«El Mar de Alborán necesita una 'vacuna' contra la crisis climática»
«El impacto del calentamiento va a ser muy importante en sectores como el turismo, la agricultura y la pesca», advierte
Atrás quedan sus años como político, de los que los últimos estuvieron dedicados a la dirección de las obras del metro de Málaga. Ahora está ... centrado en su labor docente e investigadora como profesor de Ciencias Ambientales de la Universidad de Málaga (UMA), y acaba de recibir el encargo de dirigir la recién creada Cátedra para la Conservación de la Naturaleza de la Universidad Internacional de Andalucía (UNIA) junto con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
–¿Qué se puede hacer por la conservación de la naturaleza desde Málaga?
–Ante el resto de la crisis climática, en un punto tan caliente a nivel mundial como es el mediterráneo y el Mar de Alborán, disponemos de un laboratorio para implementar medidas de mitigación y un arco de especialistas que están trabajando a nivel terrestre y marino. Los avances en los últimos años en las soluciones basadas en la naturaleza y las infraestructuras verdes van a aportar muchísimo. El impacto de la crisis climática va a ser muy importante en los sectores económicos malagueños tradicionales, como son el turismo, la agricultura y la pesca, por lo que esperamos que la cátedra tenga un observatorio de indicadores que puedan marcar hacia dónde debemos ir e implementar esas medidas que son tan necesarias. Todo ello, conjugado con el impulso a iniciativas como un gran cinturón verde de Alborán: por su posición geoestratégica a nivel ambiental y ecológico puede ser de los puntos donde antes se puede implementar una 'vacuna' contra la crisis climática. Queremos ser un organismo que impulse medidas que se puedan transplantar a otros territorios.
–En el caso de Málaga, ¿De qué situación partimos?
–En Málaga partimos de una situación preocupante, a la vista de cómo se han comportado las variables climáticas en los últimos años. El 2020 no está siendo especialmente malo, salvo por la ola de calor en agosto. La cátedra pretende hacer hincapié en la necesidad de renaturalizar las ciudades, y Málaga puede ser un ejemplo de ciudad donde las políticas de carácter ambiental se coloquen por delante de las urbanísticas. Estamos en un mal momento de crisis económica y está la tentación de pensar que la solución vuelva a pasar por hacer caja con la construcción, y dejar de lado los bosques urbanos. Queremos impulsar los bosques domésticos con sistemas de nucleación, células pequeñas, incluidas las viviendas, con estratos arbóreos autóctonos, que funcionan como islas de biodiversidad alboránica. Son conjuntos de doce especies que tienen la capacidad no sólo estética sino que además generan una gran cantidad de servicios ecosistémicos: captan CO2, emiten oxígeno, enriquecen el suelo y reduce el polvo, entre otras. Málaga tiene un déficit arbóreo muy fuerte, es algo que hay que platearse con respecto a las posiciones urbanísticas, en otros lugares se está haciendo, no es un capricho de ecologistas.
–¿Un reto profesional para esta nueva etapa?
–El principal reto es conseguir crear una red permanente en todo el Mediterráneo donde podamos hacer un seguimiento de la evolución de determinados indicadores que nos den la clave de cómo actuar. Frente a las desigualdades históricas norte-sur, es el momento en este siglo de sentar las bases de esa colaboración, El Mediterráneo es nuestro foco principal, donde vemos que la temperatura del agua del mar está aumentando y batiendo récords. Una red de seguimiento de la evolución del cambio climático en el Mediterráneo servirá para prevenir catástrofes.
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