Roban joyas y causan daños por valor de 90.000 euros en la parroquia de la Trinidad

El párroco Andrés Merino, sacerdote al frente de esta iglesia, coincide en esta estimación y subraya que ha sido un robo muy importante, porque además se han causado desperfectos en tres de las imágenes, además de desposeerlas de sus adornos de orfebrería. «Es más el destrozo psicológico», afirma el sacerdote, quien califica de «incomprensible» que los amigos de lo ajeno ya no respeten ni un templo religioso.

El altar de la Virgen de la Buena Fe, que junto a las imágenes de María Magdalena y San Juan Evangelista representan la sacra conversación ante la Pasión de Jesús, ha sido desvalijado. Los cacos arrebataron a la Virgen la ráfaga de plata, dos broches y un puñal del mismo metal; dos medallas y un broche con su nombre, todos de oro; una cruz pectoral con piedras de color verde y un rosario, según describe el fundador de la confraternidad. A la imagen de San Juan le quitaron la aureola, mientras que a María Magdalena le quitaron un anillo de oro blanco con una piedra de zafiro, además de la ráfaga. «Al arrancársela, le han hecho dos agujeros en la cabeza a la talla», dice López Cachairo.

Los ladrones se cebaron con la Virgen de la Paz, la imagen más valiosa del templo por su antigüedad, cuenta el párroco. Le han robado parte de su corona, que data del siglo XVIII y que ha quedado destrozada, además de sustraer dos rosarios que portaba en la mano, muy antiguos, un anillo de oro y amatistas, el cetro, un broche de oro con su nombre y varios broches más que tenía en el pecho.

El robo, que ahora investiga la Policía Nacional (los especialistas de Científica ya han tomado huellas en la parroquia), habría tenido lugar entre las dos y las cuatro de la madrugada del martes al miércoles. Las monjas oyeron algún ruido, pero lo achacaron a la calle o a algún animal dentro del patio del cenobio.

Fueron precisamente las siete monjas que habitan el convento de la Trinidad las que dieron la voz de alarma. Al levantarse, sobre las cinco y media de la mañana de ayer, se encontraron los cajones de la cocina y las puertas de los armarios abiertas. Estaba todo revuelto. Alguien había entrado en el edificio mientras ellas dormían en sus celdas de clausura.

Las religiosas avisaron al párroco, que acudió rápidamente para comprobar lo ocurrido y alertó a la policía. Los delincuentes no se habían llevado ningún objeto de valor del convento, no así del templo. Tanto el sacerdote como el fundador de la confraternidad sospechan que los ladrones aprovecharon el gigantesco andamio colocado en la fachada con motivo de unas obras de rehabilitación para escalar y colarse por el patio del convento, desde donde pudieron acceder al templo.