«Tienen metal en el ojo», afirman los padres de los menores afectados por la atracción de Valle de Abdalajís
Denuncian la falta de actuación inmediata tras los primeros casos de lesiones oculares causadas por partículas en la atracción de los coches de choque
Daniel es un niño de 13 años que va a la feria de su pueblo. Como cualquier menor, disfruta montándose en las diferentes atracciones que ... llegan a Valle de Abdalajís con motivo de su festividad. Aunque, si hay una que no puede faltar por excelencia, es la de los coches de choque. Tanta es la fascinación del chico por esta máquina que compra entre 15 y 20 fichas para que le duren todo el fin de semana. Sin embargo, el sábado, cuando el reloj marca las tres de la madrugada y llega a su casa, algo no termina de ir bien: el ojo le empieza a molestar.
Como él, varios menores, por lo menos 15, sufrieron irritaciones, molestias y lesiones oculares tras acudir a la feria de Valle de Abdalajís. El motivo estaría relacionado con la atracción de los coches de choque, de la que se habrían desprendido pequeñas partículas metálicas o restos de grasa procedentes del sistema eléctrico del techo.
En el caso de Daniel, durante la madrugada del domingo 10 de agosto empezó a dar vueltas en la cama por esta molestia, hasta el punto de que no había manera de conciliar el sueño. Tampoco quiso molestar a sus padres, que se encontraban durmiendo en la habitación de al lado, y para evitar despertarlos probó diversos métodos caseros para aliviar el dolor, entre ellos echarse agua varias veces en la zona afectada.
Al día siguiente, el dolor persistía y no tuvo más remedio que explicar lo que le pasaba: «Cuando entramos al médico el domingo por la mañana nos dicen: «otro afectado más de los coches de choque», contaba Antonio Jesús Pinto, padre de este niño afectado, a SUR. Además, añadía que, como en el caso de Daniel, pudo ver a más de una decena de chicos en la consulta por el mismo motivo.
«El médico nos explicó que el niño tenía una mota en el ojo y que nos fuéramos para el Materno», comentaba Pinto. Tras que el especialista extrajera la partícula de la córnea de su hijo, tuvieron que ir a buscar unas gotas especiales que, para su sorpresa, estaban agotadas en la farmacia de guardia «por todos los niños que habían resultado afectados».
El miedo en el cuerpo de este padre de familia lo vivió también Raquel Romero. Su hijo apareció a la una y media de la madrugada diciendo que le picaba el ojo y, poco después, se dirigió al centro de salud del pueblo. Su sorpresa fue mayúscula tras el diagnóstico que ofreció el médico: «Nos dijeron que fuéramos al Materno Infantil de Málaga para que lo viera allí un especialista, porque tenía ocho motas de metal en el ojo», explicaba angustiada.
Por suerte, el joven de 18 años evoluciona favorablemente con un tratamiento antibiótico desde el domingo. Aunque su madre reconoce que todavía le molesta la claridad, lo que supone un problema para su vida diaria, ya que su trabajo es al sol y no lo puede realizar, por lo que actualmente se encuentra en casa.
Una mala experiencia también vivió María Remedios Armero con su hijo de 18 años. Durante la madrugada del domingo, el joven empezó a notar un fuerte enrojecimiento y molestias en su ojo izquierdo. Al llevar lentillas, no se dio cuenta de inmediato de lo que ocurría, pero la incomodidad aumentaba con el paso de las horas. «Le eché suero para intentar aliviarle y, cuando lo miré bien, me di cuenta de que tenía una úlcera», explica.
«Le eché suero para intentar aliviarle y, cuando lo miré bien, me di cuenta de que tenía una úlcera», explica María Remedios Armero
El médico le confirmó que se trataba de una lesión provocada por pequeñas partículas metálicas que habían quedado atrapadas entre la lentilla y la córnea. El tratamiento prescrito durará una semana y, como consecuencia, María Remedios tuvo que desechar tanto las lentillas como sus cajitas para evitar riesgos.
Otro caso es el de Ana Romero, vecina de Álora, cuyo hijo Antonio, de 15 años, terminó con dos úlceras, una en cada ojo. En el centro de salud de Valle de Abdalajís le aseguraron inicialmente que no tenía ninguna viruta, pero, tras ver la información que circulaba y conocer otros casos, decidió llevarlo al Materno Infantil. «Allí le extrajeron tres partículas metálicas: dos de un ojo y una del otro», explicaba Ana, asegurando que, al hablar con la doctora del Materno, esta le confesó que ya había atendido «a más de 20 casos similares durante esos días».
Elizabeth Girona relató que su hijo, de 14 años, tuvo que detenerse en mitad de la atracción: «Empezó a sentir un fuerte escozor en el ojo izquierdo». Lo llevó inmediatamente al médico, donde comprobaron que tenía cuatro motas metálicas incrustadas. En el hospital se las extrajeron del ojo izquierdo, pero días después también tuvo que acudir por molestias en el derecho, que le han estado tratando debido a la irritación.
Indignación
Si algo une a todos los afectados en este caso es el sentimiento de indignación por lo ocurrido. Una palabra que repiten muchos padres porque entienden que gran parte de los casos que se fueron sumando con el paso de los días se habrían evitado si la atracción se hubiera cerrado el mismo sábado tras aparecer los primeros incidentes.
«Avisé a la Policía, a la Guardia Civil y a varios sitios, y la atracción seguía abierta», verbalizaba con impotencia Antonio Jesús Pinto, que durante su estancia en el centro de salud pudo ver cómo otros chicos iban apareciendo por la consulta con los mismos problemas. Incluso declara que la alcaldesa del municipio, Virginia Romero, lo sabía y que nadie «fue a parar dicha atracción».
Pinto recalca que lo último que quiere es «jugar con la comida» de nadie ni «cerrar el negocio» de ninguna familia
Raquel Romero añade que, además, el médico del centro de salud se trasladó en ambulancia al recinto ferial y le comentó que ya había informado de la situación el día anterior, tanto al Ayuntamiento como a la Guardia Civil. Según él, volvería a buscar a la alcaldesa y a Protección Civil, y acudiría personalmente a la atracción para verificar la situación. «Yo me fui para el Materno, pero creo que este hombre lo hizo así porque me han comentado que lo vieron por allí. Cuando iba camino de Málaga me puse en contacto con la concejala y le expliqué que lo de mi niño era el primer caso de la noche, que ya había llegado a este punto, pero que si podían hacer algo para evitar que le pasara a más niños, que si no se había actuado todavía», relataba.
Pinto comparte la misma sensación: «Cuando supe lo que tenía mi hijo, lo único que pensé fue que aquello podía haberse evitado. No es solo que mi hijo tenga molestias, es que esa noche entraron más niños con los mismos problemas y aún así la atracción seguía funcionando. Esto no puede repetirse», afirmaba con evidente enfado.
Además el residente en Valle de Abdalajís, aclara que su objetivo no es presentar alegaciones ni denunciar a nadie, porque lo último que quiere es «jugar con la comida» de nadie ni «cerrar el negocio» de ninguna familia. «Lo único que quiero es que se corrija y se arregle cualquier defecto que haya provocado esta situación. Además, se podrían haber evitado muchos casos», puntualizó.
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