«Las personas sordas tienen muchas lagunas: interpretarlos es más que un servicio»
Miguel Maldonado es el intérprete municipal de lengua de signos desde hace 20 años. Por sus manos pasa de todo, desde una multa al festival de cine «¡y hasta entierros!»
Iba para maestro, pero en una de las asignaturas de la carrera de Magisterio le llamó la atención aquella mujer de negro que se colocaba ... a diario delante de su compañero, sordo, para interpretarle la clase: «Había en aquello una energía que me atrapó». Luego vinieron las charlas a tres bandas en la cafetería, los primeros balbuceos en lengua de signos y, al fin, la elección de especialidad: Audición y Lenguaje, a la que sumó el curso de interpretación en lengua de signos en la Sociedad Federada de Personas Sordas de Málaga, con sede en Lagunillas. Tres años después, Miguel era como aquella mujer de negro.
Miguel es Miguel Maldonado, malagueño de 45 años que desde hace dos décadas es «la voz de las personas sordas y las manos de los funcionarios» en los miles de trámites ciudadanos que tienen que ver con el Ayuntamiento. Desde el pago de una factura o una multa a una reclamación, la aceptación de una herencia, la matriculación en un centro deportivo municipal, la visita a una exposición «o incluso un entierro, donde interpreto al sacerdote». «¡También bodas, o ayudar a ligar cuando me piden el favor!... En fin de todo», bromea Miguel, puro entusiasmo y pasión cuando se trata de dar voz a un colectivo que en la ciudad de Málaga suma cerca de 3.800 personas.
La suya, además, es pionera: «Todos los ayuntamientos deben tener su intérprete de signos, es algo que va regulado en la ley y a través de las ordenanzas, pero a la hora de la verdad no es tan habitual ese compromiso», echa la vista atrás este intérprete vinculado al servicio de Más Cerca, dependiente del Área de Derechos Sociales; también cuando admite que Málaga fue, «durante muchos años», el único Ayuntamiento español que contaba con este servicio esencial. Aún hoy lo es, más aún teniendo en cuenta que «las personas sordas tienen muchas lagunas a la hora de relacionarse con los trámites cotidianos, por eso interpretarlos es más que un servicio».
Del padrón al festival de cine
Que para él su trabajo va más allá de «ese servicio» se adivina en su agenda cotidiana. Por ejemplo, la de hoy: «Empiezo el día con unas gestiones para el padrón municipal de un usuario, luego tenemos visita al Museo Picasso con un grupo de personas sordociegas y ya, por la tarde, la gala inaugural del Festival de Cine», enumera. En todas ellas, se siente «uno más del colectivo»; no en vano las dos décadas en esa primera línea ha creado unos vínculos tan estrechos con las personas sordas que hoy compara su trabajo con el de los «médicos de cabecera»: «Es esa sensación de que la conexión ha llegado a un punto que hasta te cuentan sus problemas». Por ejemplo, el reciente de un padre con un adolescente problemático al que Miguel se ha encargado de organizar una cita «en un centro donde lo van a ayudar».
La gestión de citas, la solución de trámites y la interpretación del papeleo hacen, además, que tenga que estar «permanentemente al día». Y en ese trabajo más mecánico, las nuevas tecnologías, en especial el WhatsApp y los vídeos diarios que manda por docenas, se han convertido en una herramienta vital: «Antes, hasta esos primeros contactos tenían que ser presenciales; ahora en cambio podemos solucionar muchas cosas gracias a esos vídeos y ya sí que nos desplazamos al servicio correspondiente cuando nos dan la cita», celebra Miguel, cuyo móvil guarda todos y cada uno de los cientos de contactos a los que asiste como intérprete municipal.
Si los WhatsApp han sido una herramienta vital, las videollamadas durante el confinamiento fueron ya la tabla de salvación definitiva: «Imagina lo que supuso eso para las personas sordas, a las que había que interpretar en todo momento las restricciones, las noticias, las fases de la desescalada, cualquier novedad... ¡O a los que habían echado por un ERTE!». La necesidad fue tal que, desde entonces, se ha incorporado al servicio una segunda intérprete que antes hacía actividades puntuales pero que ahora trabaja de manera permanente con Miguel, convencido de que lo suyo, es «un compromiso del que no se desconecta». O como aquella mujer de negro: una energía que atrapa.
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