El embajador malagueño en la cumbre mundial del clima en Madrid

Pero algo está cambiando. Los veranos están siendo más cálidos que nunca. Los habitantes de Groenlandia se han hecho al sonido estruendoso que se produce cada vez que se desprende un pesado fragmento de iceberg y se desmigaja luego en las profundidades del Océano Ártico.

Si hubiera que buscar una especie de zona cero del cambio climático, estaría aquí. En ningún otro lugar del mundo avanza tanto el calentamiento global como lo hace aquí. Así se desprende del último informe elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Un certificado que augura un futuro tenebroso, si no se toman medidas de forma inmediata.

Si hay alguien que sabe cómo se siente y a qué sabe el cambio climático cuando este se produce en la puerta de tu casa, es el aventurero malagueño Manuel Calvo. Más de diez expediciones al Ártico le avalan como conocedor de una realidad compleja y con aristas.

Durante sus estancias, ha convivido con varios 'inuit', que es como se conoce a los pueblos que habitan el Ártico. Él conoce sus rutinas y sus costumbres y sabe de unas vidas basadas en la caza y el almacenamiento de alimentos, con el único fin de sobrevivir a unas condiciones meteorológicas extremas.

Su experiencia sobre el terreno le ha valido ahora para ser designado por la Junta como uno de los ponentes que represente a Andalucía en la cumbre mundial del clima, que se celebra durante esta semana en Madrid. Le han pedido que comparta sus impresiones y detalle cómo se perciben los efectos del cambio climático en Groenlandia, y qué consecuencias puede tener para el resto de la población. Calvo intervendrá en la cumbre junto al presidente de la Junta, Juanma Moreno. Ambas intervenciones se encuadran bajo la temática de 'La revolución verde, un compromiso de acción por el clima desde Andalucía'.

«En Groenlandia, el deshielo es una realidad irrefutable. Está poniendo en peligro el estilo de vida de los 'inuit'. Pero sus efectos trascienden al resto del planeta. El deshielo hace que suba el nivel del mar. Si no conseguimos fomentar la conciencia medioambiental, lo que está pasando en Groenlandia solo es el anticipo de lo que vamos a tener en Málaga, en Madrid, en Roma, en Tokio o en cualquier otro rincón del planeta. Esto es muy serio», detalla Calvo a este periódico.

En Groenlandia, la temperatura media se ha incrementado en los últimos siete años en tres grados. Solo durante este verano, uno de los más cálidos de la historia, se han perdido unas 320 gigatoneladas de hielo. Si algún día llega a desaparecer por completo, el nivel del mar podría subir unos siete metros. Para una ciudad costera como Málaga, las consecuencias serían apocalípticas.

«No hace tanto, los únicos a los que nos interesaba Groenlandia éramos los aventureros extremos o los científicos. Ahora, en verano, pueden atracar hasta tres cruceros en el puerto de Ilulissat. Cuando se bajan los turistas de los barcos, lo hacen en manga corta. Algo impensable, no hace tanto», comenta Calvo como ya no resulta insólito que el termómetro escale hasta los 20 grados.

Pero la llegada de turistas no es la principal amenaza. Al menos, por ahora. Es el calentamiento global, así lo atesora Calvo, que está rompiendo ese ciclo vital único, basado en la caza y en el uso de los perros de trineo. «Aquí, el hombre no podría sobrevivir sin el perro», constata el aventurero malagueño. La desaparición del hielo, sin embargo, pone en riesgo la existencia del perro de Groenlandia, una de las razas más antiguas del mundo. Para mantener su pureza, no se permite que perros de otras razas pisen la isla. Estos perros representan el principal medio de transporte en Groenlandia.

Pero al menguar la caza, los 'inuit' empiezan a tener problemas para alimentar a sus perros. Muchos se ven obligados a desprenderse de ellos por falta de comida. «El hielo aquí es la base de todo. Desparece el hielo, empieza a desaparecer también la vida», alerta Calvo.

El Ártico se percibe como algo muy lejano, pero el hombre, señala el aventurero, está más conectado a los polos de lo que pudiera imaginar. «Lo que está pasando es un drama. Debemos actuar, aunque solo sea por puro egoísmo», concluye.