Mucha bronca en el pleno de la limpieza y poco más
El alcalde de Málaga acaba expulsando a casi una decena de vecinos por los gritos y las intervenciones a destiempo que hacían mientras que estos gritaban dimisión y protestaban por la suciedad en las calles
El pleno de Málaga este jueves, en el que las quejas por la limpieza acaparaban todas las iniciativas de la oposición urgentes, no pasará a ... los anales por ser pacífico, dialogante y democrático. Lo cierto es que sí intervenían por los cauces formales una decena de vecinos así como dos empleados de Limasam. Hasta ahí lo normal de una sesión plenaria en la que se le da la voz a los ciudadanos, que viene siendo lo común. Pero tal era el nivel de crispación que había entre los presentes, vecinos y activistas vecinales y políticos en la sillería, que hubo momentos en los que durante más de un minuto sólo se escuchaba el griterío de unos y otros. Era realmente ensordecedor. Todos, muy enfadados por cómo estaban sus calles, y recriminando que les llamaran «guarros», afeándole al alcalde que recomendara que llevaran agua con vinagre para el pipi de los perros, y poniendo sobre la mesa que las aceras de sus barriadas estaban llenas de mugre, cuando no hablaban de cucarachas y ratas. El punto de inflexión era el Centro de Málaga, que decían que, sin embargo, sí estaba muy limpio. Esto todavía les enfadaba más. La diferencia entre el Centro y los barrios en cuanto a limpieza era lo que aglutinaba sus quejas, lo que les enervaba.
El nivel y la tensión siguió subiendo, el número de interrupciones y quejas desde la sillería aumentaba. Algunos concejales se reían, sí, seguramente para destensar, y otros, ponían cara de pavor, mientras el alcalde de Málaga, Paco de la Torre, intentaba poner orden. Pero las quejas estaban desmadradas, había mucha frustración entre los que intervenían de forma espontánea, algunos conocidos políticos como Carmen Máximo, que fue candidata de Adelante Andalucía al Parlamento Andaluz por Málaga en las elecciones de junio de 2022.
Pues bien, Máximo, que es una conocida del pleno de la ciudad porque interviene fuera de cámaras y sin orden del día de forma habitual en lo que se llama post-pleno, era también una de las expulsadas. Otra de las que tuvieron que abandonarlo por orden del alcalde, se fue a la calle acompañada de la Policía Local, después de que De la Torre le dijera varias veces «no interrumpa» y «en el pleno hay que estar callados, salvo cuando se le ha dado la palabra». La señora, que se marchó, dijo que la libertad de expresión es un derecho. De la Torre le dijo que le rogaba que se fuese. Y ella, insistía, que no le rogaba, que le gritaba y le interpelaba. Se iba con su cartel de dimisión. Al regidor se le veía visiblemente nervioso en esta situación, en un vodevil que acabó en una especie de discusión o bulla subida de tono. Por ser finos.
Delante, otra señora saltaba también espontánea, y decía que los vecinos pedían la dimisión de Teresa Porras porque «le ha faltado humildad». Algunos se levantaban espontáneos para irse cuando gritaban sus demandas, y otros esperaban a que fuese los agentes de la Policía Local a sacarlos de su sitio cuando lo pedía el regidor, así que el panorama era, como poco, llamativo.
La oposición fue muy dura con la concejala de Limasam, Teresa Porras, a la que culpaba, junto al gerente de la empresa, Raúl García Paine, de la mala gestión de los servicios de la limpieza en la ciudad. Porras, que leyó lo que iba a decir porque lo tenía escrito, se conjuró a sí misma para no salirse del guión y esta vez lo consiguió. Respondió a las quejas de la oposición por sus formas que «no es chulería», sino que ella es una mujer preocupada por la ciudad, y que se enerva cuando escucha que la culpa es de los trabajadores. Una de ellos, precisamente, fue a decir, que la única que valoraba su trabajo era Teresa Porras, y que «el revuelo era más político que crítica constructiva».
El portavoz socialista, Dani Pérez, indicó que la culpable de todo era Teresa Porras, que los vecinos estaban indignados y que su gestión era muy deficiente, y le auguró que esta feria también iba a ser «muy calentita"., que había acusado a los malagueños de mentir, y que la única que mentía era ella. Le recordó el hástag ciudadano (con imágenes sobre falta de limpieza en las calles) #PorrasYoNoMiento. La viceportavoz de Vox, Yolanda Gómez, indicaba que »los vecinos están hartos de ver Málaga sucia, y de que usted los amenace. Usted es responsable de sus palabras, y el gerente de Limasam, de su gestión«, que le increpaba a Porras. El portavoz de Con Málaga, Nico Sguiglia, le decía a la concejala de Servicios Operativos que debía de asumir la verdad, "calle Larios muy bien cuidada y los barrios, abandonados«.
La concejala de Limasam indicaba que habían invertido 52 millones de euros, que había más medios y más recursos (que enumeraba) y le espetaba a la oposición lo siguiente: «Cuando se meten con la limpieza de la ciudad se meten con Málaga y sus trabajadores (los de Limasam). Finalmente, De la Torre no concretó nada del plan de choque de baldeo de calles, que el miércoles había dicho que se acometería si conseguían alquilar a estas alturas de verano minihidros, que estaban muy solicitadas, y el equipo de gobierno del PP tumbaba todos los acuerdos de las iniciativas de la oposición, algunos políticos pero otros propositivos. En definitiva, no hubo ningún avance. Nada.
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