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Acallada la fase más dura de la pandemia del coronavirus, sube el tono de uno de los problemas endémicos de Málaga y de otras muchas capitales: el ruido. Con la hostelería funcionando a plena normalidad, y tras un esperado verano de celebraciones, festivales y ferias, ... la difícil convivencia de los vecinos con actividades que emiten un elevado nivel de decibelios vuelve a ponerse sobre la mesa. Los últimos en pulsar el botón de alarma han sido los residentes de la zona de Tomás Echeverría en Huelin, donde la proliferación de bares y restaurantes en los últimos años han llevado al Ayuntamiento a estudiar la declaración de este ámbito de la ciudad como Zona Acústicamente Saturada (ZAS), calificación que se otorgó al casco antiguo y a la zona de El Romeral, en Teatinos, en enero de 2020, a dos meses del inicio de la crisis del Covid.
Recuperada la vida social tras la etapa más crítica de este periodo, cabe preguntarse si la aplicación de las ZAS ha servido para algo. Las respuestas son diferentes según se trate de una u otra zona de la capital, ya que las características urbanas de cada una de ellas también son distintas. En el caso del Centro Histórico, los vecinos ven pocos cambios. Así lo aseguró el presidente de la Asociación Casco Antiguo, Carlos Carrera, quien afirmó que no ha notado «gran diferencia» desde que está en marcha la ZAS y la Policía Local ha intensificado las labores de vigilancia e inspección para detectar y denunciar conductas incívicas o que incumplan la ordenanza en materia de ruidos.
«Las actuaciones son muy tímidas. Se quiere tratar con una tirita una hemorragia masiva», apuntó este portavoz vecinal, quien no niega que la actuación policial «pueda tener algún efecto disuasorio», pero asegura que las solución al problema tiene que venir de medidas más contundentes que procuren e incentiven el traslado de los locales de ocio que se concentran en el Centro a «otros lugares de la ciudad donde no causen el perjuicio que siguen provocando a los vecinos».
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Para Carlos Carrera, la declaración como ZAS, que faculta al Ayuntamiento para tomar medidas como la prohibición de la apertura de nuevos de locales de ocio; la obligación de que los negocios de ocio y hostelería, con o sin música, funcionen con puertas y ventanas cerradas a partir de las 23 horas; y el adelanto del desmantelamiento de las terrazas en la calle; «ha introducido medidas muy descafeinadas» que se «relajan» y son más permisivas en los fines de semana. El presidente de Casco Antiguo pide una estrategia global que pasa por limitar la proliferación de viviendas turísticas y hacer que se cumpla la norma de ruido y ocupación de la vía pública. «El Centro se ha convertido en un destino Magaluf, todos los días de la semana», aseveró.
La complicada convivencia entre el ocio y el descanso de los vecinos ha tenido este año un hito singular en la sentencia que ganaron residentes del entorno de la plaza de Mitjana frente al Ayuntamiento. El Tribunal Superior de Justicia de Andalucía confirmó la condena al Consistorio por no controlar el rudo en este entorno, por lo que le obliga a pagar 13.440 euros anuales, desde agosto de 2018, a tres de los cinco propietarios que denunciaron inicialmente.
No obstante, estas indemnizaciones no se han empezado a abonar aún porque el fallo del TSJA ha sido recurrido al Tribunal Supremo por el Ayuntamiento y por los vecinos. El Consistorio sigue defendiendo que ha tomado medidas para reducir el ruido en la zona, y los residentes afectados insisten en que las indemnizaciones comiencen a contabilizarse desde 2012 y que se paguen no solo a los afectados que residen en las viviendas sino también a los que sean propietarios aunque no las ocupen, ya que consideran que no habitarlas puede ser precisamente consecuencia del ruido que padecen.
Pese a que desde el equipo de gobierno local se ha incidido en que esta es una de las zonas en las que se están reforzando la vigilancia policial para aminorar el ruido del ocio, los vecinos de este enclave no aprecian cambio alguno. «Se siguen produciendo problemas de ruido y los seguimos denunciando periódicamente a la Policía Local y al Área de Sostenibilidad Medioambiental. La actividad de la Policía no se está notando, el que canta sigue cantando y la gente sigue emborrachándose por la calle», aseguró Óscar Agudo, uno de los vecinos que interpusieron la demanda. Agudo admitió que la plaza de Mitjana está algo más tranquila, sobre todo durante el día, pero insistió en que el problema permanece en calles como Luis de Velázquez.
El Área de Sostenibilidad Medioambiental realizó el año pasado unas mediciones específicas en Mitjana y Luis de Velázquez que detectaron una disminución media de 5 decibelios en el nivel de ruido nocturno en días de ocio respecto a 2015, si bien rondaba los 70 decibelios, muy por encima del límite de 55. «Se ha notado una mejora no espectacular pero sí significativa», apuntó el director de este departamento municipal, Luis Medina, quien considera «injusto que se diga que el Ayuntamiento no toma medidas». «Esta es una realidad que afecta a todas las ciudades españolas, un asunto complicado que atañe al civismo y también a nuestra cultura», opinó.
