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Raúl Enríquez y Pablo Bonino son los responsables del almacén salvador salas
Bancosol: panes y peces, pero también cañas

Bancosol: panes y peces, pero también cañas

El banco de alimentos recoge los frutos de un eficaz trabajo en red que logró dejar atrás el asistencialismo para entrar de lleno en la inclusión de sus usuarios. Así se trabaja en las naves de su sede, en el polígono de Trévenez

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Lunes, 28 de febrero 2022, 00:49

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Como todas las montañas, la de Bancosol comenzó con un grano de arroz. Fue hace casi 25 años –en 2023 toca celebrar–, cuando media docena de voluntarios con más ganas que medios se plantaron una madrugada en Mercamálaga «a ver qué podían llevarse de lo que sobraba para dar de comer a los que lo necesitaban». Después de aquella madrugada vino otra, y otra, y otra... hasta convertirse en la organización social de referencia en la provincia y en uno de los bancos de alimentos más eficientes de cuantos funcionan en España. Aquel pequeño puestecillo de Mercamálaga donde llegan los excedentes cada madrugada sigue con las puertas abiertas 24 años después, pero integrado ya en una maquinaria fabulosa con casa madre en el polígono de Trévenez.

Sus más de 19.000 metros cuadrados de naves son hoy la gran alacena de la provincia desde la que se hace montaña para evitar la caída libre de más de 53.400 personas en situación de vulnerabilidad. Con ellas, 184 asociaciones intermediarias, más de 200 empresas donantes en todo el país y una red de más de 80 voluntarios semanales que escala hasta los 4.000 en momentos puntuales del año, caso de las operaciones kilo de la primavera y de la Gran Recogida previa a la Navidad. Por acabar con las cifras y empezar con las personas, en 2021 repartieron más de 7,2 millones de kilos de alimentos.

Allí, en el corazón de esas naves, se trabaja a golpe de las palabras «equipo» y «familia». Y desde muy temprano. A las ocho se levantan las enormes persianas de los muelles, durante toda la mañana un ir y venir ordenado de furgonetas y camiones, ya sea de las empresas que donan o de las asociaciones que recogen para hacerlo llegar al usuario final. Aquí todo funciona como un reloj, desde los almacenes a las oficinas.

Diego Vázquez, presidente de Bancosol, a las puertas de su oficina
Diego Vázquez, presidente de Bancosol, a las puertas de su oficina salvador salas

En las de la primera planta, en el pequeño despacho del presidente, un montoncito de cartas aguardan la llegada de Diego Vázquez, que asumió el cargo en noviembre de 2019. «Mira la primera, que es importante», le invita su mano derecha y adjunto, Rafael Salcedo. Es de la Casa Real y en ella vuelven a felicitar a Bancosol por el «espléndido trabajo» del que la Reina emérita, Doña Sofía, fue testigo directo el pasado 14 de febrero, durante una visita a las instalaciones. También hay otra del alcalde, Francisco de la Torre, con la enhorabuena por la distinción M de Málaga que el equipo acaba de recibir de manos de Diputación. Hoy, Día de Andalucía, recogerán la Medalla de la Ciudad de Marbella. El mes corto en el calendario pero largo en las emociones no es fruto de la casualidad. «Hace unos años cambiamos toda la estrategia de funcionamiento para dar un sentido empresarial, incluidas tres auditorías al año, a la acción social», explican Vázquez y Salcedo, convencidos de un camino que ha terminado por convertir la caridad y el asistencialismo en promoción social. Que panes y peces sí, pero donde se ponga la eficacia de una caña que enseñe a la persona a pescar sus propios peces y a sentirse autónoma, que se quite la bolsa de comida.

Ese círculo virtuoso se construye en Bancosol desde el trabajo de almacén, las relaciones con las asociaciones y, sobre todo, el área de inserción sociolaboral, que empezó a funcionar en 2014 y que desde entonces ha logrado que cerca de 900 personas rompan con ese otro círculo vicioso que representan la pobreza y la exclusión. En lo peor de la pandemia se incorporaron al mercado laboral 107 personas. En 2021, la cifra se ha doblado y ha llegado a las 226.

«Trabajamos en sectores de todo tipo, antes estábamos muy centrados en el turismo y la hostelería, pero con el Covid tuvimos que reinventarnos», explican desde la oficina de la planta baja Nuria Pastor y Carolina Moreno, trabajadora social y graduada social. Esa 'reinvención' pasó por la búsqueda de nuevos nichos, y ahora Bancosol mira a sectores como la limpieza y desinfección, la ayuda a domicilio, la atención sociosanitaria o la logística.

Bancosol, explican, «hace prospecciones en empresas para ver qué tipos de perfiles necesitan, buscamos academias subcontratadas para hacer los cursos y que los títulos sean válidos y luego llegan las prácticas. Muchas acaban en contrato», celebran Nuria y Carolina. El trabajo en cadena incluye a las asociaciones con las que trabaja Bancosol, ya que son ellas las encargadas de reclutar a los candidatos de entre sus usuarios y derivarlos al departamento de inserción sociolaboral. «Son ellas las que hacen ver que, además de la ayuda, tienen que ser proactivos para salir de ese círculo de exclusión», concluye Nuria.

