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Paz Hurtado, en una imagen de archivo. En la foto de detalle, Hussaini
De Fuente de Piedra a Kabul: así ha salvado la empresaria Paz Hurtado a una familia afgana

De Fuente de Piedra a Kabul: así ha salvado la empresaria Paz Hurtado a una familia afgana

Ferozuddin Hussaini era su importador y distribuidor de aceitunas de mesa en el país antes de que recuperaran el poder los talibanes. La presidente ejecutiva de Hutesa recibió su WhatsApp a mediados de agosto pidiendo ayuda. Entonces comenzó la carrera contrarreloj

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Jueves, 14 de octubre 2021

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Paz Hurtado y Ferozuddin Hussaini se han visto apenas dos veces en los últimos diez años, pero desde hace dos meses, cuando hablan el uno del otro, lo hacen como «hermanos». En esa familia que uno no elige pero que abriga tanto como la biológica, la presidenta ejecutiva de Hutesa Agroalimentaria S. A. -con sede en Fuente de Piedra- y el empresario afgano tenían una relación comercial desde que en 2012 Hussaini se convirtiera en el importador y distribuidor de las aceitunas de mesa de la empresa malagueña en el país, ahora arrasado por los talibanes. Aquellos encuentros físicos se materializaron en un par de ocasiones en la feria de alimentación de Dubai, donde ambos se ponían al día de los negocios porque, ya en aquellos años, Afganistán se había convertido en un país peligroso para viajar y cerrar acuerdos.

Allí, Hussaini vivía como un empresario de «clase media», con oficina y empleados, con una hija de 4 años, un bebé de dos, una mujer joven como él (alrededor de 35) y una hermana de 19 que estudiaba en la universidad de Kabul. Tenía un coche americano, una casa y los recursos suficientes para llevar una vida relativamente acomodada. «Una familia como la tuya o la mía», resume la empresaria malagueña para enmarcar el contexto de la historia.

Hasta que los americanos anunciaron que abandonaban el país y, con él, también a su suerte a miles como Hussaini. Fue entonces cuando el empresario afgano empezó una carrera contrarreloj llamando a todas las puertas posibles para poner a salvo a su familia.

Una de esas puertas fue la de Paz Hurtado. Y la puerta se abrió.

«Me envió un WhatsApp, a mediados de agosto, pidiendo auxilio para ver cómo podíamos sacarlos del país», recuerda la empresaria malagueña, consciente de que aquel mensaje la ponía ante «lo más importante que he hecho nunca en la vida». «De repente me pregunté qué pasaba con ellos, quién salvaba, más allá de los empleados de las embajadas, a los empresarios que nos habían ayudado tanto», sigue el relato sobre aquellas dos semanas frenéticas para salvar a la familia de su colaborador antes de que las tropas americanas salieran definitivamente del país.

Que no hay reto pequeño cuando se tira de voluntad lo sabe bien esta empresaria hecha a sí misma desde el corazón de Fuente de Piedra, y al frente de una empresa de distribución alimentaria que se ha convertido en una referencia indiscutible en el sector de la distribución mundial de aceitunas de mesa. Obsesionada desde entonces con el «a ellos quién los salva», Paz Hurtado empezó a llamar también a sus propias puertas hasta convertir la historia de su 'hermano' Hussaini en un caso inédito en España: el del empresario mediano o pequeño que pone sus recursos, su agenda y su tiempo al servicio de los que se quedaron abandonados en Afganistán. Y que además los salva.

«Lo primero que hice fue ponerme en contacto con Javier González de Lara (presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga y Andalucía y vicepresidente de la CEOE) para ver cómo lo articulábamos, porque era necesario poner también sobre la mesa el vínculo empresarial de las empresas españolas con Afganistán. Nadie hablaba de ese tipo de lealtad...», recuerda Hurtado sobre esos primeros contactos y sobre las decenas de llamadas con González de Lara, su aliado en los dos últimos meses «para tirar de esa opinión general de que los empresarios no podían quedarse tirados allí».

La segunda llamada fue al exconcejal del Ayuntamiento de Málaga Julio Andrade, director de la Oficina de Naciones Unidas Cifal, con sede en Málaga. «Él tiene muy buenos contactos con ONG, por ejemplo ACNUR, y rápidamente puso su agenda a mi disposición», celebra Hurtado, que poco a poco fue escalando en llamadas, en puertas y en los contactos necesarios para salvar a Hussaini. «Ha habido muchísimos, no hemos parado, pero no puedo dar todos los nombres...», se excusa la empresaria, consciente desde el primer momento de que había que ir rápido y además ser «cauto» con la información que se daba y, sobre todo, a quién se daba.

