Compuesta y sin novio
la casona del parque ·
Cual novela de García Márquez, la escena se desarrolló en el zaguán del Ayuntamiento, donde el contrayente no compareció por estar detenidoCual novela de García Márquez, todo se desarrolló en el zaguán del Ayuntamiento, el hall para los más anglófilos. Era una radiante mañana de sábado. ... Los rayos de sol llegaban hasta la entrepuerta. Pero, en el interior, se mascaba un inusitado ambiente enrarecido. Los protagonistas, esta vez, no eran ciudadanos o colectivos que protestan en el pleno.
Ella iba impecablemente vestida. De novia, romántica. El coche, profusamente adornado en la puerta. Los invitados, con sus mejores galas. Llegaba la hora del enlace pero el novio no aparecía. Entonces, alguien recibía una llamada y transmitía que estaba detenido por no pagar una multa.
Los policías locales del retén de entrada, que están bregados en cualquier tipo de incidencia, se prestaron a hacer la gestión para conocer qué pasaba ya que, como le decían y todos sabemos, el Estado, afortunadamente, aún no detiene a nadie por no pagar una sanción.
Los nervios estaban a flor de piel. La inquietud era palpable. La comunicación fue discreta. «Está detenido en la Ciudad de la Justicia», le indicaban, «y es por un delito», aunque no quisieron dar más información por la conocida ley de protección de datos. Ella, residente en Málaga. El novio, foráneo, había sido detenido por la Policía Nacional en la habitación del hotel cuando se disponía a realizar el recorrido hasta el Ayuntamiento para dar el 'sí quiero'.
Uno de los presentes le decía con tono maternal: «¿Chiquilla, tú estás segura de que te quieres casar?». La novia estaba aturdida. Imaginen. La ilusión desbordada de un contrayente el día de sus nupcias, los preparativos, los invitados, la fiesta (más controlada ahora de asistentes por culpa de la pandemia), la ilusión de una vida en común...todo eso se desvanecía en una terrible mañana de sábado.
La funcionaria de Alcaldía que se encarga de dar fe y firmar el acta administrativa esperaba minuto y resultado de un partido más bien desolador.
El oficiante, el mismísimo alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, también hizo el paseíllo en balde al Ayuntamiento para el infructuoso menester. Suerte que el primer edil está lo que se dice a tiro pichón de la Casona y el recorrido a su casa, que suele hacer andando, es como su 'abc' diario. Dicho esto, todos los ediles hacen rigurosos turnos para casar, pero al regidor, y a otros también, se les suman otros encargos nupciales cuando los interesados son afines al concejal en cuestión.
Pero volviendo a la que parece la trama de una novela, la funcionaria de Alcaldía tuvo que realizar un escrito para cumplimentar el acta administrativa que se había abierto para celebrar el enlace. Los que se han casado conocen bien el papeleo previo. «Es muy fácil empatizar con una novia que lo está pasando tan mal en un día tan importante», contaba uno de los asistentes a la sórdida escena. Nadie, ni los más antiguos del lugar, recordaban un episodio así en los últimos treinta años.
Los invitados daban la media vuelta y la interesada, compuesta y sin novio, abandonaba la estancia en la que había vivido con desazón este capítulo de su vida. Fuera, la esperaba el coche adornado y la angustia de no saber cómo acabaría la cuestión. Boda no hubo y nada más se supo.
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