Arriba, Laura Luque, Carolina Moreno y Nuria Pastor, responsables del departamento de inserción sociolaboral. Abajo, Félix Sotorrío, trabajador social, y Lola Medina, voluntaria. Al lado, Gloria Luque, usuaria del banco de alimentos salvador salas
Imagen principal - Arriba, Laura Luque, Carolina Moreno y Nuria Pastor, responsables del departamento de inserción sociolaboral. Abajo, Félix Sotorrío, trabajador social, y Lola Medina, voluntaria. Al lado, Gloria Luque, usuaria del banco de alimentos
Imagen secundaria 1 - Arriba, Laura Luque, Carolina Moreno y Nuria Pastor, responsables del departamento de inserción sociolaboral. Abajo, Félix Sotorrío, trabajador social, y Lola Medina, voluntaria. Al lado, Gloria Luque, usuaria del banco de alimentos
Imagen secundaria 2 - Arriba, Laura Luque, Carolina Moreno y Nuria Pastor, responsables del departamento de inserción sociolaboral. Abajo, Félix Sotorrío, trabajador social, y Lola Medina, voluntaria. Al lado, Gloria Luque, usuaria del banco de alimentos

Ese círculo lo rompieron hace tiempo, gracias a Bancosol, Enri Muñoz (62 años) y Beatriz Ruiz (45). La primera recibe a SUR fregona en mano, dando los últimos retoques a la entrada a la zona de oficinas. «Llevo aquí desde hace cuatro años, gracias a uno de esos programas de inserción. A mi edad –admite–, lo tenía ya muy difícil». Su perfil es el de muchas mujeres que han encadenado trabajos temporales y que, de repente, se quedan en el limbo laboral con familias a su cargo. «La situación en casa era regular. Mi marido trabajó durante 29 años en Casa Mira y está ya jubilado, pero las cuentas en casa no salían», añade Enri, que llegó a Bancosol derivada de la Asociación de Vecinos Torrijos.

Beatriz también ha encontrado su lugar. El suyo está, desde hace un año, en la asistencia a domicilio, un sector al que llegó después de más de una década recibiendo ayuda intermitente del colectivo Mujer Emancipada. «Si conseguía un trabajo, estaba un par de años sin ir, pero cuando terminaba estaba otra vez en las mismas», explica recién terminado el turno de cuidados a uno de los diez ancianos a los que atiende a lo largo de la semana. «Me gusta mucho esto, dicen que tengo mucha paciencia...», celebra Beatriz, natural de Paraguay y convencida de que, sin el taller de Bancosol, estaría condenada a la ayuda crónica.

El otro gran pilar del banco de alimentos está en la relación con las 184 asociaciones que dependen de Bancosol y en el control exhaustivo de que cada gramo de comida llega, efectivamente, a quien lo necesita. De eso se encargan Arancha López y Félix Sotorrío, apoyados en voluntarias veteranas como Lola Medina. Esta mañana toca recibir a uno de esos colectivos surgidos en plena pandemia que necesita de la ayuda de Bancosol para ampliar el número de familias que, desesperadas, llaman a su puerta. Trabajan agrupados bajo el nombre 'El vuelo de las libélulas' y al frente está Sandra Lohnes, ingeniera técnica que «poco a poco» se ha ido incorporado a la acción social: «Ya no nos vale con los tiques de comedor ni con el material escolar que repartimos a los niños. Ahora también necesitamos alimentos», le comenta a Arancha, que le informa de todo el papeleo necesario para formar parte de la familia de Bancosol. «Para ayudar, la buena fe es importante, pero tiene que estar organizada y controlada», le explica la responsable del departamento. A su lado, Félix recuerda cómo en los peores momentos de la pandemia el teléfono no dejó de sonar: « Fueron tiempos difíciles, con todo el sistema de ayuda colapsado», dice el trabajador social, convencido de que lo peor de la ola «aún no ha pasado».

Con él coinciden Raúl Enríquez y Pablo Bonino, los responsables de los enormes almacenes donde se apilan productos no perecederos pero también los frescos en el gigantesco refrigerador con el que Bancosol ha ampliado las posibilidades de menús, ahora también con platos preparados. Una de las beneficiarias de ese trabajo en cadena es Gloria Luque, de 36 años y con seis hijos, una de ellas con leucemia y dependiente a raíz de las secuelas: «Si no fuera por ellos, no sé qué haríamos en casa, porque con el sueldo de mi marido, que es carpintero, no nos llega», afirma aliviada esta madre de familia que llegó derivada por la asociación Aspanoma, que atiende a familias con niños oncológicos y que aporta el sentido final a la labor de Bancosol: «En tiempos difíciles, necesitas abrazos y apoyo, pero lo material también te salva».

Arriba, Rafael Salcedo, adjunto a la presidencia de Bancosol. Abajo, Arancha López, responsable de la relación con las asociaciones, y Sandra Lohnes, que ha ido a pedir ayuda. Al lado, Beatriz Ruiz, ahora con trabajo gracias a Bancosol s. salas y ñito salas
Imagen principal - Arriba, Rafael Salcedo, adjunto a la presidencia de Bancosol. Abajo, Arancha López, responsable de la relación con las asociaciones, y Sandra Lohnes, que ha ido a pedir ayuda. Al lado, Beatriz Ruiz, ahora con trabajo gracias a Bancosol
Imagen secundaria 1 - Arriba, Rafael Salcedo, adjunto a la presidencia de Bancosol. Abajo, Arancha López, responsable de la relación con las asociaciones, y Sandra Lohnes, que ha ido a pedir ayuda. Al lado, Beatriz Ruiz, ahora con trabajo gracias a Bancosol
Imagen secundaria 2 - Arriba, Rafael Salcedo, adjunto a la presidencia de Bancosol. Abajo, Arancha López, responsable de la relación con las asociaciones, y Sandra Lohnes, que ha ido a pedir ayuda. Al lado, Beatriz Ruiz, ahora con trabajo gracias a Bancosol

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