La historia detrás de los 60 millones de la lotería en Plaza Mayor: «Cuando lo supe me dieron taquicardias»
Aurora Castro, propietaria de la administración, que ha dado el segundo mayor premio en la historia de Málaga, confirma que el premiado permanece en el anonimato
Una llamada de un número desconocido a las 22.30 horas del miércoles desató primero taquicardias y luego una sensación de alegría desconocida en Aurora Castro, malagueña de 44 años. La voz al otro lado de la línea empezó la conversación con una pregunta: «¿Está usted sentada?». Hablaba el responsable de la Delegación de Loterías y Apuestas del Estado en Málaga. A continuación, iba a comunicarle que en su administración, ubicada en el centro comercial Plaza Mayor, se había vendido un boleto correspondiente al sorteo de la primitiva de este jueves. Seis números acertados más el reintegro para un total de 60 millones de euros. «Sentí como el corazón empezó a latir con mucha fuerza. Cuando lo supe me dieron taquicardias», explica la propietaria de 'El Brujo' a SUR.
01-15-16-18-23-41 y el 1 para el reintegro. Una combinación para la historia de Málaga. Los 60 millones representan el segundo mayor premio de lotería que se ha dado en la provincia. Solo superado por los 78 millones que dio el Euromillón, en junio de 2021. Además de la elevada cantidad, hay otra similitud compartida. Las dos administraciones que sellaron el boleto se ubican en centros comerciales. Ahora, en Plaza Mayor. Entonces, en el Rosaleda.
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La administración 'El Brujo' es un pequeño espacio que se encuentra rodeado de comercios. A un lado, una juguetearía. Al otro, una tienda de ropa. En frente, una cafetería. Y en el otro flanco, un Mercadona. El ruido de fondo es el sonido de los aviones que aproximan el aeropuerto. La pista de aterrizaje está a menos de un kilómetro.
Desde octubre de 2020, Aurora pasa aquí unas doce horas al día. «Sabía que iba a dar un premio gordo», resalta. Suena a frase trillada, al estereotipo de lotero. Ella niega con la cabeza. «De verdad, es algo que sentía con fuerza», insiste. ¿Qué tipo de clientela tiene? «Al estar en un centro comercial, tenemos mucha gente de paso. Pero también contamos con una clientela fija», dice con cierto orgullo.
Hay un hombre en la cola que se identifica como tinerfeño. Detrás está Maribel, una mujer mayor, gafas de sol de gran tamaño, que es de las que no falta a su cita con la primitiva. Es el clásico de los juegos del azar. Todos los lunes, jueves y sábado se abre una ventana de oportunidad. Eso sí, las probabilidades de que toque son ridículamente pequeñas.
«Sabía que iba a dar un premio gordo, es algo que se siente»
No imposibles. Lo atestigua el enorme cartel que informa sobre el premio que se acaba de dar aquí: «Premio millonario, 59.689.272 euros». Las cifras abruman y atraen la mirada de todo el mundo. Aurora recibe felicitaciones. Los trabajadores de esta zona se conocen todos.
Algunos fantasean con el premio. Hay una mujer que dice que «tanto dinero me daría miedo». Lo dice hasta convencida. Tapar huecos, repartir entre familiares, algún viaje. Estos serían algunos propósitos. También los hay más profanos: «Me compraría un chalet en Marbella, luego un Ferrari o un Lamborghini y a vivir la vida».
Aurora, que viste un vestido azul y luce una sonrisa cautivadora, dice ahora que necesita un café. Al rato, vuelve con dos tazas. La noche habría sido muy corta por los nervios. Antes de tener la administración, trabajada como integradora social. Pero es aquí donde ha encontrado su sitio en el plano laboral. «Lo hago con pasión», repite varias veces.
Las jornadas aquí serían largas, pero a ella no le pesan. La felicidad es una divisa que cotiza alto y no todo el mundo la encuentra. Si el materialismo dialéctico enseña la relación entre la realidad y la materia, 60 millones de euros dan para mucho y representan una gran ayuda.
Anonimato
Hay un nuevo millonario suelto podría rezar ahora un cartel de búsqueda. Aurora señala que desconoce quién ha sido el afortunado. Lo único que sabe es que el boleto lo vendió en máquina y de manera automática. No pertenece a un cliente que juega de manera sesuda una combinación de números.
«Ojalá le haya tocado a uno de mis fijos», se aventura. Por experiencia con otros premios que ha dado, sabe que es muy difícil que el premiado dé la cara. Si lo hace, ella estará obligada a preservar su anonimato.
A partir de ahora, el premiado puede ir directamente a su banco. Ahí mismo se le procesa el premio y se ponen en marcha los tramites burocráticos que desembocarán en una cuenta corriente de muchos dígitos. Previo paso por Hacienda, que se quedará con el 20% del premio.
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