son verdad. Para Antonio, el de que uno es empresario 24 horas sería un ejemplo. «Es difícil desconectar. Pero es mejor hacer algo que me apasiona durante 24 horas que hacer algo que no me gusta durante ocho», precisa. Si tuviera que destacar qué es lo más gratificante, apunta a la sensación de utilidad: «Sentir que algo que has creado tú ayuda a mejorar la vida de alguien».
No solo mejorar la vida de alguien, también la del medioambiente. Es lo que persigue Eduardo Medina. Nacido en Málaga, acaba de cumplir 27 años y ya dirige Activacar. Fundó la compañía para fomentar el 'car sharing' de vehículos eléctricos en empresas. Eduardo es el ejemplo clásico de empresario vocacional. «Desde que entré en la universidad lo hice con la ilusión de emprender», asegura. Eduardo cree que en una empresa sí tiene que quedar claro quién es el jefe. «Es importante que las ideas y los objetivos estén bien marcados», señala.
Sobre el futuro de Activacar se muestra optimista: «Hay un mercado enorme. La empresa va creciendo poco a poco. Ahora el reto es ser un buen empresario». El despertador, en su caso, suena a las seis menos cuarto.
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