La Málaga de Álvaro Muñoz, el joven pintor con trastorno autista
Dibuja el cartel para conmemorar el 30 aniversario Autismo Málaga, con una versión malagueña de la ciudad mítica de Atlántida
Álvaro era un bebé que apenas lloraba. Observaba con meticulosidad, pero no se le apreciaban gestos de descubrir el mundo con curiosidad. Cuando tenía unos ... doce meses, sus padres empezaron a ver que respondía a muchos estímulos con cierta indiferencia. El pediatra de la familia empezó a sospechar. Las sospechas se confirmaron, al poco tiempo, con un diagnóstico que ningún padre quiere escuchar: trastorno del espectro autista.
Álvaro Muñoz tiene 19 años y es un joven alto, sonriente y atento. Quizá, un poco tímido. Unos minutos, sin embargo, bastan para que se abra y pase a hablar de una de sus grandes pasiones: dibujar. Para Álvaro, la pintura siempre ha sido su medio para transmitir y expresar lo que no siempre ha podido hacer con palabras. «Es la manera que tengo de comunicar», afirma.
Eva Parra, su madre, recuerda que pintar ha sido un catalizador importante para su hijo. «Casi siempre, lo que dibujaba estaba relacionado con la Semana Santa o el fútbol», precisa.
La palabra autismo irradia muchas cosas. En esencia, se refiere a una perturbación del desarrollo neurobiológico. Los síntomas del autismo abarcan un espectro muy amplio. Va desde personas con una grave minusvalía hasta el altamente capacitado. Para Eva, el diagnóstico fue un golpe que tardó en encajar. «Al principio, claro, es muy duro. Pero luego te dices que tienes dos opciones: tirar adelante o hundirte. En mi caso, tenía claro que era tirar adelante».
Entre los múltiples sacrificios, en su caso también fue adaptar la vida propia a las necesidades de su hijo. Dejó su trabajo como procuradora y se volcó en su hijo. Cada persona con autismo, señala, es un mundo. Pero hay algunos rasgos común a todos. Aunque perciban su entorno con detalle, las personas con autismo tienen problemas para leer la mímica de las personas que le rodean de manera intuitiva, les cuesta interpretar las señales no verbales.
Eso no significa que no busquen el contacto con otros, pero sufren cuando sienten que son rechazados. El aislamiento es un problema que padecen la mayoría de personas con este trastorno. Los cambios en sus rutinas y los estímulos excesivos les sobrepasan con más facilidad. Muchos huyen hacia comportamientos forzosos y ritualizados.
En su afán de propiciar a su hijo el mayor bienestar posible, Eva pensó que la afición de dibujar de su hijo se podría canalizar y elevar a otro nivel. En este punto entra en juego Pablo Cortés del Pueblo, el artista malagueño que dibujó el último cartel de la Semana Santa de Málaga. Eva, que pertenece a la cofradía de la Esperanza, se puso en contacto con el artista para proponerle que le diera clase a Álvaro.
Una propuesta que éste aceptó de buen grado, aunque con la reticencia de no haber tratado nunca con una persona con autismo. Le tranquilizó lo que le contestó Eva: «Va a dibujar, que es lo que más le gusta, no te preocupes». Pablo aceptó y así, el pasado mes de junio, empezó una relación que ahora recuerda mucho a la de un mentor con su alumno privilegiado.
Obra maestra
El resultado de estos meses de trabajo se pudo ver este lunes. La asociación Autismo Málaga le encargó a ambos un cuadro con motivo para su 30 aniversario. En un acto al que asistió también Cortés del Pueblo, se desveló una cuadro que refleja la ciudad tal y como la percibe Álvaro a través de sus ojos. A través de la técnica de acrílica, se puede observar la mirada a los monumentos más conocidos de Málaga. La catedral, el faro del puerto, el edificio de la aduana, entre otros. Y todo ello sumergido bajo agua, como si fuera la Atlántida del sur de Europa.
La ciudad utópica que ha fascinado a cualquier lector de Julio Verne, queda reflejada en el cuadro de Álvaro con diferentes tonalidades azules y la incorporación de algunos elementos que forman parte de la flora y fauna marina.
Cortés del Pueblo confirma que el 80% del trabajo realizado se le podría adjudicar a Álvaro. «El resto ha sido un poco perfilar la técnica y ayudarle a trasladar lo que él quería plasmar», explica Cortés del Pueblo. Trabajar con una persona con autismo, señala, ha sido una experiencia enriquecedora para él. «Creo que los dos hemos aprendido el uno del otro», subraya.
El autismo es un trastorno que no tiene cura, pero una detección precoz y los estímulos correctos ayudan mucho. Álvaro es un ejemplo de ello. El apoyo de personas que le brindan su madre y gente como Cortés del Pueblo es de admirar.
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