Johnson impone al Gabinete su miedo a un segundo brote

En ausencia de Johnson- acusado en la prensa dominical de haber tenido una actitud excesivamente relajada y poco laboriosa ante el coronavirus- habrían proliferado tensiones entre miembros de su Gabinete. Los ministros que han comparecido en la rueda de prensa diaria se han expresado a veces con grandilocuencia, como el de Sanidad, Matt Hancock, o con evasivas de formulario.

Las tensiones se deberían a la divergencia de criterio entre Hancock y los ministros de Hacienda, Rishi Sunak, y del Gabinete, Michael Gove, sobre el mantenimiento de las restricciones hasta que las cifras de la epidemia desciendan más – la opción defendida por el de Sanidad- o la necesidad de avanzar pronto hacia la relajación para evitar un daño más catastrófico a la economía.

Desde su retiro en Chequers, donde se recupera de su estancia de dos días en la antesala de la intubación crítica, Johnson ha hecho saber que es favorable a la primera opción. Quiere evitar un segundo brote agudo de la epidemia si se procede a una relajación prematura. Los portavoces desmintieron las acusaciones de relajación de Johnson y confirmaron que evitar el segundo brote es la prioridad del Gobierno.

El vacío creado por la ausencia del líder y de algunos de sus poderosos ayudantes, también enfermos, ha podido fomentar el desorden, pero el ministro Sunak demostró en su comparecencia pública del lunes que las críticas surgen cuando en una crisis se ofrece envoltorio en vez de sustancia. Explicó las dificultades de aprovisionamiento de manera convincente, situándolas en un contexto internacional.

Pero las aguas no se calman. Partidarios de Johnson culpan al ente Salud Pública Inglaterra (PHE) de la confusión en estrategias y provisiones. El Ejecutivo escocés reclama que se aplace el 'brexit'. Y un epidemiólogo de Oxford, Carl Heneghan, acusa, con buena prensa, al Gobierno de haber capitulado en vez de persistir por su senda inicial, la que ahora solo sigue Suecia.

La Cámara de los Comunes se reunirá desde este martes de manera híbrida, con unos cincuenta diputados en los escaños del Palacio de Westminster y 150 conectados por vídeo. En la de los Lores, donde la edad promedio de sus miembros aconseja el aislamiento, no habrá miembros presentes; todos tendrán que conectarse.

Características de los Comunes quizás desaparezcan. El asedio verbal a un orador por diputados rivales sería más cómico que fiero cuando los diputados está sentados solos en una habitación de su casa. El 'speaker', o presidente de los Comunes, Lindsay Hoyle, ya ha dictado que no habrá 'intervenciones'; es decir, interrupciones a un orador con la venia de este.

El miércoles habrá sesión de preguntas al Primer Ministro, con el responsable de Exteriores, Dominic Raab, representando al convaleciente Johnson. Keir Starmer, nuevo líder laborista, tendrá oportunidad de presionar a Raab, y a un Gobierno en su peor momento durante esta crisis, para que publique su estrategia de salida de las medidas restrictivas actuales, una idea en la que ha insistido en los últimos días.

Una de las primeras cuestiones será la aprobación de un sistema de voto. Las votaciones se conocen en los Comunes como divisiones, porque cada diputado ha de salir de la Cámara y caminar por uno de los dos corredores, el del sí o el del no, donde se cuentan los que por allí pasan. El viejo Parlamento reanudará así su actividad con una votación sobre cómo se vota.