Mitos y verdades de los medicamentos genéricos
Son fármacos que tienen el mismo principio activo que los de marca y son igual de eficaces, aunque suelen ser de distinto tamaño, color y sabor. Su precio de venta es más barato
Ángel Escalera
Lunes, 23 de febrero 2015, 01:40
Los medicamentos genéricos están rodeados por una serie de bulos o mitos que no se ajustan a la realidad. La principal duda que asalta a ... la población es: ¿son los genéricos igual de eficaces y seguros que los fármacos de marca? La respuesta es sí. Así lo confirman expertos consultados por este periódico. «Los medicamentos genéricos producen el mismo efecto y pasan por controles de seguridad tan rigurosos y exhaustivos como los aplicados a las medicinas de marca. De ello se encarga la Agencia Española del Medicamento», explica Francisco Martos, profesor titular del departamento de Farmacología de la Universidad de Málaga y miembro de Profarma, un plan que desarrolla el Ministerio de Industria para fomentar que haya industria farmacéutica en España y que se lleven a cabo proyectos de investigación en ese campo. España es la sexta potencia mundial en la fabricación de medicinas.
¿Qué son los genéricos? Esta es una pregunta muy común entre la población. Pues son medicamentos que contienen el mismo principio activo que otros comercializados por marcas farmacéuticas, pero que ya han perdido la patente al haber pasado al menos diez años desde que salieron al mercado y, por tanto, pueden ser fabricados libremente. Es frecuente que el mismo laboratorio cree un genérico tras vencer la patente del de marca. El principio activo es la sustancia química de la que dependen las propiedades terapéuticas de una medicina. A los genéricos se les exige superar estudios de biodisponibilidad que sirven para demostrar que el principio activo del fármaco alcanza la misma concentración en la sangre de los pacientes que el del medicamento de referencia.
Una vez que queda claro que la eficacia de los genéricos es similar a la de las medicinas de marca, hay que explicar por qué su precio es más barato. El motivo es simple: los fabricantes de esos fármacos no tienen que amortizar los gastos en investigación (preclínica y clínica) ni en la promoción de la molécula original. Ese desembolso solo lo llevan a cabo los laboratorios que sacan el medicamento original y, a cambio, reciben el derecho de comercializarlo en exclusiva durante un periodo no menor a diez años.
El presidente del Colegio de Farmacéuticos de Málaga, Francisco Florido, hace hincapié en que los genéricos «son idénticos en cuanto al principio activo se refiere a los de marca», lo que garantiza su validez. Para ello, en los controles que se les hacen se comprueba que son bioequivalentes a los de referencia. Si se detecta alguna anomalía, la Agencia Española del Medicamento ordena de inmediato la inmovilización de los lotes afectados o los retira del marcado y se informa de ello a los colegios de farmacéuticos para que estos, a su vez, avisen a los boticarios, señala Florido.
Ahorro económico
La gran ventaja de los genéricos es que son más baratos. Eso supone un ahorro para las arcas de la sanidad pública, que encuentra en el pago de la factura farmacéutica uno de sus principales escollos. En el caso de la provincia de Málaga, Salud abonó en 2014 una media mensual de 25,5 millones de euros por la dispensación de recetas de atención primaria. El 93 por ciento de las prescripciones de los médicos de los centros de salud malagueños son por principio activo, lo que desde un punto de vista económico es más rentable que recetar por marca. Aunque los facultativos disponen de libertad de prescripción, mayoritariamente siguen el sistema recomendado por la Consejería de Salud y recetan por principio activo.
Los farmacéuticos, cuando les llegan los pacientes con las recetas, deben darles los medicamentos incluidos en las cinco subastas de fármacos que ya ha hecho la Junta de Andalucía. La finalidad de ese método es abaratar costes. Los boticarios tienen la obligación de entregar siempre (salvo que haya un desabastecimiento demostrado) los medicamentos genéricos correspondientes a los laboratorios que han ganado las subastas.
¿Y cuáles son las desventajas de los genéricos? La contestación que ofrecen los especialistas en la materia es que la diferencia con los fármacos de marca está en la apariencia o en los excipientes (sustancias que se mezclan con los medicamentos para darles consistencia, forma, sabor u otras cualidades que faciliten su dosificación y uso). No obstante, un genérico puede tener excipientes iguales o diferentes que los del medicamento de marca, pero no por eso es peor, según se dice en un documento de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
En ese sentido, el profesor Francisco Martos considera que la bioapariencia de los genéricos debería ser igual que la de los de marca. Ese hecho solo sucede en Japón, país en el que no hay diferencias de forma, color y sabor entre unos y otros fármacos, lo que evita confusiones a la hora de tomar las medicinas, sobre todo entre las personas mayores. «Hay que apostar por lograr que los genéricos posean la misma bioapariencia que los medicamentos de referencia», subraya Martos. Este experto explica que en Alemania, el Estado subvenciona a los pacientes el coste de los genéricos, pero les ofrece la posibilidad de que, si prefieren uno de marca, paguen la diferencia entre un producto y otro. Esa alternativa no se da en España.
Respecto al sistema de las subastas adoptado por la Junta de Andalucía, el profesor Martos cita lo publicado por Jaume Puig, catedrático de Economía y jefe de estudios en la Universidad Fabra Pompeu. Ese docente defiende que las subastas deben contemplar ineludiblemente dos cuestiones. La primera es que haya un medicamento alternativo al de la subasta. En segundo lugar, que las subastas no se adjudiquen siempre el mismo laboratorio para evitar el monopolio.
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