La boda de Edgar Neville y Ángeles Rubio-Argüelles
Los novios se conocieron, según cuenta Rosa Palomo Tobío, en una carrera de caballos en Madrid unos meses antes de la boda. El novio tenía veinticinco años y la novia diecinueve, y ambos compartían la pasión por el mundo del teatro, la interpretación y el cine
Víctor Heredia
Domingo, 17 de agosto 2025, 00:15
Hagamos hoy un poco de crónica de sociedad. Una de las noticias destacadas de la vida social local de hace cien años fue la boda entre la joven malagueña Ángeles Rubio-Argüelles Alessandri y el aristócrata madrileño Edgar Neville Romrée. Este era hijo de un ingeniero inglés, Edward Neville, y de María Romrée y Palacios, hija del conde de Romrée y condesa de Berlanga de Duero. Cursó estudios en el famoso Colegio del Pilar y acabó la carrera de Derecho poniendo más interés en el mundo del espectáculo que en la abogacía. En 1922 había ingresado en el cuerpo diplomático, después de una breve etapa como militar en la Guerra de Marruecos.
Por su parte, Angelita, como era conocida en los medios locales, era hija de Carlota Alessandri, que se había casado en 1904 con el ginecólogo granadino José Rubio Argüelles, viudo y con hijos de su primer matrimonio mayores que su segunda esposa. El doctor Rubio fue decano de la Facultad de Medicina de Cádiz y presidente de la Real Academia de Bellas Artes de la misma ciudad. Falleció en Málaga en 1914, dejando dos hijas pequeñas: Ángeles, nacida en 1906, y María Rosa, que vino al mundo en 1910. Ángeles estudió en internados de monjas de Madrid y a los diecisiete años se vistió de largo en París.
Los novios se conocieron, según cuenta Rosa Palomo Tobío, en una carrera de caballos en Madrid unos meses antes de la boda. El novio tenía veinticinco años y la novia diecinueve, y ambos compartían la pasión por el mundo del teatro, la interpretación y el cine. En un almibarado reportaje publicado en la revista 'Vida Gráfica' unos días antes del enlace se afirmaba que Neville era agregado diplomático, con destino en el Ministerio de Estado (es decir, de Asuntos Exteriores), y que ya era un reconocido escritor.
La «boda aristocrática» tuvo lugar el miércoles 28 de octubre de 1925. El marco elegido fue Villa Carmen, la mansión que la familia de la novia poseía en La Caleta, a la entrada del paseo de Sancha (donde ahora se elevan las Torres de la Caleta). En el periódico 'La Época' se publicó una crónica que empezaba alabando tanto la belleza y las cualidades intelectuales de la novia como el carácter irónico del novio, llamado «a convertirse en una figura de la literatura española». A las seis de la tarde llegó Neville y poco después la señorita Rubio-Argüelles descendía de sus habitaciones para dirigirse al salón que había sido habilitado como oratorio. Vestía la novia elegante traje de tul blanco, modelo del famoso modisto parisino Paul Poiret, con cola de lama de plata y velo de encaje. El señor Neville iba de uniforme diplomático. Cuando la comitiva nupcial entraba en la improvisada capilla la orquesta interpretó una marcha rusa de Borodin.
Actuaron de padrinos el conde de Romrée, tío de Edgar, y Carmen Morales Puya, amiga de la familia Alessandri. Fueron testigos, por parte de la desposada, su hermano mayor Nicolás Rubio-Argüelles y sus tíos José Luque Leal, Carlos Alessandri y Eduardo Bayo; y por el contrayente, el marqués de Amposta, embajador de España en Argentina (que en unos meses se convertiría en su padrastro), Ricardo Gross, Francisco Crooke y José Ignacio Escobar. En los días previos se había anunciado que uno de los testigos iba a ser el catedrático y filósofo José Ortega y Gasset, pero finalmente no pudo asistir. Ofició la ceremonia el religioso carmelita fray Luis María, del convento de Cerro Muriano de Córdoba, con el que la familia Alessandri mantenía un especial vínculo.
Según escribió José Ignacio Escobar, futuro marqués de Valdeiglesias y de las Marismas del Guadalquivir y uno de los testigos del enlace, a Neville «su gran temperamento de humorista no le abandonó ni aun en el momento solemne de su boda». A la ceremonia siguió una espléndida comida y un baile que se prolongó hasta la madrugada. El diario 'La Unión Mercantil' ofreció una lista de los asistentes, que recogía lo más selecto de la sociedad malagueña.
Doña Carlota Alessandri les regaló un coche con el que los novios viajaron a Granada antes de pasar la luna de miel en varias capitales europeas. En la capital granadina saludaron a Manuel de Falla y a Federico García Lorca. Al regreso del viaje nupcial el matrimonio se fue a vivir a Madrid, a un piso que doña Carlota poseía en la calle Alfonso XII, frente a una de las puertas de El Retiro. Unos meses después Neville recibía de su madre el título de conde de Berlanga de Duero.
No comieron perdices
Con motivo de los destinos diplomáticos de Edgar, la pareja pasó temporadas en Estados Unidos y vivieron durante un tiempo en Hollywood, donde trataron a actores como Douglas Fairbanks, Mary Pickford y Charles Chaplin. Ángeles llegó a participar como figurante en una película por la que la Pickford consiguió un Oscar. El matrimonio tuvo dos hijos, Rafael (1926) y Santiago (1929), familiarmente conocido como Jimmy. Cuando el matrimonio se separó en los años treinta, Ángeles se instaló en Málaga y estableció su residencia en Villa Carmen. Fue una mujer polifacética que cultivó diversos géneros literarios, escribió libros de temas históricos, ayudó a rescatar la memoria de la familia Gálvez y, sobre todo, desarrolló en toda su extensión una inagotable pasión por el teatro a través de la compañía ARA. Por su parte, Edgar desarrolló una intensa carrera como escritor y director de cine. Siempre mantuvo una gran admiración por su suegra, Carlota Alessandri. Aunque él rehízo su vida con Conchita Montes, el matrimonio nunca se disolvió, por lo que Ángeles fue condesa de Berlanga del Duero hasta su muerte, ocurrida en 1984.
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