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El último episodio de terral ha acabado agostando las hierbecillas de calle Berlanga. Allí la vida discurre con una placidez impropia del centro de una ... gran ciudad; tanto es así que las ocasionales pisadas de los pocos vecinos y el casi nulo tráfico rodado propician que las plantas germinen en las juntas del adoquinado sin miedo a ser aplastadas. La umbría y el agua caída durante una primavera lluviosa posibilitan las condiciones ambientales para que fructifique este intento de la naturaleza por recuperar su fuero.
Sin embargo, como decíamos al principio, el verdor de las plantas ha perdido la intensidad que lucía hace unas semanas, y éstas sólo perseveran ya al pie de los canalones que desaguan las cubiertas. Pronto no quedará ni eso; únicamente la promesa de las primeras precipitaciones otoñales y la intuición del observador de que bajo los adoquines no está la playa, sino el campo.
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