El Hospital Clínico usa técnicas ecográficas innovadoras para predecir si un ictus puede repetirse
El centro malagueño es uno de los seis complejos andaluces, y el único de la provincia, en contar con un laboratorio de Neurosonología, que usa tecnología y procesos de alta complejidad y que requiere de una exigente certificación de sus componentes
El Hospital Clínico Universitario Virgen de la Victoria de Málaga es uno de los seis hospitales referentes en Neurosonología en Andalucía, junto al Virgen Macarena ... y el Virgen del Rocío de Sevilla, el Torrecárdenas en Almería, así como Virgen de las Nieves de Granada y Reina Sofía de Córdoba, al contar con un laboratorio especializado, que en el caso del centro malagueño ha sido renovado con el último equipamiento tecnológico disponible y con sus tres profesionales, los doctores Carlos de la Cruz Cosme, César Tomás Martínez y Alejandro Gallardo Tur, certificados por sociedades científicas de reconocido prestigio para aplicar estas técnicas. Se usa así una ecógrafo de monitorización transcraneal y otras técnicas ecográficas innovadoras que ayudan predecir con mucha precisión si una persona que ha sufrido un ictus puede volver a padecerlo.
En este laboratorio de Neurosonología se usan estudios ecográficos específicos dirigidos a valorar la circulación cerebral, en un sentido más amplio del que ofrecen las pruebas convencionales y, además, en «vivo, es decir, observando los cambios que se producen en tiempo real en el paciente, sometido a diversos estímulos para comprobar cómo reaccionaría su circulación cerebral ante alguna eventualidad y así poder predecir el riesgo de sufrir un ictus», explica el neurólogo Carlos Cruz Cosme, quien recuerda que, además de los que integran esta unidad, parte del trabajo se realiza de forma coordinada con la Unidad de Radiodiagnóstico, que «facilita agendas concretas para adelantar estudios de imagen cerebral estática en los casos que, realizado el estudio neurosonológico, lo requieren y en un breve intervalo, dos semanas».
Los pacientes que acuden a esta unidad, que suspendió su labor en pandemia y ahora ha vuelto a la actividad con los últimos adelantos tecnológicos y todo su personal certificado por sociedades de reconocido prestigio tras superar exigentes exámenes teóricos y prácticos, son personas que han tenido un ictus, con o sin secuelas, «y en las que es preciso conocer lo antes posible el riesgo de que se repita y, por lo tanto, pueda dejar secuelas permanentes». Así, se pueden evitar ingresos hospitalarios innecesarios (cuando el riesgo de recurrencia es muy bajo), hasta reducir la estancia en el hospital (adelantando una información en un solo acto, ya que hasta la fecha llevaba más de una semana obtener diferentes pruebas realizadas en días distintos). «El laboratorio permite incluso tomar decisiones importantes con la mayor evidencia, decisiones del tipo si un paciente con una estenosis (obstrucción) de la arteria carótida interna, muy importante porque es la principal vía de llegada de sangre al cerebro, debe intervenirse o debe mantener una actitud conservadora bajo tratamiento médico optimizado, ya que permite obtener datos fiables sobre el riesgo de ambos escenarios, una decisión esta que, sin recursos, se toma con unas garantías de acierto en la decisión muy, muy inferiores», reseña.
Explica Cruz que el ecógrafo de monitorización transcraneal ayuda a determinar si el paciente debe ser sometido a cirugía por la obstrucción de carótida. «Aquí desarrollamos técnicas distintas a las de una ecografía convencional», recalca, para recordar que seleccionan a los pacientes. «Por primera vez en años tenemos la posibilidad de tener información fiable sobre el diagnóstico: entre un 5% y un 10% de quienes sufren estenosis carotídea corren el riesgo de sufrir un ictus en los meses o años siguientes y ahora podemos seleccionar si operarlos o no, hacemos una estimación del riesgo, sobre todo en estos pacientes», dice el doctor Cruz.
Aplican técnicas como la detección de microembolias o el estudio de la vasorreactividad cerebral, una técnica por ultrasonidos que permite evaluar la capacidad de los vasos para regular el flujo sanguíneo en respuesta a distintos estímulos. Indica si el paciente puede vivir, o no, con la obstrucción en la carótida.
Aplicar estas técnicas «es la única forma de obtener cierta información sobre la circulación cerebral, así como de reunir información precoz y, con ello, adelantar la toma de decisiones en este campo, evitando demoras y un problema de salud a los afectados por un ictus o si se sospecha que pudiera haber acontecido uno».
Mil pacientes al año se beneficiarán de este recurso y, de entre ellos, permitirá evitar ingresos innecesarios a unos 100 pacientes al año, así como acortar las estancias a 300 (pasando de más de una semana a dos o tres días). Además, ayudará a resolver dudas sobre la circulación cerebral, tras apurar los demás estudios disponibles sin conseguirlo, a unos 200 pacientes al año, y facilitará la toma de decisiones de relevancia, «como si un paciente debe someterse a una intervención quirúrgica o no para reducir su riesgo de ictus (en función del riesgo real de sufrir esto sin intervenirse y del propio riesgo de la intervención), a otro centenar de pacientes al año».
Cruz recuerda que se trata del «único laboratorio de Neurosonología científicamente validado y con personal médico certificado en la técnica de la provincia: ello va a permitir la detección precoz de problemas y una toma de decisiones precisa y muy adelantada frente al paradigma previo», incrementando la eficacia de la gestión de camas del hospital y evitando «el secuestro a la espera de pruebas programadas de personas que permanecían ingresadas por la demora en la obtención de resultados del modelo convencional», subraya Cruz.
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