«Nadie se cree que un morito puede hacer ropa para pijos»
El malagueño Nabil Salah empezó importando camisetas de fútbol de imitación para los mercadillos y ahora tiene 250 puntos de venta de su marca, Harper&Neyer
Nabil Salah Mohamed es malagueño de Fuengirola y tiene 37 años. Sus padres son de Melilla y se mudaron muy jóvenes a la Costa del ... Sol. Desde niño vivió en su casa la pasión por los negocios y por emprender, pero fue durante un periodo de crisis laboral cuando el propietario de la exitosa firma de ropa para hombre Harper&Neyer se adentró en el sector textil, de una forma un tanto rocambolesca.
Salah cuenta que estaba en paro, después de haber trabajado en TDK, en el Parque Tecnológico, cuando comenzó a importar y distribuir camisetas de fútbol de imitación. De eso hace más de una década, por lo que «ya ha prescrito», bromea el empresario. «Era una época en la que había furor por estos productos», por lo que se embarcó en comprar en Asia copias de las camisetas de los equipos más importantes de Europa, cuando las auténticas valían hasta 120 euros.
Una etapa en el paro le dio pie a adentrarse en el mundo de la importación de ropa, que fue el embrión de la firma
«Ahí había una oportunidad de mercado», asegura, aunque reconoce que no era una actividad legal. De aquella etapa se queda con la enseñanza para su posterior desarrollo como emprendedor: «Me movía muy bien para conseguir esos productos a buen precio y tenía mucha demanda, los vendedores ambulantes de los mercadillos y las tiendas de los paseos marítimos me buscaban por mis productos». Pero aquel negocio empezó a adquirir un volumen que se volvió «peligroso», y por eso decidió dejarlo.
«Lo tuve que cortar, pero la pasión que se había generado en mí por este sector hizo que fundara mi propia marca». Salah se enamoró del mundo de la ropa y se lanzó a la piscina «sin conocimiento alguno». «Lo que sí sabía era comprar, me di cuenta de que era muy hábil y que tenía una gran curiosidad, y eso me atrapó. Quería saber cómo se componía un producto, cómo estaba hecho, dónde estaba el que lo hacía mejor, todo... Los fabricantes me decían: '¿tú para qué quieres saber tanto?»
«El negocio de las camisetas empezó a adquirir un volumen que se volvió peligroso, pero la pasión que se había generado en mí por este sector hizo que fundara mi propia marca»
A ello, se unió la vocación que le venía de familia, porque su padre tuvo varios establecimientos. «Nunca pensé en opositar o en trabajar en una empresa, sino en montar mi propio negocio».
Su paso por la universidad Alfonso X en Madrid también le sirvió en un doble sentido. Por una parte, le hizo ver que tendría que buscarse la vida para emprender a nivel comercial: «Yo sólo me interesaba sobre compras y ventas, y cuando le pregunté al profesor cuándo se enseñaba esa parte, me dijo que eso se aprendía en la calle».
Respuesta a un desafío
Pero, sobre todo, Nabil Salah se quedó «prendado» de la forma de vestir de sus compañeros. «Ese estilo, un poco más arreglado, me enganchó». La Málaga que acababa de dejar era «una ciudad de chanclas, bañadores y camisetas», aunque, a renglón seguido, asegura que los ciudadanos han ido cambiando «sin darse cuenta». «Gracias al alcalde (Francisco de la Torre) la ciudad ha apostado por una oferta más cultural, y la gente ha cambiado su forma de vestir, ahora somos más burgueses».
«Si tú te lo propones puedes ser quien tú quieras, por mucho que terceras personas te puedan decir lo que la gente me decía a mí»
Con todos estos ingredientes, la creación de la marca Harper&Neyer llegó en forma de desafío. «Me dijeron que nadie creería que un morito puede hacer ropa para pijos», recuerda. Ese reto fue el que le hizo sobreponerse, para demostrar que podía hacerlo. «Si tú te lo propones puedes ser quien tú quieras, por mucho que terceras personas te puedan decir lo que la gente me decía a mí: «Tú por qué haces ropa para pijos, si tú no eres...» Deja el final de la frase en el aire.
