Los datos lo confirman: Málaga deja atrás el verano más caluroso de su historia
La media de temperaturas máximas de junio, julio y agosto de 2022 es la más alta desde que la Aemet puso en marcha su registro en 1943
La tendencia es clara: el mundo se calienta más cada año y Málaga no queda ajena a la transformación que sufre el planeta debido al ... cambio climático. El viento sofocante y los días cada vez más cálidos, durante jornadas más largas, son los protagonistas del verano. Hay una sensación común: este ha sido el verano más caluroso que se ha vivido en la ciudad. Los datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), analizados por SUR, lo corroboran. La media de temperaturas máximas de junio, julio y agosto, 31,8 grados, ha sido la más alta desde 1943.
Máximas más altas durante más días seguidos
El termómetro de la Aemet situado en el Aeropuerto de Málaga es el que sirve de referencia para medir el tiempo de la ciudad. Este verano no ha registrado el día con la temperatura más elevada de su historia, fue en 1978 con 44,2 grados. Sin embargo, hemos soportado a lo largo de más tiempo temperaturas más altas y, por tanto, una media diaria que marca un récord histórico. Veámoslo con datos.
En junio, julio y agosto de 2022 no se han producido tantas jornadas de temperaturas extremas. Se han alcanzado más de 35 grados durante siete días.
Como puede observarse en las visualizaciones, lo insólito es el número de días en los que hemos vivido con temperaturas máximas que van de los 28 a los 35 grados. El medidor no ha bajado de 27,9 grados de máxima en los tres meses, a excepción de cuatro días.
Incremento progresivo
Que a medida que pasan los años Málaga se calienta más es un hecho. La ciudad vive una tendencia que es global. La curva de temperaturas máximas, pero también las mínimas, se va incrementando progresivamente. También si atendemos a las medias de cada mes.
¿Es esto normal siendo verano? No lo es, explica José-Damian Ruiz-Sinoga, catedrático de Geografía Física de la UMA y experto en cambio climático: «Un día de julio a las cinco de la tarde en Málaga hace un calor impresionante, y eso lo sabemos, porque es lógico. Y si nos metemos un poquito más para el interior de la provincia, aún más calor. El problema está en que la dinámica atmosférica no permite que la temperatura baje por la noche. Es decir, que no haya una oscilación térmica adecuada».
Así pasamos, directamente, del bochorno de verano a la gota fría de otoño: «El sistema se está recalentado. El anticiclón de las azores se nos ha colocado justo al oeste de la península y no está permitiendo que ninguna masa de aire circule desde el oeste. Con lo cual, en un mar como el Mediterráneo que es como una especie de gran lago, se produce un efecto de recalentamiento tras el verano que se convierte en un riesgo en la época en la que estamos. A poco que nos entre una irrupción de aire frío vamos a tener una DANA», explica José-Damian Ruiz-Sinoga.
Lo mismo opina Enrique Salvo Tierra, catedrático en Botánica de la UMA con amplia trayectoria en la mitigación e impacto del cambio climático. «Esto no es lo normal. Probablemente en dos o tres años estaremos alcanzando aquí los 50 grados de temperatura. Hay que recordar que enfrente tenemos a África, un continente con un desierto en el que el año pasado se alcanzó el récord de temperaturas del planeta de todos los registros que hay. Se llegaron a los 56 grados a escasamente 450 kilómetros de aquí. Así como de aquí a Madrid».
La mínima ha sido superior a 20 grados 8 de cada 10 noches
Málaga arde durante el día y también cuando cae el sol. Más del 80% de las noches de junio, julio y agosto de 2022 el termómetro ha anotado más de 20 grados de mínima, siendo la mayoría de noches tropicales. Esto tiene un efecto directo en la salud: provoca insomnio y fatiga para muchos y se traduce en una mayor dificultad para afrontar el día.
