Vecinos de las casas de la playa en El Palo: «Nos dan muchas promesas pero se las lleva el viento»
Residentes en la zona exigen al Gobierno central una solución jurídica definitiva para poder regularizar las viviendas
Como otros muchos vecinos de la zona, Amalia Ortega heredó de sus padres la casa en la que reside desde hace más de medio siglo ... en la calle Quitapenas, en plena fachada marítima de la barriada marinera de El Palo. Allí espera todavía que llegue el momento de poder tener la tranquilidad de que su vivienda es plenamente suya. «La pudimos escriturar pero te siguen poniendo la coletilla de que el suelo es de Costas», afirma. Como ella, cientos de residentes en este enclave de la capital se muestran indignados ante las últimas afirmaciones de la Dirección General de Costas, avanzadas por este periódico, en las que califica de «imposible» culminar la legalización de estas casas que se prometió en 2013.
Como ha venido informado SUR este lunes y martes, Costas argumenta ahora que no pueden desafectarse las viviendas porque la orden conjunta con el Ministerio de Hacienda que prevé la Ley de Costas para estos casos no puede llevarse a la práctica al colisionar con el contenido de la Ley de Patrimonio de las Administraciones Públicas. Por su parte, Hacienda contradice a Costas y asegura que no hay nada en esa legislación que impida llevar a efecto la orden ministerial. En definitiva, un echarse la pelota que colma la paciencia de los vecinos.
«La verdad es que vinieron en 2013 para decirnos que ya estaba todo solucionado con la nueva Ley de Costas, pero aquí nadie ha hecho nada», remarca Amalia Ortega. «Queremos que se solucione esto de una vez y que no se alargue tanto, porque nos dan muchas promesas pero se las lleva el viento», insiste. «Eso sí, el IBI bien que nos lo cobra todos los años el Ayuntamiento», añade.
Ella ha podido rubricar una escritura, pero otros vecinos ni eso siquiera. Es el caso de Laura Perea, que desde hace cinco años reside con sus dos hijos de 15 y 11 años en una casa que perteneció a una tía de su marido. «Por la calle de detrás sí han podido hacer escritura, pero nosotros nada... Todas las promesas que nos hicieron eran mentira. No entendemos por qué en Pedregalejo sí han podido arreglar este tema y aquí nada», relata Laura, que regenta un quiosco en la entrada de su casa.
El caso de Pedregalejo ha podido tener un final feliz para sus vecinos porque en ese tramo no estaba trazado el deslinde marítimo-terrestre como sí lo está en El Palo, aunque por la avenida de Salvador Allende, al norte de las casas. De ahí que, hasta que no se cambie esa línea y se dibuje por la ribera del paseo marítimo, estas construcciones no estarán totalmente a salvo y en manos de sus moradores.
Francisca Rodríguez Galán, de 73 años, acaba de escriturar su vivienda para poder ponerla a nombre de sus dos hijos. «Este era un suelo que los jesuitas donaron a mi familia. El papeleo me ha costado más de 16.000 euros con la plusvalía y todo, eso hay vecinos que no lo pueden pagar», explica esta vecina, que reclama a los responsables políticos «una solución para todo el mundo».
Francisca pertenece a la Asociación de Vecinos de El Palo, cuya presidenta Mercedes Pirez, también exige una respuesta definitiva. «Esta discrepancia entre Costas y Hacienda es para que al final no se haga nada, y no podemos seguir así. Queremos que nos digan ya si van a regularizar las viviendas o no, la gente tiene derecho a hacer sus planes de vida», apunta Pirez. Su asociación se ha unido con otras siete para reclamar a los partidos políticos que tomen cartas en este asunto.
También hay quien no siente la presión de permanecer en un limbo jurídico. Es el caso de Antonio Hurtado, que vive en el número 59 de la calle Quitapenas sin tener escritura alguna. «No todo tiene que estar con un papel de por medio. Esta casa me la dejaron mis hermanos en usufructo y no tengo problema alguno. Escriturarla me supondría un gran desembolso de dinero», comenta Antonio quien teme que la regularización de las casas supondría terminar con el ambiente tranquilo de pequeño pueblo marítimo que se respira en ellas para convertirlo «en otro parque temático del turismo».
Un poco más hacia el este, en la calle Banda del Mar, Josefa González, que ya ha cumplido los 85 años, ha perdido las esperanzas por poder escriturar su casa. «Más que nada para que mis hijos no tengan problemas el día de mañana a la hora de venderla si quieren, pero nada, no se puede», dice. «Hay muchas personas mayores para las que resulta un problema seguir en esta situación. Tenemos que pedir a Costas permiso para cualquier pequeña obra que queramos hacer», añade José Antonio Bruno, que vive con su mujer en el número 75 de la misma calle. «Creía que los políticos de verdad iban a hacer algo por nosotros, pero era todo mentira», concluye.
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