

Secciones
Servicios
Destacamos
Felipe Romera aprendió en un momento de su vida que si un conjunto de empresas innovadoras eran capaces de constituir un sistema y usar su conocimiento para ofrecer nuevos productos, se podía crecer exponencialmente, sobre todo, si parte del dinero se reinvertía en ese objetivo. «Se creaba así un círculo virtuoso de innovación, que hacía crecer la economía, el empleo y el bienestar del lugar». Ese fue el objetivo que se marcó este ingeniero soriano (1954) para Málaga en 1990, cuando aceptó el reto de poner en marcha y gestionar el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA), hoy conocido como Málaga TechPark. «Había buenos mimbres», refiriéndose a esas multinacionales, como Fujitsu España, Alcatel-Citesa, Siemens e Isofoton, y al gran colectivo de profesionales que fueron «determinantes» en la creación del parque. «Málaga era, tras Madrid y Barcelona, la ciudad con mayor número de telecos», recordó ayer el impulsor y único director de la tecnópolis malagueña en sus 30 años durante su discurso de investidura como doctor honoris causa por la Universidad de Málaga.
Y lo hizo «en una época en la que había pocas en el mundo (cuatro en España y en fase de creación) y en la que no se sabía bien qué eran. Se pensaba entonces en intentar emular el 'Silicon Valley' de California», apostilló Carlos Camacho. Este catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación de la UMA actuó como padrino en este solemne acto en el que fue distinguido Romera, ingeniero de Telecomunicación por la Universidad Politécnica de Madrid, por ser «el creador de un ecosistema de innovación tecnológica en la ciudad basado en la sinergia entre el PTA y la UMA».
Las mucetas (capa) y los birretes de color marrón sobresalieron en el Paraninfo de la universidad (con el aforo casi al completo) donde autoridades y representantes de la Málaga empresarial, tecnológica, política, académica y social arroparon la incorporación de Romera al claustro de la UMA. Con él son ya 54 los distinguidos por esta institución (Jorge Guillén abrió la lista en 1981) y los que como él recibieron los elementos que los acreditan con tal honor: el título, el birrete, los guantes blancos, el Libro de la Ciencia y el anillo.
Felipe Romera será recordado por ser el primer doctorado honoris causa de la ETS de Ingeniería de Telecomunicación malagueña y su investidura, como el primer acto que certifica la vuelta a la normalidad de esta institución académica tras la pandemia, la misma que obligó en 2020 a suspender esta investidura, que fue aprobada por el Consejo de Gobierno de la UMA el 23 de julio de 2019.
Sus méritos, como defendió su padrino en la 'laudatio', pasan por la «eficaz gestión» que ha hecho del PTA, transformando las ocho empresas y los 130 trabajadores iniciales en las 650 compañías y más de 22.000 empleados actuales. «El PTA empieza a ser un modelo para otros parques que se van creando en España y Felipe Romera empieza a ser reconocido en todo el mundo como experto en procesos de transferencia y difusión de la tecnología», resaltó Camacho. Prueba de ello es que consigue que se instalen en el PTA la sede mundial de la Asociación Internacional de Parques Tecnológicos (IASP) y la Asociación de Parques Científicos y Tecnológicos de España (APTE), entidad que preside.
A Romera, que salió de la cantera Fujitsu, donde fue director del Laboratorio de I+D, le atribuyó los méritos de haber desarrollado un conjunto de modelos de innovación tecnológica y la capacidad para saber que, en «situaciones hostiles», la supervivencia de las empresas está muy ligada al conocimiento y de ahí que promueva la colaboración entre las empresas y la universidad, incluso, su integración física.
A estas sinergias se refirió el propio Romera y cómo han supuesto una «excelente herramienta» para el desarrollo del parque. «Cuando en 1997, la OTRI de la Universidad de Málaga se instaló en el edificio azul fue un hecho atípico, porque fue la primera de toda España. «Pero con el devenir de los años se intensificaron de forma importante las relaciones entre la universidad y las empresas triplicando el primer año su facturación en contratos», subrayó Romera, cuyo vínculo con la UMA se remonta a 1979 cuando se incorporó como profesor asociado a la Escuela Universitaria Politécnica para introducir la docencia en software de microprocesadores cuando aún no existía en la UMA. También sería secretario del Consejo Social de la UMA. «No se puede entender el éxito del PTA sin la contribución de la UMA, ni el posicionamiento de ésta sin el Parque Tecnológico», subrayó Camacho, quien advirtió que sin este parque no se habrían podido desarrollar proyectos de investigación universitarios en colaboración con empresas (Cetecom-AT4 wireless, Nokia o Ericsson) y sin la UMA no estarían ubicadas en el PTA multinacionales como Keysight Technologies o Dekra. «Y detrás de todos esos proyectos siempre ha estado la figura de Felipe Romera como animador y facilitador de los mismos», apuntó su padrino.
Al final, Romera resumió el modelo de cooperación UMA-PTA en dos ejes: transferencia de conocimiento al mundo empresarial e internacionalización. De esta forma se incrementaron las relaciones parque-universidad. El PTA se extendía a los terrenos de Teatinos y la UMA entró a formar parte del Consejo de Administración del Parque. Llegó el Rayo Verde, que, a juicio de Romera, «ha permitido una mayor permeabilidad entre los clusters del parque que trabajan en tecnologías digitales de la cuarta revolución industrial y la universidad en las tecnologías de inteligencia artificial, big data o ciberseguridad. Y ya en los últimos meses, la creación del Instituto Ricardo Valle de Innovación (InnovaIRV) y el Digital Eye.
Sus palabras dieron pie al reconocimiento del rector, José Ángel Narváez, quien recordó que el PTA creció entre el escepticismo de quienes creían que la implantación en el sur de España de aquel modelo del Silicon Valley era simplemente una idea utópica. «Felipe Romera ha sabido ver el futuro, convencer e ilusionar; ha sido capaz de poner de acuerdo a todos, dentro y fuera de nuestro país, por su tesón, sus valores éticos y sociales, por estar convencido de una idea y por ser capaz de compartirla con generosidad, sin importar el quién y ni el dónde».
En este sentido, Narváez concluyó que no podía ser casualidad que este año, en el que se cumplen 50 años desde la creación de la UMA, se reconociese la figura de Felipe Romera, «porque en el desarrollo de la universidad su figura también está presente».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.