En cambio, en las calles de El Romeral sí parece que empiezan a notarse más los efectos de la declaración como ZAS. El presidente de la asociación de vecinos de este entorno, Romualdo Núñez, cifró en un 60% la mejora respecto a los problemas de ruido, pero remarcó que «queda un 40% por solucionar». «Hay cosas que han mejorado bastante, la retirada de las terrazas se está respetando, pero hay tres locales que no cumplen», afirmó este portavoz vecinal, quien remarcó que los vecinos que viven encima de estos establecimientos «siguen sin poder dormir».
Según relató, no cierran las puertas a las once de la noche, como obliga la normativa ZAS, y los niveles de ruido que emiten por la música siguen siendo muy elevados. «Propongo al Ayuntamiento que cierre durante un tiempo los negocios que sean reincidentes», expresó este vecino, quien lamentó que «los que no cumplen perjudican a todos por igual». «Se oye el ruido hasta con las ventanas cerradas, lo he podido comprobar porque he acudido a los domicilios de los vecinos afectados», apuntó Núñez, quien pide a la Policía que mantenga esta vigilancia cuando empiece el curso universitario.
Los vecinos de Huelin han sido los últimos en intensificar sus quejas por ruido y exigir que el Consistorio tome medidas, como la declaración como ZAS. «El principal problema radica en que las terrazas de los bares ocupan más de lo permitido y no cumplen los horarios de cierre», afirmó José Luis Rueda, de la plataforma Stop Ruidos Huelin, quien llegó a declarar molesto que el Ayuntamiento «no tiene el más mínimo interés en poner coto a esto». «La multa que puedan recibir los bares por un exceso en las terrazas la ganan en una noche», añadió.
La perspectiva es bien distinta desde los empresarios de la hostelería, que aseguran que cumplen a rajatabla las normas municipales. «En el 99,9% de los casos se está cumpliendo escrupulosamente con los horarios», destacó Javier Frutos, presidente de la Asociación de Hosteleros de Málaga (Mahos), quien añadió que las medidas aplicadas en los entornos ZAS han supuesto «un recorte en la facturación de los locales» al tener menos horas de uso de las terrazas. «Lo estamos notando negativamente», insistió Frutos, quien mostró su malestar por la «estigmatización» que a su juicio padecen los negocios de hostelería como «culpables» del ruido.
En la primera mitad del año, el Área de Vía Pública ha tramitado 435 expedientes sancionadores a terrazas de bares, de los que 120 han sido por faltas graves o muy graves. Además, ha retirado mobiliario de forma subsidiaria en 15 ocasiones, ante la negativa de los empresarios a hacerlo.
Las fuentes del ruido que soportan los malagueños son muy variadas, si bien es cierto que el ocio y, sobre todo, el efecto de aglomeración de personas que provoca se lleva la palma. Así se deja de manifiesto en el último estudio sobre las quejas asociadas al ruido en Málaga realizado por el Ayuntamiento y que abarca desde 2017 a 2020, por lo que los datos no están actualizados. En el periodo 2019-2020, el Consistorio recibió 29.909 denuncias por ruido, casi tres mil más que entre 2017 y 2018, de las que la mayor parte (10.079) se concentraron en el distrito Centro.
Según este trabajo, entre 2019 y 2020, el porcentaje mayor de quejas, un 49% del total, hacía alusión a actividades y comportamientos incívicos, definidas como «concentraciones y comportamientos ruidosos en la vía pública sin un permiso oficial ni estructura organizativa» y también los «vehículos-discoteca». El siguiente foco de ruido más denunciado, con un 34%, fueron las actividades vecinales, es decir, ruidos procedentes de viviendas colindantes o próximas; y en tercer lugar se sitúa la hostelería (ruidos propios de bares, terrazas, pubs y discotecas), con un 11% de quejas. No obstante, este último porcentaje se elevaba al 29,8% en el caso de la zona Centro, y al 34,3% en Teatinos. Para ambas zonas, este estudio arrojaba ratios de incidencias por cada cien habitantes «preocupantes».
En cambio, otras fuentes de ruido comunes apenas si fueron objetivo de las quejas de los vecinos. El tráfico rodado solo registró 16 denuncias durante los cuatro años estudiados, y el tráfico aéreo solo una queja, de lo que se deduce que son focos asumidos por los residentes en la capital. Los eventos culturales con bandas de música recibieron 1.164 reclamaciones por ruido, las obras 703, las actividades comerciales 473 y el servicio municipal de recogida de basuras 390.
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