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La canciller alemana Angela Merkel. Afp
Merkel prohíbe gobernar con los ultras

Merkel prohíbe gobernar con los ultras

El primer ministro del Estado de Turingia, elegido 24 horas antes con votos de AfD y CDU, anuncia que dimitirá y propondrá disolver el Parlamento regional

Juan Carlos Barrena

Berlín

Jueves, 6 de febrero 2020, 13:27

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Una llamada al orden de la canciller federal, Angela Merkel, bastó para que los acontecimientos se precipitaran en Turingia. Aunque ya no es la presidenta de la Unión Cristianodemócrata (CDU) ni tiene influencia directa en la política del Estado germanooriental en crisis, las declaraciones de la jefa del Gobierno desde Sudáfrica influyeron en el anuncio de renuncia al cargo, tan solo 24 horas después de su nombramiento, del primer ministro de Turingia, Thomas Kemmerich, y la propuesta de su Partido Liberal (FDP) de disolver el Parlamento de Erfurt.

Merkel calificó de «imperdonables» las circunstancias de la elección de Kemmerich gracias a los decisivos votos de apoyo recibidos de los diputados de la ultranacionalista Alternativa para Alemania (AfD) y afirmó que esa votación debería revocarse, ya que ha roto con el «planteamiento básico tanto mío como de la CDU» de que no se deben buscar mayorías con la ayuda de AfD, formación condenada a la marginación por el resto de fuerzas.

EN SU CONTEXTO:

  • 5 diputados suma en Turingia el FDP, el partido que no tuvo inconveniente en aceptar el miércoles los votos envenenados de los ultraderechistas de AfD. Los liberales de Kemmerich alcanzaron el 5% exigido para entrar en la Cámara regional por sólo cinco votos en las últimas elecciones.

  • La canciller, de viaje. La componenda de los ultras y los representantes locales de su partido pilló a Angela Merkel en una visita de tres días a Sudáfrica. Que la canciller aludiera en el exterior a un asunto interno -algo que evita por sistema- prueba la gravedad de la crisis.

  • Saborear el momento. La AfD sabe que probablemente su maquiavélica maniobra en Turingia, donde es segunda fuerza, hará mucho ruido y a la vez obligará a las fuerzas democráticas a cerrar filas. Pero saborea el momento porque ha demostrado que «hay menos distancia» con la CDU o los liberales de lo que podía pensarse.

Una crítica abierta a sus correligionarios en Turingia y a los liberales, cuyos parlamentarios son sospechosos de votar a favor de Kemmerich a sabiendas de la maniobra maquiavélica del partido ultraderechista, xenófobo y antieuropeo, que logró frustrar la esperada aprobación de un ejecutivo de minoría con una coalición de La Izquierda, el Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes y acabó dividiendo también a las fuerzas democráticas.

Depurar ovejas negras

A Erfurt acudieron este jueves de urgencia la presidenta de la CDU, Annegrett Kramp Karrenbauer, y su colega del FDP, Christian Lindner. La primera para poner firmes a sus compañeros de partido por favorecer la pérfida artimaña ultranacionalista y advertirles de que todo contacto con AfD tendrá graves consecuencias. Kramp Karrenbauer sabe que entre sus correligionarios en Turingia hay ovejas negras que coquetean con la ultraderecha y que tarde o temprano tendrá que depurar sus filas.

Y a Lindner le tocó apretar las tuercas a Kemmerich hasta forzar su renuncia y el anuncio de que propondrá la disolución de la Cámara de Erfurt para facilitar un adelanto electoral que resuelva la crisis regional. El presidente de los liberales negó toda participación de su partido en una presunta conspiración orquestada por los populistas, destructiva sospecha que ha puesto en duda la credibilidad del pequeño partido y provocado ruidosas protestas ante su sede en Berlín.

La imagen de Kemmerich recibiendo tras su elección las felicitaciones de Björn Höcke, el líder ultra en Turingia, ocupaba las portadas de todos los grandes diarios y embarraba la trayectoria del FDP. Sometido a presiones en su propia formación por defender inicialmente la elección de Kemmerich y luego retractarse a la vista del desaguisado, Lindner anunció que se someterá este viernes a una moción de confianza ante los miembros de la ejecutiva del FDP para asegurarse su respaldo.

El partido de la canciller sabe que sus fuerzas locales coquetean con la ultraderecha

Mientras tanto, los socialdemócratas cuestionan la continuidad del Gobierno en Berlín a las órdenes de Merkel por la actuación de la CDU en Turingia y exigirán explicaciones en la reunión que celebrarán las cúpulas de los partidos de la gran coalición este sábado. «Por primera vez en la historia de la República Federal la CDU y el FDP han tendido la mano a los nazis y con ello han roto el consenso democrático básico del 'nunca jamás'. Eso supone un cambio tectónico del panorama político», declaró Lars Klingbeil, secretario general del SPD, quien subrayó que «la jefa de la CDU debe demostrar ahora que controla su partido» y si no es capaz de imponerse a los díscolos en Turingia «será una reina sin tierra». Para el SPD la maniobra de AfD «fue una jugada planeada y ejecutada» con las fuerzas locales de CDU y FDP en Turingia.

«Con ayuda de fascistas»

La iniciativa de los liberales -con solo cinco escaños- para disolver la Cámara de Turingia y convocar elecciones no tiene aún garantías de éxito. Para su presentación, la propuesta debe ser respaldada por un tercio de los diputados y su aprobación, por dos tercios. La Izquierda y el SPD están dispuestos a secundarla, pero no así Los Verdes, que desean repetir la votación en el Parlamento regional e insisten en un gobierno de minoría rojo-roji-verde. Y tampoco la Alternativa para Alemania, la gran beneficiada por este escándalo y que, pese a su marginación política, sigue dispuesta a tolerar un gobierno conservador-liberal.

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