El árbol 'comeseñales' del Camino Nuevo de Málaga, ¿cómo ha llegado hasta ahí?
Un plátano de indias 'engulle' un cartel metálico de «salida de camiones» que le colgaron, como una forma de autoprotección
Pocos son los que pasean estos días por el Camino Nuevo de Málaga, la larga calle empinada, cuesta arriba y cuesta abajo, que conecta el ... barrio de la Victoria con el Limonar y la playa de La Caleta. Y son pocos porque se hace muy pesado, a causa de las pendientes y del intenso calor.
Así que lo normal es cruzarlo en coche o en moto, y más estos días que la calle Victoria está cortada y es casi obligado dar un rodeo por allí para ir al Centro. Pero si se dieran un paseo observarían un curioso fenómeno natural que se ha producido justo en este punto. Si se fijan, a lado de la marquesina del autobús hay un robusto ejemplar de plátano de indias al que hace años unos obreros le colocaron una señal amarilla de obra, que debió indicar: «Salida de camiones». Debió, porque el «salida» ya ha desaparecido, y sólo queda visible: «camiones».
Y es que el árbol ha engullido la mitad de la señal, y la otra mitad asoma por la 'boca' del tronco, como si fuera una pieza de caza a medio devorar. Además, las fauces la tienen bien cogida, y no sería nada fácil sacar ahora la señal de allí; como si ya formara parte de la planta.
Quiste de defensa
Y de hecho, algo así es lo que ha ocurrido. El árbol ha enquistado la placa metálica como un mecanismo de autodefensa. Lo explica el botánico y profesor de Biología de la Universidad de Málaga (UMA), Enrique Salvo: «Ha sido una reacción frente a un cuerpo extraño. En determinados momentos de su crecimiento, algunos árboles generan un tejido protector que se llama parénquima, que ha envuelto a ese elemento».
El proceso se ha prolongado durante unos cinco años y es probable que continúe hasta que se 'trague' toda la pieza
El científico aclara que no todos los árboles actúan de esta manera frente a las amenazas externas. «Podemos encontrar algunas plantas que integran otros elementos vegetales, pero en este caso resulta llamativa la voracidad del ejemplar, al engullir un elemento metálico». El resultado ha sido la formación de un gran callo que envuelve a la amenaza, esto es, la señal de tráfico, para evitar la entrada de patógenos en el interior del vegetal.
Otras especies tienen mecanismos similares, como es el caso de la agallas para las picaduras de insectos. En algunos casos, se desarrollan sistemas simbióticos, en los que el insecto pica y el árbol lo enquista, «pero entre ambos forman un tipo de estructura que sirve de defensa mutua», como ocurre con los robles, las cornicabras y algunos lentiscos, entre otras.
Proteger la savia
Y es que al árbol le va mucho en su corteza, pues, como recuerda Enrique Salvo, la conducción de savia bruta y de savia elaborada ocurre en superficie (aunque existe la falsa creencia de que es a través del eje central). «En la parte exterior es donde tenemos la conducción; pues en este caso lo que ha solucionado el árbol con ese conglomerado de tejido rugoso es el problema de que la savia pueda continuar subiendo hacia arriba».
De ahí que, probablemente, la planta intentará cerrar definitivamente el callo hasta cubrir la placa por completo. En muchas ocasiones, estos procesos traen consigo un debilitamiento en el árbol. Sin embargo, en este caso el botánico observa que el proceso ha discurrido a mucha velocidad, en un plazo de entre tres y cinco años; una rápida reacción que ha evitado que esa anomalía interfiera en su desarrollo vital por el contagio de infecciones.
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