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Llevan varios días manifestándose a las puertas del Ayuntamiento de Málaga, temiendo por su futuro pese a la supuesta subrogación de sus empleos según el ... pliego del Ayuntamiento de Málaga, y en esta jornada van un paso más allá, y se suman a la iniciativa que los socialistas van a presentar en la próxima comisión de Derechos Sociales para que se revierta el proceso de privatización del albergue municipal (centro de acogida) para las personas sin hogar, que está en la calle Donoso Cortés. Este jueves se envalentonaban y decían lo que de verdad pensaban. La socialista Rosa del Mar Rodríguez, que defenderá la moción, no tuvo pelos en la lengua: «Cerca de los los terrenos del albergue va el puerto deportivo de San Andrés. Es un caramelito. Es obvio que los pobres no quedan bien en la foto». Antes la psicóloga del centro, María José Jurado, que tiene tras de sí una carrera impecable ayudando a personas con vidas truncadas, resumía también esta idea: «Urge vender esos terrenos con vistas al mar», como indicaban en la rueda de prensa en la que también intervenían la viceportavoz socialista, Begoña Medina, y otros trabajadores del centro como la auxiliar de hogar Elena Molina o el trabajador social Miguel Ángel Montero.
La situación actual del albergue es que acabará cerrando, ya que el Ayuntamiento de Málaga ha sacado un pliego de licitación por el que se privatizará por completo este servicio, repartiéndose en tres centros diferentes, que pueden estar en los distritos Centro, Este, Carretera de Cádiz, Bailén-Miraflores, Palma-Palmilla o Ciudad Jardín. Hasta ahora, el albergue municipal era de gestión municipal a través de subcontratas de servicios, y con el nuevo pliego, este servicio a las personas que no tienen hogar pasará a ser íntegramente privado. La licitación, en un único lote de forma que una sola entidad aporte y gestione los tres centros, contempla un presupuesto de 11,47 millones de euros (IVA incluido) para cinco años.
Los empleados de la instalación temen por su trabajo y por el servicio que se les presta a las personas sin hogar, «una de las expresiones más graves de exclusión y vulnerabilidad de la sociedad», como explicaba Rodríguez, que considera que el Ayuntamiento de Málaga usa el eufemismo «externalizar el servicio» cuando lo que realmente quieren es privatizarlo y desentenderse de esa gestión, y sobre todo, apartar a estas personas de un lugar tan codiciado como es el cercano al futuro puerto deportivo.
Medina indicó que el alcalde Paco de la Torre va por mal camino privatizando todos los servicios que puede y puso el ejemplo del cierre de la guardería municipal, la privatización del espacio del Parque del Oeste con el Festival de las Linternas y ahora, con el centro de acogida.
Los 39 trabajadores de la plantilla de este centro temen por los puestos de trabajo de doce de ellos, ya que si bien el pliego se indica que deben ser todos subrogados, en las especificaciones del servicio no aparece el puesto de psicóloga, ni los de cocina como tal, ni el control de acceso, y también queda clara la reducción de las 1.728 horas de trabajo social, lo que estiman, perjudicará a unas 500 personas que no tienen dónde vivir en la ciudad de Málaga.
El nuevo pliego subraya que el servicio será de estancias cortas, como indicaba el trabajador social Miguel Ángel Montero, quien explicaba que los perfiles de los usuarios son variopintos, y que algunos necesitan días o semanas, pero otros incluso meses o años, y que, según los casos, sufren desarraigo familiar, problemas de salud o adicción. «Nuestra visión es que las personas sin hogar se van a la calle», indicó.
Mucho se ha hablado estos días en los pasillos de la Casona de las intervenciones en el debate del estado de la ciudad, que fue el pasado martes. Como indicamos en esta sección, la mayoría estima que es cierto que fue de guante blanco, «limpio», como decía el popular Paco Pomares, pero que no tuvo momentos con mucho punch. Quizás se salvó, y también se ha comentado, la pasión que le pusieron la popular Elisa Pérez de Siles y la líder de Con Málaga, Toni Morillas.
Morillas recordó cómo su abuelo era jornalero desde los nueve años y trabajaba para un terrateniente al que le importaba poco su vida y cómo su abuela, Antonia, se murió porque no había un sistema público de salud que atendiera situaciones de embarazos difíciles (estaba de siete meses), que sus padres eran maestros de escuela y se tiraron toda su vida enseñando en escuelas rurales, a personas con discapacidad o migrantes expulsados del sistema. «Yo tengo claro de dónde vengo y por qué estoy aquí», decía visiblemente emocionada. Subrayaba que a la gente humilde y trabajadora o con un pequeño negocio se le hacía muy cuesta arriba no tener servicios públicos robustos y de calidad, lo que aprovechaba para criticar «el modelo de ciudad del PP» y del alcalde, Paco de la Torre, que lleva 25 años gobernando, y que ella sus compañeros se iban a dejar la última gota de aliento para que esta fuese su última legislatura. El presidente del debate, el popular Carlos Conde puso cara circunspecta y detrás suspiró profundamente. Toni Morillas había sacado el espíritu de la pasionaria en el debate del estado de la ciudad.
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