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En la imagen, mi hermana (derecha) y yo. SUR
Diario de verano

Un Erasmus tardío en Berlín

Durante cuatro meses mi campamento base fue un colchón en el suelo del piso de mi hermana, en pleno corazón de Kreuzberg, y yo no podía irme a dormir más feliz

Domingo, 11 de agosto 2024, 00:06

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Aterricé en Berlín en paro, sin ahorros y sin un billete de vuelta. Por supuesto, tampoco sabía ni papa de alemán. La culpable de ese ... verano, uno de los mejores que recuerdo de mi vida como adulta –pago mis facturas y me mantengo viva, supongo que cumplo los requisitos mínimos para denominarme así– fue mi hermana, Merce. Ella, que siempre ha sido la hija inteligente, ya hacía años que se había marchado al extranjero. Y yo me imagino que, desde la distancia, debió de apiadarse de mí al verme regresar a casa de mis padres con casi 30 tacos. Vaya por delante que ellos son los mejores, pero yo me podría haber tirado por la ventana en cualquier momento. «¿Por qué no te vienes conmigo?», me propuso. No tardé ni 24 horas en comprarme el pasaje.

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