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El dictador bielorruso, Alexánder Lukashenko. EFE
Lukashenko endurece la represión en Bielorrusia para evitar la caída de su régimen

Lukashenko endurece la represión en Bielorrusia para evitar la caída de su régimen

El presidente prohíbe los disturbios, refuerza el despliegue militar en las fronteras y promete que acabará «de forma drástica» con la rebelión

rafael m. mañueco

Corresponsal. Moscú

Miércoles, 19 de agosto 2020, 18:36

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El dictador bielorruso, Alexánder Lukashenko, parece dispuesto a acabar lo antes posible con una revuelta que amenaza con demoler su régimen a medida que pasan los días. Ayer por la mañana reunió una vez más a su Consejo de Seguridad para disponer medidas con las que espera normalizar la situación en Bielorrusia después de 11 días ininterrumpidos de manifestaciones y huelgas por todo el país.

Estallaron porque la oposición y sus partidarios dan por hecho que las elecciones presidenciales del pasado 9 de agosto fueron manipuladas y no fue Lukashenko el vencedor sino su adversaria, Svetlana Tijanóvskaya, refugiada actualmente en Lituania. Pero el autócrata se propone reprimir aún más las protestas, sigue desplegando tropas en el límite con Polonia y se prepara para cerrar a cal y canto todo el perímetro fronterizo del país.

«He ordenado al Ministerio del Interior no permitir que se produzcan más disturbios en las calles, especialmente en Minsk. La gente está ya cansada y quiere paz y tranquilidad», afirmó Lukashenko tras una reunión del Consejo de Seguridad. «He dispuesto también el reforzamiento de la protección fronteriza en todo su perímetro para impedir la penetración en nuestra república desde otros países de pistoleros, armas, munición y dinero para financiar la revuelta», declaró igualmente citado por la agencia BelTA.

Poco antes, durante la reunión con la cúpula del Gobierno y las Fuerzas de Seguridad, incluyendo además por videoconferencia a dirigentes regionales, el presidente bielorruso arremetió contra la oposición y, en particular contra el recién creado Comité Coordinador con el que Tijanóvskaya se propone pilotar de forma pacífica la transición hacia unas nuevas elecciones y emplearlo como instrumento de diálogo con las autoridades y con el propio presidente, al que exigen su dimisión.

Sin embargo, Lukashenko tachó hoy de «ilegal» al Comité Coordinador y le llamó «centuria negra». Este órgano mantuvo su primera reunión el martes y designó a sus 70 miembros. Hoy ha sido elegido a su presídium, compuesto por siete personas, del que formarán parte, entre otros, la escritora bielorrusa y premio Nobel de literatura, Svetlana Alexiévich, María Kolésnikova, una de las mujeres que arropó a Tijanóvskaya durante la reciente campaña electoral, y la representante de la líder opositora, Olga Kovalkova.

Refiriéndose a los 70 miembros del Consejo Coordinador, Lukashenko dijo que «no hay carteras suficientes en todo el país para tantos cargos (...) pero sí tenemos escobones y palas de sobra para proporcionarles». A su juicio, «la legislación del país no contempla la formación de órganos de poder alternativos».

El mandatario bielorruso atacó hoy también a Occidente. «Los estados occidentales declaran directa y abiertamente, sin ocultarlo, que reúnen medios y los envían a Bielorrusia», aseguró, y les aconsejó «ocuparse de sus propios problemas». Citó en particular los «chalecos amarillos» en Francia, las protestas raciales en Estados Unidos y las movilizaciones en Alemania y en otros países europeos contra las restricciones vinculadas a la pandemia de coronavirus.

El mandatario invita a Occidente a «ocuparse de sus problemas» y envía a antidistubios a acabar conlos piquetes de huelga

Según sus palabras, todos esos países «están afilando sus sables, pero recibirán una respuesta contundente». Deploró el hecho de que en la ciudad de Grozno se hayan visto manifestantes agitando banderas polacas.«Esto es intolerable (...) vamos a acabar con todo esto de forma drástica», advirtió, señalando después haber dado instrucciones al Ministerio de Defensa «para rastrear los movimientos de la OTAN en Polonia y Lituania». El martes, había anunciado ya el despliegue de «unidades de combate» del Ejército bielorruso en la frontera occidental, medida que causó estupor en Polonia y un mensaje de apoyo de la OTAN a Varsovia.

También el Ministerio de Exteriores bielorruso ha recibido la orden, añadió el máximo dirigente durante la reunión de hoy, «para que se informe a los socios occidentales sobre la situación en Bielorrusia y sean advertidos de la responsabilidad en la que están incurriendo por los desórdenes en curso». «No estamos solos», pronunció Lukashenko acaloradamente, refiriéndose a los asistentes a los mítines de respaldo a su persona en Minsk y en otros puntos del país. «Tenemos en qué apoyarnos, se equivocan quienes creen que estamos cediendo y que el poder se está tambaleando», recalcó.

Ayer se supo de un tercer muerto en los enfrentamientos de los últimos días con la Policía. Hubo además cientos de heridos y casi 7.000 detenidos, de los que han sido puestos en libertad menos de la mitad. Lukashenko declaró que acabará con los piquetes de huelga. Manifestó que «actúan como la Gestapo». Los antidisturbios disolvieron a continuación a los trabajadores congregados a la entrada de la fábrica de tractores MTZ. Mientras, los agentes filtraban ayer la entrada a los estudios de los canales públicos ONT y BT. A los que se declararon en huelga, según Aliona Martinóvskaya, una de las componentes del comité sindical, no se les permitió el acceso al edificio y han sido sustituidos por personal técnico llegado desde Rusia, aunque no se les ha comunicado todavía el despido. «Si quieren abandonar el trabajo, que lo hagan, pero no deben tener la posibilidad de regresar. Se fueron, pues adiós», dijo de ellos Lukashenko. La oposición teme que hagan lo mismo con los trabajadores de otras compañías.

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