El gracioso de la foto
Con el tiempo, hemos aprendido a encontrar cierto atractivo en estos contrastes pintorescos; un magro consuelo
Todos lo hemos experimentado alguna vez: al hacer una foto de grupo, quienes están en primera fila meten barriga y adoptan una pose apolínea mientras ... esbozan la mejor de sus sonrisas. Un pequeño esfuerzo individual que satisface el ego propio y que, repetido, resulta en una armonía de conjunto. Sin embargo, pasado el momento irrepetible y disuelto el grupo, al ampliar la imagen, ahí está: el gracioso que hace la mueca o le pone los cuernos al de delante, arruinando el consenso tácito y, por ende, la foto. Plasmar un paisaje urbano de Málaga es evocar esta sensación.
Pródiga en encuadres de rara belleza, en ellos suele emerger en segundo plano una presencia no deseada que adopta la forma de un bloque anodino, lo que estropea una labor de generaciones de construir una imagen equilibrada. Con el tiempo, hemos aprendido a encontrar cierto atractivo en estos contrastes pintorescos; un magro consuelo.
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