La tendencia al incremento de la temperatura mínima también es una situación incontestable a tenor de los datos. Sin embargo, y a diferencia de las temperaturas máximas, este no ha sido el verano con la media de mínimas más alta, aunque ha estado cerca. El récord se dio en 2015 con 21,93 grados. En 2022, el promedio es de 21,86 grados. Las noches más calurosas coincidían con el inicio de la Feria de Málaga, el 13 y 14 de agosto. La temperatura no bajó de los 26 grados de mínima.
¿Hay un patrón que defina esta dinámica climática? No lo hay, indica José-Damián Ruiz-Sinoga: «Las temperaturas registradas están desbordando incluso las predicciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el estamento de sabios sobre cambio climático».
Enrique Salvo Tierra, además, destaca el efecto de la «isla de calor urbano», el aumento de la temperatura que genera la propia actividad humana, el movimiento de los coches, el calor que desprenden los aires acondicionados, cada vez más presentes. «Los datos muestran que no hay ciclos. Hasta el año 1979 digamos que había una continuidad y efectivamente había veranos más cálidos y otros más frescos. Pero a partir de los años 80 observamos un primer calentamiento de la ciudad que se debe, en buena medida, a la isla de calor urbano, favorecida por el incremento de su dimensión».
Este incremento se empieza a notar especialmente a partir del año 1995, explica Salvo Tierra. «Vamos observando cómo esas temperaturas medias, esas olas de calor, esas noches tropicales… todas esas manifestaciones de las temperaturas en nuestra vida cotidiana han ido aumentando cada vez más», apunta.
A diferencia de las máximas o las mínimas, que se registran en una hora en concreto del día, las temperaturas medias no se producen en un momento específico, sino que es un elemento estadístico que los científicos utilizan para analizar el clima. Estas, de nuevo, indican la misma tendencia.
No hay retorno, pero sí mitigación
Los expertos consultados por SUR coinciden en que esta es una situación irreversible, para Málaga y para el resto del mundo. La sociedad se verá obligada a vivir periodos de atenuación y estrategias de adaptación al calor.
«En la atmósfera hay una serie de gases que generan microcristalitos y que hacen que el recalentamiento sea mayor. Por tanto, hay que eliminar esos gases para atenuar el efecto invernadero. Pero pasarán muchos años hasta que podamos disminuirlos», opina José-Damian Ruiz-Sinoga.
Salvo Tierra pone el foco en una «terapia» que puede ser inmediata: la incorporación de árboles en la ciudad. «Los árboles secuestran los gases de efecto invernadero y los incorporan dentro de su propio organismo. De hecho, estar debajo o estar fuera de la fauna de un árbol supone un incremento o descenso de temperatura de hasta doce grados. Esta es la fórmula más idónea, y en el caso de Málaga aún más, ya que hay déficit de árboles».
A nivel individual también se pueden conseguir cambios. Enrique Salvo está convencido de que entre todos podemos colaborar para que, por lo menos, esta situación no avance aceleradamente. ¿Cómo? «Desde ser muy cuidadosos con el agua que consumimos, a utilizar tejidos aislantes para evitar el frío en invierno en lugar de subir la calefacción. Y algo fundamental: una movilidad más sostenible mediante el transporte público. Mientras tanto, desde la investigación intentaremos buscar también remedios».
Metodología
Para elaborar esta información, así como los gráficos y las tablas, se han extraído los datos de temperaturas de la AEMET de la librería R Climaemet, desarrollada por Manuel Pizarro, Diego Hernangómez y Gema Fernández-Avilés en 2021. Esta fuente de datos no arroja la temperatura máxima, mínima o media de algunos días específicos, concretamente de los primeros años en los que hay registros. Por este motivo, para hacer las medias, se han eliminado en los gráficos los años en los que la Aemet no incluye más de dos datos diarios de temperatura en junio, julio o agosto, ya que el promedio no sería fehaciente. Asimismo, se utiliza 'verano' a lo largo de todo el reportaje para mencionar los meses de junio, julio y agosto completos.
Se han utilizado únicamente las temperaturas del termómetro situado en el Aeropuerto de Málaga porque es el que sirve de referencia a la Aemet para medir las temperaturas de la ciudad y porque el resto de termómetros que hay en la provincia solo tienen registros desde 2001.
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