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Su rastro público en Málaga se había perdido incluso para algunos de quienes fueron sus compañeros en el Ayuntamiento de la capital y de partido, ... el PSOE. Ahora su nombre vuelve a la actualidad después de ser nombrado director de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (Aecid) por decisión del consejo rector de este organismo dependiente del Ministerio de Exteriores y que se encarga de gestionar la política nacional de cooperación internacional y orientada a la lucha contra la pobreza y al desarrollo humano sostenible. Unos campos que el madrileño de nacimiento y malagueño de adopción Magdy Martínez Solimán conoce en profundidad ya que en los últimos 22 años, desde que decidió abandonar la Casona del Parque, ha estado trabajando para las Naciones Unidas en diferentes países del mundo en actividades relacionadas con el desarrollo.
Nacido en el Chamberí madrileño en 1961 en el seno de una familia de izquierdas -su abuelo y su padre estuvieron en la cárcel por sus ideas políticas-, donde su padre fue eurodiputado y su madre, egipcia (de ahí el segundo apellido con reminiscencias arabescas), secretaria personal de quien fuera ministro socialista y secretario general de la OTAN, Javier Solana, según recuerdan sus conocidos. En 1984 se licenció en Derecho en la facultad de la Universidad de Málaga y encaminó sus pasos hacia el derecho internacional quizás influenciado por una adolescencia en el exilio político junto a sus progenitores en Viena y Bruselas. Tras concluir la carrera trabajó en el despacho del histórico Carlos Sanjuán y, con el paso del tiempo, ejerció durante tres años como profesor en prácticas de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales en las aulas malagueñas junto al recordado catedrático Alejandro Rodríguez Carrión. En esos años se forja su vínculo con Málaga como pareja de la que fuera diputada en el Congreso varios años Dolores Sánchez (conocida como Lolilla) con quien tiene una hija, Diana.
Martínez Solimán participó activamente en aquellas campañas que llevaron a Felipe González a gobernar durante los años ochenta del pasado siglo y fue director general de Juventud en los tiempos en que Matilde Fernández fue ministra de Asuntos Sociales. Tras esa experiencia gubernamental a principios de los noventa recaló en la Junta como viceconsejero de Presidencia para las Relaciones con el Parlamento andaluz.
De ahí dio el salto a la primera línea, pasando a formar parte de la candidatura socialista que Eduardo Martín Toval encabezó a la Alcaldía de Málaga en las elecciones municipales de 1995. Unos comicios que ganó el PP en la capital, donde el PSOE cosechó sus peores resultados con sólo siete concejales y por la falta de acuerdo con la IU de Antonio Romero y sus nueve ediles permitió gobernar a la popular Celia Villalobos.
Magdy Martínez Solimán quedó en la oposición, donde se convirtió en la mano derecha de Martín Toval como viceportavoz. Quienes vivieron aquella intensa etapa de la política municipal, destacan que era un político brillante, con una gran altura intelectual, con dotes para el parlamentarismo y duro en sus mordaces ataques a los adversarios. «Jugaba el papel de 'poli malo' y Eduardo el de 'poli bueno'», recuerda un exedil que compartió corporación.
Eran aquellos unos años convulsos dentro del socialismo, con las heridas aún abiertas de la batalla entre renovadores y guerristas. En ese contexto en 1998 se celebraron primarias en el PSOE para elegir a su candidato a la Alcaldía de Málaga en las municipales del año siguiente. Martínez Solimán llevó la campaña de Eduardo Martín Toval, quien perdió frente a Francisco Oliva. Un hecho que abrió una brecha en el grupo socialista. El hoy director de la Aecid dimitió primero como viceportavoz y luego renunció a su acta de concejal después de renunciar al ofrecimiento del partido de que fuera el portavoz en la Casona del Parque.
En octubre de aquel año inició su carrera internacional como experto parlamentario internacional para Asia y Pacífico en Bangladesh, y desde 2001 ha estado vinculado a las políticas de desarrollo de las Naciones Unidas en distintos países con paradas en Senegal, México, Trinidad y Tobago y Barbados -donde estaba hasta ahora-, además de haber asumido cargos directivos en la sede de la ONU en Nueva York siendo entre 2006 y 200 director del Fondo para la Democracia con Kofi Annan, subdirector del Buró para las Políticas de Desarrollo bajo el mandado del que fuera secretario general de la ONU Ban Ki-Moon, quien le nombró secretario general adjunto de 2014 a 2017. Ahora tras 22 años de periplo internacional vuelve a España para ponerse al frente de la Aecid con el objetivo de reformarla. Un nuevo cargo que le hará estar más cerca de Málaga.
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