Una cafetería inglesa
¿Cómo surgió el nombre de la marca? «Yo tenía claro que la vocación tenía que ser internacional, aspiramos al mundo, a la exportación. Y para exportar, el nombre le tenía que gustar a la gente, pensando en los clientes de Europa y Estados Unidos». Así que durante días se dedicó a buscar nombres en Google y los cotejaba con la responsable de una cafetería inglesa. «Le preguntaba por esos nombres, hasta que un día me dijo que Harper le gustaba. Yo quería que fueran dos personas, y ella me validó el nombre final... De ahí para adelante».
«Me identifico mucho con la historia de Polo Ralph Lauren porque fue un inmigrante de Europa del Este que llegó a Estados Unidos y fundó su propia marca»
Como referentes de su estilo, cita sobre todo a Polo Ralph Lauren. «Me identifico mucho con su historia porque fue un inmigrante de Europa del Este que llegó a Estados Unidos y fundó su propia marca. Me dije: 'Si hay otros que lo consiguen, ¿yo por qué no?'»
El camino no ha sido precisamente de rosas. La empresa la empezaron tres socios, de los cuáles al final sólo quedó él. «Estuvimos muy cerca de desaparecer en un concurso de acreedores, teníamos un nivel de endeudamiento alto, la banca dejó de apoyarnos y mis socios decidieron regalarme su porcentaje con tal de desaparecer de la deuda... Aunque a día de hoy la partida les ha salido cara».
Éxito gracias al Covid
Paradójicamente, la crisis del Covid fue para la firma el momento de su despegue definitivo. «Volvimos a nacer porque nos dimos cuenta de la gran fortaleza que teníamos, y es que nosotros ya vivíamos en la incertidumbre, sabíamos convivir con ella. Nos dimos cuenta de que todo el mundo estaba cagado, pero nosotros vivíamos el día a día. Eso nos puso a todos en la misma situación, y la aprovechamos».
«Con la crisis del Covid volvimos a nacer porque nos dimos cuenta de nuestra gran fortaleza, y es que nosotros ya vivíamos en la incertidumbre, sabíamos convivir con ella»
«El Covid nos ayudó a resetearnos y a darnos cuenta de que no estábamos tan mal, que no éramos tan débiles y que teníamos una fortaleza mental brutal, porque llevábamos con un Covid relativo seis años, y el resto estaba asustado porque nunca lo había vivido. Nos lo creímos, nos hicimos fuertes interiormente y empezamos a demostrar esa confianza... Desde ahí no hemos parado de crecer».
Los resultados lo demuestran: para el 2023 prevén una facturación de diez millones de euros, y como dato que ilustra su proyección, en la pasada campaña de Navidad vendieron nada menos que 40.000 sudaderas. Actualmente, la marca dispone de 23 tiendas franquiciadas, así como córners en El Corte Inglés, hasta un total de 250 puntos de venta, y con nuevas aperturas casi todas las semanas. La plantilla la forman 50 personas.
Para el 2023 prevén una facturación de diez millones de euros, y en la pasada campaña de Navidad vendieron 40.000 sudaderas
En este proceso, el empresario considera que el hecho de estar en Málaga también ha tenido mucho que ver, pues es «la ciudad perfecta» para una aventura como la suya: «Aquí viven muchísimas culturas, es muy abierta, la convivencia cultural nos da la oportunidad de aprender de otros y aplicarlo, como de los anglosajones, del norte de África y de la gente que se dedica a la venta ambulante; en otra ciudad no habría sido posible».
«La filosofía de la empresa es que tú puedes ser quien tú quieras ser, que nadie te diga que tienes que ser de una forma porque así ha sido siempre. Todos somos iguales: Harper y Nabil quieren terminar con los prejuicios».
Sobre el futuro, el empresario no se pone límites: «No queremos ser esa empresa joven que pega el pelotazo después de dos años, queremos estar toda la vida y disfrutar el proceso; no tenemos la mentalidad de vender a un fondo de inversión. Y eso te lleva al mundo, esta es nuestra pasión y nuestro camino». «Tenemos un ejemplo en la ciudad con Mayoral, y nosotros queremos ser el próximo Mayoral...»
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