El cura plurilingüe de Torremolinos
Miguel Norbert Ubarri oficia misa en San Miguel en español, francés, inglés, neerlandés, italiano, latín y, en ocasiones y con ayuda, hasta en más idiomas, para atender a una feligresía que se nutre de los turistas y los extranjeros; su parroquia es la única de la Diócesis con un servicio internacional
La unidad pastoral que conforman el monasterio del Sagrado Corazón de Jesús, en el barrio de Montemar; la parroquia de la Madre del Buen Consejo, ... en la zona centro, y la de San Miguel, cerca de El Bajondillo, atiende a una parte del casco urbano de Torremolinos que, como, en realidad ocurre casi en toda la población, tiene una importante concentración de hoteles, viviendas turísticas y apartamentos de alquiler.
Los sacerdotes que están al cargo de estos lugares de culto son Antonio Jesús Jiménez Sánchez y Miguel Norbert Ubarri. Este último, puertorriqueño de nacimiento, a sus 60, hace 6 años que es sacerdote. «Una vocación o una respuesta tardía», bromea.
Formación
Antes de vestir la casulla, Norbert Ubarri tuvo la oportunidad de formarse en Lengua y Literatura, un aprendizaje como filólogo que ha acrecentado con una pasión y una facilidad para los idiomas. «Son dones que da el Señor», concreta.
Con este perfil, la llegada de este sacerdote fue clave para impulsar una labor, encargada por el Obispado, enfocada, precisamente, a atraer a una feligresía en la que, como describe Norbert Ubarri, predomina la gente de paso y extranjera, frente a una población autóctona que escasea por la salida de familias jóvenes y con hijos hacia lugares en los que tienen más facilidad para encontrar una casa. Otro de los efectos de la gentrificación, plantea, en una lectura sociológica de la cuestión.
Con este escenario, surgió la idea de la misa internacional, cada domingo, a las 10.30 horas en San Miguel; esta es la única que, como tal, se celebra en la Diócesis, aunque también hay ritos en otros idiomas, dadas las características poblacionales de Málaga.
A pesar del batiburrillo de idiomas, el oficio dura 50 minutos, al cura no se le olvida un consejo que le dieron para subir al púlpito: «Las misas buenas son como las minifaldas: cortas y que enseñen mucho»
«Para dar participación a todos, algunas partes de la misa son, al menos, en dos o tres lenguas, como la antífona, la homilía, el evangelio y la oración de los fieles», describe.
De este modo, se alterna el inglés, debido a la habitual presencia de jubilados de Irlanda, un país de honda tradición católica; el francés, pues también hay una representación significativa de canadienses francófonos; el neerlandés, clave para conectar con los visitantes y la importante comunidad torremolinense procedente de los Países Bajos; el italiano, por razones similares, y, si se tercia y encuentra colaboración de algún voluntario, hasta el polaco, por citar alguno de los idiomas que se han escuchado en San Miguel.
Además, como apunta el cura Miguel, «para que todos recemos en el mismo idioma, también empleamos el latín», como ocurre con el padrenuestro o la salve, y hasta el griego. «El inglés lo aprendí en el instituto (cabe recordar que Puerto Rico es un territorio de los Estados Unidos); el francés y el neerlandés, gracias a los 12 años que pasé en Holanda y Bélgica; el italiano también lo hablo sin miedo... pasivamente, entiendo 6 idiomas», resume.
A pesar del batiburrillo, como aclara, el oficio se atiene a los 50 minutos de media de duración. A Norbert Ubarri no se le olvida un consejo que le dieron a la hora de subir al púlpito: «Las misas buenas son como las minifaldas: cortas y que enseñen mucho».
La pregunta es si esta fórmula de misa tiene éxito y, a tenor de lo que afirma el cura internacional, así es: «Aunque todo depende, te puedo decir que esta iglesia era de los poquitos del centro y, en muchas ocasiones, logramos el lleno, que son unas 300 personas, con dos terceras partes de extranjeros».
Además, no solo hay que tener en cuenta los fieles no nacionales, también están los que acuden desde fuera de Torremolinos y los españoles de fuera de Málaga que pasan temporadas en este destino tan solicitado.
Y todo ha sido, prácticamente, con el boca a boca, como deja claro Norbert Ubarri, ya que tan solo se hizo una escueta comunicación a los hoteles próximos para informarles de este servicio religioso hace unos años.
Una parroquia que quiere ser 'open mind', en la que se confiesa gente que no lo hace en su lugar de origen y que no es ajena a que Torremolinos es «la capital» de la comunidad LGTBIQ+
Con toda esta mezcolanza, además de la propia de Torremolinos, que como destaca el cura es «muy especial, muy diverso, muy plural», aclara, «lo que nosotros hacemos es una pastoral de puertas abiertas».
Una labor que, de paso, conforme a la misión que les encomendó el anterior obispo Jesús Catalá, es ideal para difundir la devoción del patrón, San Miguel, y la patrona de Torremolinos, la Virgen del Carmen, que, gracias a los feligreses foráneos, se extiende también más allá de los límites torremolinenses.
Una parroquia que quiere ser 'open mind', acorde a la idiosincrasia local, que es aprovechada por muchos para la confesión, por la «vergüenza» de declarar sus pecados ante el sacerdote del lugar donde vive, «ya se sabe aquello de pueblo pequeño, campana grande», justifica el cura portorriqueño entre risas; a la que acuden con asiduidad extranjeros que, en sus país, no practican, y que, como afirma satisfecho Miguel Norbert Ubarri, tampoco es ajena al hecho de que Torremolinos es «la capital» de la comunidad LGTBIQ+.
«Acogemos, de manera especial, a todo el que viene, para que se sientan queridos. Como dijo el Papa Francisco, quién soy yo para juzgar».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión