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El cáncer de próstata es el tercero más habitual tras el colorrectal y el de mama, al menos en Málaga. Son 1.222 casos los que se detectaron en 2024, un 2,3% más que en 2023 y, según asegura el jefe del Servicio de Urología del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga, Bernardo Herrera, la tendencia va a continuar no sólo en la provincia, sino en toda España: «El diagnóstico de determinados tumores va a ser altísimo y uno de ellos será el cáncer de próstata». La incidencia en el país es de entorno a 35.000 casos al año y podría llegarse, a partir de 2040, a más de 50.000. Pero hay avances indudables, expone Herrara, como el de la cirugía robótica, que reduce al mínimo las secuelas más temidas: la disfunción eréctil y la incontinencia urinaria.
Ayer, 10 de junio, fue el Día Internacional del Cáncer de Próstata, una jornada que Herrera, que además es experto en cirugía robótica de la próstata e investigador principal del Grupo de Oncología Genitourinaria del Instituto de Investigación Biomédica de Andalucía (IBIMA-Plataforma Bionand), aprovechó para repasar los avances que se están dando frente a esta patología. «La cirugía robótica ha revolucionado el tratamiento quirúrgico del cáncer de próstata, porque permite mantener los resultados oncológicos y reducir mucho las complicaciones asociadas que, fundamentalmente, son incontinencia y disfunción eréctil», recalca.
El doctor añade que, en pacientes con incontinencia, «podemos conseguir tasas de respuesta de un 90% o 95%, y en pacientes que mantienen su erección, hasta de un 80% u 85%. Se ha minimizado mucho el riesgo».
¿Por qué sube? Según el doctor, porque cada vez existen respuestas diagnósticas más precisas. No sólo se hace la correspondiente analítica de PSA (analítica de sangre en busca del antígeno prostático específico, que crece con este mal), sino que se realiza la resonancia magnética, lo que hace que se detecten más casos y de forma más eficaz. Pero también aumenta por el estilo de vida: es un cáncer que no está relacionado con el tabaco y el alcohol, sino con la obesidad, el síndrome metabólico, el estrés y algunos factores dietéticos, expone el doctor. Pero, sobre todo, se relaciona con la edad (1.066 de los 1.222 casos de 2024 se dieron en hombres mayores de 50 años). Y el otro factor es el origen genético, que se da entre un 10% y un 15% de los casos.
El cáncer de próstata conlleva diferentes problemas: uno de ellos es que no da síntomas específicos. «Los síntomas que se producen en el tracto urinario inferior del varón pueden ser atribuibles a múltiples» enfermedades, explica el doctor Herrera, por lo que es esencial que, a partir de los 50 años, los hombres se revisen la próstata acudiendo a su médico de familia o el urólogo. Y, si existen antecedentes familiares, hay que hacerlo a los 40 años.
La mortalidad, de cualquier forma, depende mucho del tipo de cáncer de próstata que afecte al hombre. «Si diagnosticamos a un paciente con una enfermedad localizada y con una agresividad baja, la supervivencia es muy alta, incluso más del 90%», dice, pero si el paciente es diagnosticado a una edad muy avanzada o se detecta tarde el cáncer o, incluso, es de los que presentan una alteración o mutación específica en los genes que «le predispone» para un peor pronóstico, la supervivencia es de entre tres y cinco años. Por ello es fundamental el diagnóstico temprano y, en cuanto al más avanzado, es esencial acceder a «tipificar bien cuáles son las características de ese tumor». Un diagnóstico precoz es el que, en un periodo de tres o cuatro meses, concluye con el estudio completo del paciente (analíticas, exploración, resonancia, biopsia), ya que el tumor crece muy lento en la próstata.
Pero hay más avances: la incorporación a la radioterapia de lo que se conoce como SBRT, «técnicas más localizadas, que permiten dar mayor dosis en menor tiempo», con lo que los tratamientos son más cortos y el interesado ha de ir menos al hospital.
El doctor Herrera presentó en el reciente Congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés), celebrado en Chicago a finales de mayo, una investigación realizada por el Hospital Valle del Guadalhorce (que depende del antiguo Clínico) y el 12 de octubre de Madrid, en la que se ha analizado a aproximadamente 600 pacientes con cáncer de próstata con metástasis hormonosensible y alteraciones moleculares o mutaciones en BRC1 Y BRC2, que son dos genes. El resultado es que estas personas tienen «peor supervivencia, el cáncer progresa rápidamente. Necesitamos identificar a estos pacientes porque hay tratamiento para ellos; si no, no les podemos dar el tratamiento», recalca el doctor Herrera.
Para detectarlos hay que realizar un estudio molecular en laboratorio, aunque esto aún no está incluido «dentro de todos los laboratorios, de todos los hospitales de nuestro país». Una vez realizado ese estudio, han de recibir lo que se llama «medicamentos sistémicos» o inhibidores de PARP, que atacan esas alteraciones o mutaciones moleculares, un tipo de cáncer de próstata que hasta ahora era una sentencia de muerte, pero ahora se abre un horizonte de esperanza para estos enfermos.
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