La crisis deja sin presencia sindical a más de 1.700 empresas en cinco años
Los sindicatos salen de la crisis con menos afiliados, menos poder en las relaciones laborales y una caída en su valoración social, pero reivindican que su papel es más necesario que nunca
Nuria Triguero
Domingo, 31 de enero 2016, 00:35
La última oleada de elecciones sindicales se ha saldado en la provincia con pocas novedades en el reparto de poder (CCOO es líder con casi ... un 42%, UGT tiene el 32%, CSIF el 7,5% y el resto se reparte entre fuerzas minoritarias, según datos provisionales), pero con un importante cambio que afecta a la capacidad de los sindicatos de estar cerca del día a día de los trabajadores. Y es que más de 1.700 empresas que hasta 2011 tuvieron representantes sindicales en su seno ya no la tienen. ¿Por qué? O bien porque han cerrado, o bien porque han reducido su plantilla por debajo de las seis personas (el límite a partir del cual la ley contempla que puede haber delegados de personal) o porque ningún empleado se ha ofrecido para representar a sus compañeros.
Los sindicatos reconocen que la crisis se ha llevado por delante buena parte de su capilaridad en el tejido empresarial malagueño. «Málaga tiene más de un 90% de empresas que no tienen más de 6 trabajadores con lo que no pueden elegir sus representantes», recuerda Pedro Escalona, secretario provincial de organización de UGT. Esta atomización se ha agudizado, de forma que entre 2011 y 2014 hubo 1.300 centros de trabajo en los que no se renovaron a los representantes de los trabajadores. A esta cifra se suman otras 450 empresas que perdieron su representación sindical en 2015. En otras palabras: un tercio de las empresas que antes de 2011 tenían representantes sindicales en Málaga ya no los tienen.
Consecuentemente, el número de delegados sindicales también se ha reducido en los últimos años. En 2014 y 2015 han salido elegidos 6.813 delegados, unos 1.500 menos que en la anterior ronda de elecciones sindicales. ¿En qué se traduce esto? En que las organizaciones sindicales han perdido ojos en las empresas. Aunque mantienen su presencia en las grandes empresas, ahora hay muchas más compañías que escapan a su capacidad de acción directa.
También la afiliación se ha resentido. UGT reconoce una caída del 15% (está en torno a los 26.000 socios). CCOO llegó a tener 40.000 y está en 31.000. Ambas formaciones achacan este problema a la subida del paro y señalan que en 2015 la situación se ha estabilizado. Desde CSIF afirman incluso que, después de tocar fondo en 2013 con 8.400 afiliados, han ido recuperándose y ahora están de nuevo en los 10.000 de antes de la crisis. Si se suman los trabajadores asociados a los tres mayores sindicatos, el total es de 67.000, que suponen alrededor del 18% de la población asalariada de la provincia. Es un porcentaje similar a la media de España.
Afiliación a la baja
La pérdida de afiliación no afecta a todos los sectores por igual. Construcción e industria han sufrido una auténtica sangría al ser los que han sufrido más destrucción de empleo. En cambio, los sindicatos aseguran haber ganado adeptos entre los empleados públicos en plena batalla contra los recortes. «La gente se anima a afiliarse cuando ve que conseguimos logros, como la sentencia que avala la reordenación del sector público andaluz o la de Limasa», afirma el secretario de organización de CCOO Málaga, Fernando Muñoz.
Pero la pérdida de afiliados no ha sido tan fuerte como la que han sufrido los sindicatos en su valoración social. Según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), la confianza de los ciudadanos en las organizaciones sindicales ha caído de un 4,92 de media en 2006 a un 2,6 en 2015. Es decir, se ha quedado en casi la mitad. En este mismo periodo, el porcentaje de población que asegura tener nula confianza en estas instituciones ha pasado del 8,5% al 32%. Esta pérdida de apoyo es inevitablemente comparable a la que han sufrido los partidos políticos tradicionales. El paralelismo incluye también casos de corrupción como el de los ERE o los cursos de formación que salpicaron a UGT en Andalucía. A esto hay que sumar la merma de poder efectivo que han sufrido los sindicatos en el tablero de las relaciones laborales a raíz de las reformas laborales.
Pero aunque hayan visto empeorada su imagen cara a la sociedad, a CCOO y UGT no les ha pasado como al PSOE y al PP con la pujanza de los partidos emergentes. El dominio de los dos sindicatos mayoritarios en los centros de trabajo sigue siendo abrumador. Entre los dos bordean el 80% de los representantes sindicales. Pese a la existencia de multitud de organizaciones minoritarias, sólo CSIF ha conseguido arañarles cuota no sólo en el sector público (donde ya es segunda fuerza), sino en el privado, donde ha crecido un 18% en delegados. Su secretario provincial, Joaquín Pérez, se muestra convencido de estar ante «un cambio de tendencia». «Los trabajadores buscan opciones sindicales alternativas, con un perfil profesional, independiente y menos ideológico», afirma.
¿Cuál es la actitud de los sindicatos mayoritarios ante el escenario postcrisis? ¿Se plantean la necesidad de cambiar para adaptarse a los nuevos tiempos? Ante todo, reivindican su papel como «más necesario que nunca» para «rehacer todo lo que se ha destruido». Su principal objetivo sigue siendo derogar la reforma laboral. Respecto a la necesidad de cambio, Pedro Escalona reconoce que UGT debe «agilizar la estructura, llegar de forma más directa a los trabajadores y quitarnos burocracia interna». En cambio, desde CCOO, Fernando Muñoz descarta toda autocrítica. «La gente que no está vinculada al mundo laboral ve las cosas que dicen los tertulianos en la tele y dice que somos unos chorizos. Pero en el día a día, el trabajador tiene muy claro a quién acudir cuando tiene un problema». Y añade: «Se nos pide que cambiemos pero no tienen ni idea. La relaciones laborales son las que son: hay un empresario y un trabajador. Y tiene que haber un equilibrio».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión