Llantos por las plantas de marihuana
Absuelven a una pareja de suizos a la que le pillaron con una plantación y se pusieron a llorar cuando se la destruyeron
Todos los veranos se subían a su autocaravana y se echaban a la carretera. Se trata de una pareja de treintañeros suizos que solían ... aprovechar la época estival para viajar por España y Marruecos. Hasta que conocieron la zona de Barranco Blanco, en Coín. Allí se quedó tirado el vehículo en el que iban y, ellos, impactados con la belleza del paraje. Empezaba así una historia idílica con Málaga que acabó en agosto de 2015, cuando la Guardia Civil les pilló una plantación de marihuana en el terreno en el que vivían. Sin embargo, este relato parece volver a sus orígenes, ya que, después del proceso judicial al que se enfrentaron por un delito contra la salud pública, un juez acaba de absolverles.
Los hechos que cambiaron este relato tuvieron lugar un 25 de agosto, en un paraje que se encuentra situado en el término municipal de Alhaurín el Grande. La pareja, con la que ha contactado este periódico y que prefiere no dar sus nombres para preservar su intimidad, ubicó la caravana en este lugar e inició una nueva vida. «Somos artesanos del cuero, nos dimos de alta como autónomos y tenemos el carné de la Junta de Andalucía. Nos dedicamos a ir por los mercadillos vendiendo nuestros productos», cuenta uno de ellos.
La pareja explica que lleva «media vida» consumiendo marihuana. Al ver el sol que calienta la zona, afirman que decidieron plantar unas semillas de esta sustancia y verlas crecer. «Es un proceso muy bonito, de cómo van creciendo las plantas y, sí, al final te las fumas, pero es una cadena en la que disfrutamos de todos los pasos», apuntan, mientras insisten una y otra vez en que el objetivo de la plantación nunca fue otro que el autoconsumo.
Sin abastecimiento de agua en la caravana, relatan que tenían que coger el coche para ir a buscarla para regar la marihuana. Además, las plantas se infectaron con unos hongos y aseguran que pasaban más de tres horas al día cuidándolas. «El placer de verlas crecer» fue duro, por eso les dio «mucha pena cuando las cortaron». De hecho, no pudieron reprimir las lágrimas.
Este es precisamente unos de los aspectos de los que se vale la argumentación del juez a la hora de decretar su absolución en un caso en el que la Fiscalía les acusaba de un supuesto delito contra la salud pública. Se enfrentaban a tres años de prisión cada uno y al deber de pagar una multa de 3.880 euros.
Ante esta situación se pusieron en contacto con la abogada Sandra Joana González Silva, que les ha llevado el asunto hasta ganarlo. La notificación de la absolución la han conocido hace solo unos días.
La sentencia
En la sentencia, a la que ha tenido acceso este periódico, el juez explica que para que se produzca el delito del que se les acusaba se tienen que dar ciertos aspectos y que no todos se cumplen en el caso de esta pareja. Para el magistrado existe «una duda más que razonable» en cuanto al elemento relativo a la preordenación al tráfico de la sustancia estupefaciente intervenida, cuyo peso ascendió a 1,8 kilos netos –seis brutos–.
En este sentido, el juez insiste en que existe «una duda más que razonable» sobre el verdadero destino de la marihuana. Los agentes que intervinieron en el juicio explicaron que actuaron porque, al pasar por el paraje, vieron las plantas de marihuana. «Nosotros nunca las ocultamos», apuntan.
Tras ello, continúa el magistrado, los guardias civiles preguntaron a la pareja, que les aseguró que era para su propio consumo. «A ellos les pareció que sí, ya que al cortar las plantas los acusados empezaron a llorar», recoge el juez en la sentencia. «Al existir una duda más que razonable acerca de la preordenación al tráfico de la sustancia estupefaciente intervenida, no es posible más pronunciamiento que el de la libre absolución de los acusados», concluye.
La pareja ya festeja la noticia: «Hemos estado muy preocupados, pero siempre tranquilos porque era evidente que las plantas de marihuana eran para autoconsumo. Solo eran para nosotros. Ahora toca celebrar la absolución».
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