«Ante el temor de un cierre de fronteras por el coronavirus, he decidido venirme para casa ya»

Este joven marbellí, que llegó a Milán el pasado mes de septiembre para estudiar cuarto curso de Administración de Empresas, ha precisado que la afluencia de gente en la capital milanesa ha descendido mucho en los últimos días. Al ser preguntado sobre si él y sus amigos han usado mascarillas, ha respondido que no, porque no las han encontrado, ni tampoco soluciones alcohólicas para las manos.

También ha optado por el regreso anticipado Ángela, una chica de Granada que se marchó a Pavía, una ciudad situada a unos 35 kilómetros de Milán, para estudiar durante un año la carrera de Biología. Debido a los acontecimientos que se viven en el norte de Italia, ha cogido el camino de vuelta. «La Universidad la han cortado durante una semana, nos han atrasados los exámenes y no hay actividades docentes. Así que he decidido regresar, ya que de ese modo estoy más tranquila. Mi madre me dijo que me cogiera un avión ya y que me volviera. Y eso he hecho por precaución, no fuesen a cancelar los vuelos», ha comentado Ángela al llegar al aeropuerto malagueño, donde la esperaban sus padres, Nuria y Félix.

Sebastiano Bogoni, que es de Milán y lleva tres años en Málaga estudiando, ha reconocido que en su ciudad natal «hay bastante pánico y que la gente ha asaltado los supermercados hasta dejarlos vacíos», aunque él no considera que haya «una motivación verdadera para la alarma». Sebastiano Bogoni ha ido a pasar el fin de semana a Milán para a ver la familia.

Según ha explicado, en el vuelo que él ha venido había bastante plazas libres. Muchos de los pasajeros han hecho el trayecto desde Milán a Málaga con mascarillas, ha comentado Sebastiano. Este joven ha reseñado que cuando llegó a Milán el pasado viernes le hicieron un control con un láser para comprobar si tenía fiebre, un examen que no le han hecho hoy ni en el aeropuerto de Malpensa ni a la llegada al de Málaga al salir del avión. «Eso me ha sorprendido un poquito; esperaba que me harían un control», ha señalado.

En términos parecidos se ha expresado Sara, una mujer turinesa que vive en Málaga. «Es increíble que no nos hayan hecho controles preventivos ni al salir de Milán ni al llegar a Málaga».

Alba, una malagueña que había viajado a Italia de vacaciones con Pedro, otro joven de Málaga, ha señalado que «en Milán, hasta que un día cundió un poco el pánico y no se sabía qué iba a pasar, no se veía nada fuera de lo común, salvo gente con mascarilla. «Nos ponía más nervioso lo que nos contaban desde Málaga que lo que veíamos allí», ha comentado Alba. Por su parte, Pedro ha indicado que las mascarillas estaba agotadas y que había algo de nerviosismo. «Nosotros las buscamos, pero no había disponibles; se habían agotado. Aunque es lógico que la gente se preocupe, no puedes parar la vida, hay que seguir con normalidad», ha dicho Pedro, que ya había estado una vez anterior en Milán y no ha apreciado un gran cambio, salvo que ha visto a gente con mascarillas.

Otro malagueño que ha regresado este martes de la capital milanesa es Daniel. A su juicio, basándose en lo que ha vivido estos días, la situación por las calle de Milán es tranquila. «Es el momento de la emisión de las noticias cuando más se habla del coronavirus», ha significado. Daniel ha subrayado que solo se ha puesto la mascarilla en el vuelo de Milán a Málaga. «Yo no he visto nada del otro mundo», ha reflejado y ha relatado que le hicieron un control al llegar a Italia el pasado sábado, pero no al salir hoy ni al aterrizar en el aeropuerto de Málaga.

Pedro es un italiano que ha vuelto a Málaga este martes tal como tenía previsto. «Mucha gente se cree que la cosa está muy mal, aunque no lo esté tanto. Las personas tienen miedo y han ido a comprar a los supermercados», ha dicho Pedro, que ha recalcado que él no tenía miedo. Desde su punto de vista, la situación, más o menos, está bajo control.

Cristina, María y Pablo son tres jerezanos a los que la alarma por el coronavirus les cogió en Italia. «Hemos ido a Milán de vacaciones, pero ¡vaya vacaciones!, dice Cristina con una mascarilla puesta, como también llevan María y Pablo al salir de la terminal del aeropuerto. Y es que los tres se han «recorrido mil farmacia en Milán» hasta que han encontrado unas mascarillas, que les han costado diez euros cada una.