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El dirigente socialista, ayer, en el barrio de Teatinos de la capital. Salvador Salas
Heredia, luces y sombras al frente del PSOE

Heredia, luces y sombras al frente del PSOE

Logró la renovación generacional, nuevos liderazgos y ascendió a nivel nacional, pero se va con un partido fracturado y marcado por unas frases contra Sánchez

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Miércoles, 2 de agosto 2017, 01:05

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Con un nudo en la garganta y visiblemente emocionado, aunque sin soltar una lágrima, Miguel Ángel Heredia anunció el pasado lunes a las 17.52 horas que da un paso al lado y no optará a una tercera reelección como secretario general del PSOE de Málaga. Con ello, y aunque aún estará en el cargo hasta el próximo octubre, puso el punto y final a nueve años como capitán del barco socialista en la provincia. Un periodo de liderazgo en el que, como suele suceder, las luces y las sombras comparten protagonismo en la trayectoria de este político nacido en Mollina en 1966 y donde tras su ascenso a la primera línea le ha llegado el momento del declive, con su retirada a un segundo plano.

El 18 de julio de 2008 en el hotel Barceló de la capital, este doctor en Ciencias Biológicas, diputado por la provincia desde 1996, resultó elegido secretario general en sustitución de Marisa Bustinduy al imponerse, como candidato del aparato del partido, al sector crítico encabezado por el profesor Fernando Arcas. En aquel momento era el representante del relevo generacional y su llegada al timón de mando socialista coincidió en el tiempo con el ascenso de Elías Bendodo a la presidencia del PP provincial. Heredia comenzó un camino acompañado por su inseparable y leal escudero Francisco Conejo, formando un tándem que en estos años ha dirigido el socialismo malagueño marcando su propia hoja de ruta, lo que le llevó a distanciarse de parte de la vieja guardia del partido en la provincia y de su tutelaje, entre ellos uno de sus valedores, Salvador Pendón.

Entre las luces de su gestión destacan la renovación generacional en los cuadros del partido (con el ascenso de políticos como Cristóbal Fernández, Pilar Serrano, José Luis Ruiz Espejo o Javier Carnero) y de nuevos liderazgos en los municipios, caso de José Bernal en Marbella, José Ortiz en Torremolinos, Víctor Navas en Benalmádena, Teresa Valdenebro en Ronda, Rosa Arrabal en Nerja o Encarnación Anaya en Rincón de la Victoria. Éstos son o han sido alcaldes de sus localidades. Y ese es otro de los elementos positivos de la labor del secretario general, que tras las elecciones municipales de 2015 y merced a pactos con otras formaciones, gobierna en ayuntamientos del litoral donde los socialistas no tocaban poder desde hace dos décadas. Junto a ello, el PSOE de Málaga ha ganado peso dentro del socialismo andaluz, primero con José Antonio Griñán y ahora con Susana Díaz, donde Conejo forma parte del núcleo duro de la secretaria general.

En el lado negativo de la balanza hay que anotar que durante su mandato como secretario general, Miguel Ángel Heredia no ha logrado unir al partido ya que existe un porcentaje, que ronda el 30%, de críticos con su gestión y su concepción del partido, como se visualizó últimamente en las primarias a nivel nacional entre los sanchistas y susanistas. A ello se une, que de las nueve citas electorales celebradas bajo su mandato, el PSOE en la provincia sólo ha ganado tres (las europeas de 2009 y 2014 y las andaluzas de 2015); a ello se une que ha perdido el gobierno de la Diputación –una institución históricamente ligada a lo socialistas–, no ha logrado el reto que se marcó de lograr la Alcaldía de la capital, donde los cambios han sido constantes; no ha logrado un liderazgo claro y firme y, como sucede a nivel nacional y andaluz, al partido le ha costado adaptarse al actual escenario político con la irrupción de nuevas fuerzas.

En septiembre de 2014 empezó a reforzarse su figura en el Congreso, donde lleva veintiún años, al ser nombrado secretario general del grupo socialista en la Cámara Baja, un cargo desde el que se coordina la agenda y la estrategia política de los diputados. En ese momento Miguel Ángel Heredia se convirtió en los ojos de Susana Díaz en Madrid y la voz autorizada del socialismo andaluz en la capital. Eran los tiempos donde la líder andaluza mantenía buena relación con Pedro Sánchez. Desde ese puesto, el político malagueño empezó a trabajar estrechamente con el secretario general federal, un acercamiento que creó ciertos recelos en el PSOE andaluz, aunque Heredia siempre ha defendido y ha sido leal con Díaz, con la que mantiene una muy buena relación política.

Cuando la relaciones entre Díaz y Sánchez se rompieron y desembocaron en el tenso comité federal del pasado 1 de octubre, Heredia desempeñó un papel fundamental en esa crisis como la voz de la secretaria general andaluza en Madrid y su papel se reforzó en el Congreso, convirtiéndose en el número dos del grupo, tras la dimisión como diputado de Pedro Sánchez. Fue su momento culmen, ganó protagonismo ante la prensa madrileña y se convirtió en el interlocutor con los representantes de otros partidos y organizaciones de diversos ámbitos a nivel nacional.

Declive

Sin embargo, su buena estrella empezó a declinar en pleno proceso para las primarias que auparon de nuevo a Pedro Sánchez a la secretaría general. Allí salieron a la luz pública unas declaraciones suyas en una reunión con las Juventudes Socialistas en las que abogó por disolver el PSC, criticó a Sánchez y llegó a insultar a Margarita Robles, actual portavoz en el Congreso. Con la victoria de Sánchez, fue fulminado al ser destituido como secretario del grupo parlamentario.

Miguel Ángel Heredia, hijo de Antonio y Oliva, una familia humilde de Mollina, tuvo desde muy temprana edad vocación política y se afilió a las Juventudes Socialistas en Málaga, organización que dirigió durante dos mandatos. Quienes le conocen le definen como un trabajador incansable y de trato afable, que en estos años ha hecho miles de kilómetros recorriéndose la provincia y se ha perdido parte de la infancia de sus hijos Miguel Ángel y Curro. Ahora, tras su periplo como secretario general y la etapa de su ascenso político vuelve a un discreto segundo plano como diputado por la provincia, el mismo cargo que tenía en 2008.

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