Hussaini, el primero por la izquierda, en el último encuentro con Hutesa en la feria agroalimentaria de Dubai
Hussaini, el primero por la izquierda, en el último encuentro con Hutesa en la feria agroalimentaria de Dubai

Las cientos de llamadas a cualquier hora del día y de la noche permitieron que Hussaini y su familia fueran incluidos en las listas de los colaboradores afganos que fueron repatriados por el Gobierno español hasta Torrejón de Ardoz cuando aún las tropas americanas no se habían retirado del país. Sin embargo, cuando estaban a cien metros de la puerta de embarque, estallaron las bombas con las que los talibanes reventaron el aeropuerto y los cinco se quedaron en tierra.

Aquello era un revés importante, pero en la vida, como en las empresas, a veces son los planes B los que funcionan: «Yo también tengo contactos, por mi trabajo, con oficinas comerciales de todo el mundo. Llamé a la de Teherán y establecimos contacto con la de Islamabad hasta que al fin llegué a la cónsul», relata Hurtado. Para que Hussaini y su familia pudieran salir del horror afgano, había que sacar los visados en Pakistán y, sobre todo, cursar unos salvoconductos que certificaran que venían a España y que, una vez aquí, Hurtado se haría cargo de todo lo que pudiera necesitar la familia. Una vez conseguido todo, cruzarían de Afganistán a Pakistán por Torkham, el único puesto fronterizo abierto entre ambos países.

«De fechas no sabíamos nada. Sólo que había que correr», añade Hurtado añadiendo al tono de su voz la prisa y la angustia de aquellos días. Después del atentado en el aeropuerto, Hussaini y su familia volvieron a refugiarse en su casa de Kabul, pero cambiando cada tres días a residencias de familiares para no ser descubiertos. Los talibanes ya habían puesto el foco en el empresario afgano. «Su oficina estaba cerrada, pero iban allí a preguntarles a los empleados... Ellos le avisaban de que el cerco era cada vez más estrecho».

El día de la huida quedó fijado para el pasado viernes, 9 de octubre. Hussaini abandonó Kabul con su mujer, su hermana y sus hijos protegido por un equipo de personal especializado contratado por la propia Hurtado desde España. De ahí a la frontera de Torkham, a la hermana de Hussaini también le pusieron reparos para cruzar, pero finalmente, de madrugada, llegaron a Islamabad. «Allí han estado en unas casas que el gobierno tiene para invitados de la embajada», explica la empresaria malagueña, aliviada ya entonces porque la llegada a España era cuestión de tiempo. También, «porque la gente con la que me he ido cruzando ha sido extraordinaria y han dado la respuesta necesaria».

La cita definitiva llegó este pasado lunes. La embajada los citó en un hotel a las seis de la tarde para anunciarles que el viaje a España sería a las dos de la mañana. Catorce horas después, Hussaini y los suyos aterrizaban en Torrejón de Ardoz.

Ahora, Paz Hurtado los espera en Málaga para seguir haciéndose cargo «de todo lo que les haga falta». Entre los planes inmediatos, que Cruz Roja asuma la acogida de emergencia de Hussaini y los suyos para cumplir con todas las garantías de integración. «También les estamos buscando un piso y hay que escolarizar a los niños. En cuanto lleguen ya tienen un coche a su disposición», enumera la presidenta de HUTESA, que ya está manos a la obra. En la sede de su empresa, en Fuente de Piedra, trabajarán Hussaini y su hermana: «Van a estar conmigo; y su mujer, en el momento en el que los niños tan pequeñitos lo permitan. Aquí no hay problemas: todos hablamos inglés... Tendrán su sitio y su trabajo», celebra Hurtado, aún con la adrenalina en máximos pero quitándose importancia.

«Sólo he hecho lo que me gustaría que hicieran por mí y por mi familia si nos encontráramos en esa situación», contesta. «¿Sabes qué? -añade- Que ayudar a tu familia y a tus amigos es fácil. Esto es otra cosa: esto es salvar vidas. Y yo he podido salvar cinco. Saber que he podido ayudar a que estén libres y donde quieran estar... Soy yo la que tengo que estar agradecida».

«Esto me ha hecho reflexionar aún más sobre cuántas buenas personas hay en el mundo. He encontrado a gente maravillosa que han ayudado sin importar qué hora era: mañana, tarde y noche (...). Y al principio sin saber si iba a ser capaz de conseguirlo; pero lo he hecho y es lo más importante y lo mejor que he hecho y que haré en mi vida», celebra Hurtado, aún pendiente del teléfono y de último mensaje de Hussaini.

«Hermana, ya estoy en Málaga».

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